Érase una vez, un joven que se dedicaba al pastoreo de ovejas pero a la vez le gustaba mucho divertirse a costa de los demás ¿Cómo? Realizando bromas pesadas a todo el que se consiguiera en su frente.
Su objetivo siempre era reírse de los demás todo lo que pudiera, pues para él ese era su entretenimiento diario. Un buen día, después de salir del rebaño de sus ovejas estaba pensando en qué podía hacer para divertirse y se le ocurrió lo que para él parecía una fabulosa idea.
Fue así como este subió a lo más alto de una roca y empezó a gritar con desesperación: ¡Ayúdenme! ¡Ayúdenme! Ahí viene el lobo y se llevará todas mis ovejas ¡Auxilio!
Después de oír estos tenebrosos gritos, todos los vecinos y hombres del pueblo iban corriendo a ayudar al pastorcillo. Después que muchos de los hombres nobles corrieron a su rescate subiendo la empinada donde éste se encontraba, fue que se dieron cuenta que había sido una broma gastada por el mentiroso pastor.
Con mucha molestia por la broma que éste les había gastado, todos los campesinos se devolvieron a cada una de sus actividades murmurando entre ellos acerca de lo que había sucedido y lo terrible que era ese pastorcillo.
Todos estaban muy molestos, mientras que el pequeño pastorcillo no hacía más nada que reírse por todas las veces que los campesinos le creían cuando él le hacía bromas todos los días. Les decía ¡Otra vez han caído en mi broma, ja, ja, ja!
Después de varios días, el pastorcillo sentía que se estaba aburriendo y como tal empezó a planear otras bromas para realizarles a los aldeanos de su región, pues ya extrañaba entretenerse nuevamente con otra de sus terribles bromas pero que para él era una excelente forma de reírse sin parar, mientras ellos se enojaban.
Fue entonces cuando él, quiso gastar la misma broma pues él decía que al ser tantas veces y los campesinos le seguían creyendo, por qué no usarla una vez más y obtener la diversión tan fácil como siempre lo solía hacer.
Sin embargo, en esta oportunidad decidió subirse a un punto mucho más alto que el anterior y que todas las veces que había practicado esta misma broma a sus vecinos. De repente, empezó a gritar: ¡Ayúdenme! ¡Por favor! Necesito su ayuda, se los pido. Ahí viene el lobo y está en busca de robar mis ovejas.
Como era de esperarse, los campesinos de la localidad volvieron a creerle la broma y al llegar a la subida el no respondió con más cosa que con múltiples carcajadas, repitiendo a todos que volvieron a caer en su broma pesada.
Con el paso de los días ocurrió que en horas de la mañana y sin ser broma, apareció el lobo en su rebaño y esta vez, en serio. El pastor comenzó a gritar esta vez, con desesperación mucho más real de lo que solía hacerlo en sus bromas. Pedía ayuda una y otra vez pero nadie acudió a socorrerlo, pues por ser tan bromista los campesinos nunca más confiaron en él y el lobo se robó todas las ovejas que quiso.
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