La maestra se ha levantado para abrir la puerta del salón. Al y yo aprovechamos esto para cruzar una mirada. Se ve tan guapo con su uniforme. Me sonríe y estoy por regresarle la sonrisa cuando escucho el tono extraño en la voz de Alma, la maestra de química. Miro hacía donde ella está parada y lo que veo me deja la sangre helada.
–¿Pero qué…?
Había comenzado a decir cuando el cilindro de un revolver apareció en su frente y le voló la parte posterior del cráneo. Su cuerpo cae hacía atrás como si se tratase de una muñeca de trapo. Todos reaccionamos de la misma manera: gritamos. Y, como si se tratase del Show de Jimmy Fallon y los gritos fueran los aplausos de recibimiento, entra al salón un joven delgado con un cabello demasiado largo para ser un corte escolar y dispara a tres compañeros que están en las primeras bancas. Al y yo hacemos lo único que se nos ocurre: nos tiramos al piso y nos cubrimos la cabeza con las manos.
–¡Cállense! –grita aquel joven y me doy cuenta de que conozco su voz. Se escucha un portazo y como le ponen seguro a la puerta.
Movida por la curiosidad levanto la cabeza y observo al intruso. Lo reconozco, es Adrián. Era nuestro compañero hace un semestre… ¿qué ha ocurrido con él?
–Ustedes dos –dice señalando a Kevin y a Omar, los deportistas del salón, que se habían quedado sentados sin moverse un ápice–, de pie. ¡Ya!
Tanto Omar como Kevin se levantan con movimientos rígidos pero sólo Omar está temblando. Me pregunto, con horror, si no estará creyendo que todo esto es sólo un mal sueño.
–¡Pero qué pasa, jóvenes! –Adrián sonríe–. ¿Qué ocurre con sus uniformes? ¡Fájense por favor, no queremos dar un mal ejemplo! Eso, ahora se ven mejor. Aunque todavía les hace falta algo.
La camisa de Omar queda manchada de rojo cuando Adrián le dispara en el pecho. El herido cae de rodillas al suelo y se queda ahí, batallando para respirar.
–¡No, por favor no! –chilla Kevin antes de que le disparen en la cabeza.
Se me escapa un grito y Adrián voltea a verme. Me tapo la boca y escucho que Al me está hablando. Volteo con lentitud hacia él y lo veo a través de las lágrimas que estoy llorando. Al está asustado, se le nota, pero creo que se mantiene calmado y firme para que yo también pueda tener cierta confianza.
–¡Mírame! –me dice Al con un tono de voz autoritario y, a la vez, tranquilizador–. Todo va a…
Su cabeza y parte de su cuerpo se sacuden con violencia y luego se queda estático mientras la sangre que sale chorros de su cabeza tiñe el suelo. Me jalan del cabello y me obligan a pararme, veo por primera vez que Adrián tiene unos penetrantes ojos verdes que me observan con ira y odio. Me pone el revolver bajo la mandíbula y veo una horrible sonrisa en sus labios. Luego escucho el clic que hace el gatillo cuando la aprieta.
Cierro los ojos y espero. Pero nada ha pasado.
–¡Maldita sea! –le escucho decir–. Está bien… si vuelvo a escuchar que alguien te habla; mueres.
Me arroja contra el suelo y me golpeó la cabeza. Empiezo a sollozar mientras Adrián se aleja y luego a llorar cuando el pánico se apodera de mí. Se puede oír una serie de tintineos mientras sigue alejándose de mí.
–¡Cállate!
No puedo callarme. Pero logro volver a los sollozos. Sigo con los ojos cerrados mientras escucho el ruido de pies al ser arrastrados y un desgarrador grito. Pero aquel grito es callado por el rugido de otra bala. Pienso en lo afortunada que he sido cuando otra detonación se escucha.
–¿Alguien que quiera intentar hacer algo? –su voz es tan suave e improvista de cualquier emoción.
Pasan las horas y los balazos aumentan. En algún momento ha llegado la policía… o los bomberos… quizá hasta la prensa… no me interesa ser parte de las noticias… pero ahora nosotros somos las noticias. Escucho otro balazo, cuando me muevo para ver quién ha sido observo el ojo rojo en el centro de la frente de Marisol.
Adrián vuelve a jalarme del cabello y me hace caminar, me pone el revolver bajo la mandíbula mientras canta, creo que está cantando… se parece a la música de Los Locos Adams. Estamos a varios metros de la puerta y veo que tiembla como si la estuvieran golpeando con fuerza. Aunque no escucho ruido alguno, a decir verdad ya no escucho nada, ni siquiera la canción. Veo que la puerta sigue estremeciéndose hasta que se abre de golpe.
La policía ha entrado. Y pensar que no pudieron llegar tan rápido… es lo mismo que los tres hospitales bajo ataque.
Te felicito. es un cuento de terror con mucho suspenso que me pone los pelos de punta por la crueldad de las acciones.
si dio miedo
Esta genial.. ????
tu cuento es fantastico
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Me encantó, está súper interesante y te atrapa de principio a fin♥