Cuentan que hace mucho tiempo todos los colores vivían separados y constantemente esteban compitiendo para saber cual de ellos era el mejor. Así, cada día era un eterno ir y venir de discusiones en las cuales ninguno lograba ponerse de acuerdo.
Un día, todos se reunieron para decidir que color era el preferido del mundo. Y así comenzó otra pelea:
—Sin duda alguna yo tengo que ser el más hermoso —dijo el azul—, es por eso que el océano y el cielo son iguales a mí. ¡Y ellos lo dominan todo!
—Eso no es nada —dijo el verde con ironía—, yo estoy presente en cada una de las plantas y árboles de la Naturaleza. Cuando la gente me ve, sabe que la primavera ha llegado. Por eso yo soy el mejor.
—No, no, nada de eso —dijo el amarillo—, ¿pues qué hay más bonito que los rayos del sol? Yo soy el más bonito, pues irradio alegría donde voy.
—Todos ustedes están diciendo cosas absurdas —dijo el rojo—, pues todas esas cosas no son nada comparadas con el amor y la pasión, sentimientos a los que represento. Por eso los enamorados siempre recurren a mí. Deberían proclamarme el rey de los colores.
—¡Qué tontería! Nada hay más importante que la salud y la fortaleza —dijo el naranja—, las cosas que yo simbolizo. Por eso estoy en alimentos tan importantes como las naranjas y las calabazas. ¡Yo soy el mejor!
—Se olvidan de mí, que represento a la paz interior y al silencio —dijo el añil con serenidad—. Aunque a veces pase desapercibido, soy tan misterioso y brindo tanta tranquilidad a las personas, que no podrían vivir sin mí. ¡Soy el color más bello de todos!
—¿Y cuántos de ustedes han vestido a la realeza? —preguntó el morado— No se equivoquen; ni la Naturaleza, ni la salud ni los sentimientos importan tanto como el estatus. Por eso reyes y nobles me eligen como su tono preferido para vestir, ¡soy mejor que todos ustedes!
Los colores levantaron la voz sin ponerse de acuerdo, peleando de tan manera, que atrajeron la atención de la lluvia.
—¿Pero qué pasa aquí? ¡Otra vez peleándose por ese absurdo afán de saber quien es el mejor! —exclamó disgustada— ¿Cuándo aprenderán que todos somos iguales y especiales a nuestra manera? En vez de pelear, deberían apreciar las cualidades que tienen y llevarse bien.
—Eso es imposible —dijeron los colores—, no hay manera de que todos logremos estar juntos sin discutir.
—Pues claro que la hay y se los voy a demostrar —aseguró la lluvia.
Así, les hizo tomarse de las manos y formó con ellos un hermoso arco de colores que iluminó el cielo, despertando la admiración en todos los seres humanos.
—De ahora en adelante, después de que yo me presente ustedes estarán unidos —dijo la lluvia—, formarán este precioso arcoiris para recordar la importancia de la amistad y que todos ustedes fueron creados con un propósito. Por eso son valiosos por igual.
Desde entonces, el arcoiris se convirtió en el más bello símbolo.
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