¿De qué trata?
Es una historia que enseña que la avaricia no es la mejor consejera. Un hombre muy pobre ante un golpe de suerte, consigue un viejo a quien ayudaría y le daría, el mejor regalo una gallina que traía consigo el secreto de sus alegrías y después de su mayor tristeza.
Personajes
Gallina
Hombre
Viejo
En una vivienda muy pobre, entra un hombre deambulando de un lado a otro.
Hombre: De verdad, tengo tanta hambre que es imposible quedarme sentado y quieto. -¡Para de una vez!. Oh no, ni yo mismo me presto atención. Solo tengo agua para llenar el estómago, no tengo nada de desayunar ni de cenar, lo único que falta es que empiece a caer un diluvio con frío para que la desgracia me gobierne por completo.
De repente se escucha un trueno, seguido de dos más. Se desenlaza una fuerte tormenta y el hombre comienza a temblar.
Hombre: ¡Lo, lo, lo sabía! Tengo fri-fri-fri-o.
Tocan la puerta
Hombre: ¿Quién está tocando la puerta a esta hora? Si por estos lados no pasa absolutamente nadie.
Abre la puerta y entra un hombre mayor de barba blanca además de tener en sus manos un pequeño saco.
Viejo: Estaba pasando por aquí y me ha dejado mal el camino, la aparición de la tormenta. ¿Será mucha molestia si me permite descansar un momento y sentarme al lado del fuego para calentar mi cuerpo?
Hombre: Puedes entrar, aunque creo que ya lo has hecho. Lo malo es que en esta casa no puedes esperar ni fuego, así como tampoco una silla, pues tengo tanta pobreza conmigo, que solo puedo beber agua para llenar mi estómago y descansar sobre el suelo frío.
Viejo: Bueno, no hay problema, nos sentaremos en el suelo. Al tratarse de un viejo como yo y cuando llegues a esta edad, verás que da lo mismo tener un suelo o una silla en la cual descansar.
Se sientan ambos
Viejo: veo que no debes pasarla muy bien en esta casa.
Hombre: Si y no se cómo no me he muerto de hambre, porque nunca tengo nada para alimentarme. Ya llevo dos días sin nada.
Viejo: ¿eso es todo tu problema?
Hombre: Si, verás que cuando lleve tres días sin probar ningún bocado todo será mucho peor. No me lo debes recordar.
En su saco, el viejo saca las provisiones que llevaba consigo, dentro de las que se encontraba el pan, queso y jamón.
Hombre: ¿cómo es que caben tantas cosas en ese pequeño saco?
Viejo: es hora de comer, comamos que el pan está recién salido del horno. Pronto debo irme lejos.
Hombre: Muchas gracias, hace tiempo no comía nada así de bueno.
Viejo: Solo te dejaré una cosa, mi gallina. Lo único que debes hacer es tratarla muy bien y no comértela. Ella pone huevos todos los días y será quien te brinde todas tus alegrías de ahora en adelante. Ya me voy.
Hombre: Muchas gracias de nuevo, una gallina que pone huevos. ¡Una gallina, una gallina! Oh y ha puesto un huevo ¡qué bien!
Se agacha y lo toma consigo con mucha cautela
Hombre: Además, parece de o…., o es de o….. ¡Sí, es de oro! No lo puedo creer ¡es un huevo de oro! Si vendo este huevo, entonces podré comprar comida y después muebles, llegando a ser muy feliz.
La gallina empezó a poner un par de huevos de oro más.
Hombre: Los llevaré a la ciudad y los venderé todos. Seré muy rico
El hombre se va a la ciudad y los vende todos, va a las tiendas y llega a casa con ropas nuevas lujosas y mucha comida. Al ver a la gallina, ve un par de huevos de oro, otra vez.
Hombre: Aquí vamos de nuevo, mi gallinita. Con estos dos seguro empezaré a construir mi propio palacio, ya se por qué ha pasado esto. Yo me lo merezco.
Gallina: ¿Un palacio? ¿Qué te has creído tu? ¿El príncipe de los huevos de oro?
Hombre: Si, vamos pita gallina, tendremos más huevos para demoler este lugar y hacer mi gran palacio.
Gallina: ¿Pita gallina? Este hombre si está mal, pensando esas cosas.
Hombre: Ya toda la ciudad será para mi, pero aun así necesito más dinero, pues me hará falta para comprar todo el país. Así me convertiría en más que un príncipe, un rey. Si esa gallina comienza a poner cada vez más huevos de oro, debe ser que el oro lo tiene en la barriga, entonces puedo verlo sin esperar que ella ponga los huevos.
El hombre se acerca a su casa y entra.
Gallina: ¿se puede saber qué vas a hacer, hombre tonto?
Hombre: tendré en mis manos, todo el oro de una vez.
El hombre va hasta lo alto del palacio con la gallina y la lanza lentamente.
Gallina: (mientras va cayendo): ¡Eres el peor hombre y además asesino de gallinas!
Después de que cae al suelo, la gallina desaparece y empieza a tronar con luces todo el cielo. En segundos desaparece tanto el palacio, como el hombre y sus vestiduras costosas. Aparece el hombre con sus vestiduras nuevamente rasgadas.
Hombre: No puede ser, lo he perdido todo, incluso mi antigua casa, que mugrienta y todo era mía. Solo me han quedado estos harapos que llevo encima.
De pronto, salen dos manos desde abajo y se llevan toda su ropa
Hombre: No, por favor, mi ropa no, es lo único que me queda. He perdido hasta lo último por culpa de una gallina.
Después aparecen el viejo y la gallina
Gallina: ¡Si, es que este hombre todo me ha matado!
Viejo: eso pasa cuando hay avaricia, pues es muy mala consejera.
Gallina: es la avaricia y también la tontería, pues si que lo ha demostrado.
Viejo: Ya lo sé, ya lo sé, es así.
Gallina: Solo debes tener cuidado con quien me regalas, viejo.
Viejo: He aprendido que la avaricia y sus seguidores no son dignos de ti.
Gallina: era tan tonto, que se la pasó gritando todo el día: ¡Un huevo de oro! Ya me tenía loca y obstinada con lo mismo.
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