Descripción: Tomas llega a una popular hamburguesería para pedir empleo. Todo marcha bien hasta el chico comienza a sospechar que hay un ingrediente siniestro en la comida rápida que venden.
Personajes: Señor Arriaga, Tomás, Cliente
PRIMER ACTO
Se abre el escenario mostrando el interior de un local de comida rápida, con un hombro gordo detrás del mostrador. De pronto entra un adolescente, sosteniendo un cartel en la mano.
Tomás: Buenas tardes, vengo por el anuncio. ¿Usted es el señor Arriaga?
Señor Arriaga (ceñudo): Sí… ¿pero no eres algo joven para trabajar?
Tomás: ¡Tengo experiencia! Ya trabaje en un boliche y en un restaurante de pollo frito. Usted dígame que hay que hacer y yo aprenderé rápido.
Señor Arriaga: En fin… está bien, te encargarás de atender el mostrador y limpiar. Mientras yo me encargo de lo que mejor sé hacer.
Tomás: ¿Y qué es eso, señor?
Señor Arriaga (sonriendo tétricamente): Hacer hamburguesas desde luego.
SEGUNDO ACTO
Tomás está limpiando el suelo. Arriaga sale de su despacho.
Señor Arriaga: Iré a hacer un recado, termina de limpiar por aquí. Ah, y bajo ningún motivo te acerques a la cocina, estoy marinando la carne y no quiero que causes un estropicio.
Tomás: No se preocupe. (Cuando Arriaga sale, pone los ojos en blanco). ¡Qué genio! Pues ni que guardara algo importante allí… a menos que se trate de la famosa receta secreta del restaurante. ¿Qué le pondra a la carne que sabe tan buena?
Tomás mira por encima de su hombro, para cerciorarse de que no haya nadie y luego se adentra en la cocina.
TERCER ACTO
Tomás entra en una cocina donde hay una olla enorme, que parece estar llena de carne. Las paredes están salpicadas de lo que parece ser sangre y el chico hace una mueca de asco.
Tomas: ¿Pero qué es esto? ¿Será que aquí mismo destaza la carne? ¡Qué cocina tan repugnante!
Tomás destapa la olla y al ver lo que hay dentro, abre los ojos de pánico.
Tomás: ¡No puede ser! ¡Eso es… es…!
Arriaga aparece en ese momento.
Arriaga: Así que has descubierto mi receta secreta. (Sonríe tenebrosamente y toma un cuchillo). Es una lástima. Tendré que hacer un sabroso guisado contigo.
Le entierra el cuchillo a Tomás y este cae al suelo, mientras el hombre, enloquecido y riendo, comienza a rebanarlo una y otra vez, manchándose de sangre.
CUARTO ACTO
El señor Arriaga está atendiendo de nuevo el mostrador de su restaurante.
Señor Arriaga: ¿Con todo para llevar, amigo?
Cliente: Sí, por favor. Espero que no se haya olvidado de ponerle a la mía doble carne.
Señor Arriaga: Desde luego que no, mi estimado. Usted sabe que las hamburguesas son mi especialidad y a usted le encanta hincarles el diente.
Cliente: Es que están verdaderamente deliciosas, nadie las prepara como aquí. Dígame, ¿cuál es su secreto?
Señor Arriaga: Oh, ya sabe, es una receta de familia. Solo usamos la mejor carne, la más tierna y jugosa, (volviéndose al público con una sonrisa psicópata). Es por eso que a todo el mundo le encantan mis hamburguesas.
Arriaga comienza a reírse de manera malévola, mientras su cliente toma la bolsa con la comida deprisa y se marcha, mirándolo como si estuviera loco.
FIN
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