Una anciana que vivía sola en una choza, se dispuso a recoger un gran tazón de alubias para preparar el almuerzo, con sus delicadas manos tomo cada una de su propio patio, en el cual cultivaba un sinfín de vegetales y hortalizas.
Ya dentro de su cocina se dispuso a lavar las alubias con abundante agua, y las dejo reposar mientras salió al patio para cortar leña, partió un par de troncos para hacer un buen fuego, a su vez fue a buscar un buen puñado de paja para hacer que el fuego ardiera rápido.
Tomo los leños y los deposito en el fuego, coloco unas cuantas brasas para ayudarle a arder, sin darse cuenta una cayó al suelo, ahora que el fuego tomaba forma tomo la paja y la deposito también para que comenzara arder, sin darse cuenta una se deslizo por sus dedos, busco la olla con las alubias y al colocarlas al fuego una salto rápidamente.
Ya en el suelo yacían la brasa, la paja y la alubia quienes permanecieron en silencio durante un rato.
– ¿De dónde venís amigos míos? – Pregunto la Paja.
– Del fuego que ardía allá arriba, de no haber saltado me hubiera consumido por completo, extinguiéndose mi vida – Respondió la Brasa.
– Yo pude saltar a tiempo para escapar del triste destino que les deparo a mis hermanas allá arriba, de haberme quedado ahí ya estuviera hecha puré – Respondió la Alubia.
– Que mal, yo estuviera hecha de humo de haber sido arrojada al fuego, la vieja tomo 60 de nosotras de una vez, por fortuna pude escapar de entre sus dedos – Agrego la Paja.
– ¿Qué debemos hacer a partir de ahora? – Pregunto la Brasa.
– Yo creo que deberíamos permanecer juntas, ya que hemos salido airosas escapando de las manos de la muerte, si continuamos unidas podremos irnos a otras tierras más seguras que estas, así podremos vivir más tranquilas – Propuso la Alubia.
Se pusieron en marcha a nuevas tierras, saliendo rápidamente de la casa de la vieja evitando ser vistos.
Tras deambular por algunas horas llegaron a la orilla de un arroyo, pero no había ningún puente alrededor, cosa que le dio una idea a la paja quien se ofreció de puente para que sus amigas pasaran el rio sin problemas.
La paja se dispuso hacer de puente, la primera en pasar fue la brasa, quien se detuvo a la mitad del camino, temerosa por el ruido del agua, tan solo bastaron algunos segundos para que la paja comenzara a arder, se partió en dos y tanto la paja como la brasa cayeron al agua siendo arrastradas.
La alubia desde la orilla no podía contener las risas, se carcajeo tan fuerte que estallo, pero para su suerte un sastre quien pasaba por el lugar se apiado de esta, tomo hilo negro y la remendó, la alubia estuvo muy contenta y le dio las gracias a su salvador.
Como el hilo era negro le dejo la marca de la costura, la cual aún hoy en día portan las alubias.
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