Existe una vieja historia corta en la Polinesia que cuenta que en el pasado, el sol no estaba tan cerca de la Tierra como se encuentra ahora y las noches eran más largas y más oscuras de lo que te puedas imaginar. En aquel entonces, en el Pacífico estaban surgiendo nuevas islas todo el tiempo, pues los dioses se encargaban de hacerlas emerger para los humanos.
En una de ellas habitaba una mujer llamada Taranga, la cual pronto descubrió que se encontraba embarazada. Dos meses antes del tiempo correcto de dar a luz, Taranga tuvo a un bebé de corta estatura y como era prematuro, creyó que no crecería bien y lo rechazó.
Se cortó un largo mechón de cabello para envolver al niño y lo arrojó al mar, pensando que se ahogaría sin más. Pero no fue así.
Los dioses, al ver aquel acto de crueldad, se apiadaron del niño y lo rescataron para devolverlo a su madre, quien se quedó muy impresionada al ver lo que ocurría. Como vio que el bebé había sido tocado por los dioses, cambió de opinión y decidió llamarlo Maui tiki tiki a Taranga, que quiere decir Maui formado en el moño más alto de Taranga.
Maui creció hasta convertirse en un hombre muy fuerte, quien se casó con una mujer de su isla llamada Hinna, quien tenía un largo y sagrado pelo.
Los dioses le obsequiaron un anzuelo elaborado con la quijada de un animal mágico y un sedal que jamás se iba a romper. Con él, Maui sería el encargado de hacer el trabajo que hasta entonces les había correspondido a ellos, haciendo emerger las islas que se encontraban en lo más profundo del mar.
Así, Maui lanzaba su anzuelo para atraparlas y una vez que las tenía aseguradas, tiraba de ellas con fuerza hasta que quedaban flotando en la superficie.
Se dice que todas las islas que hay en el Pacífico y donde actualmente viven los polinesios, fueron pescadas por él en el pasado.
Pero sin duda su hazaña más grande, fue cuando logró capturar al sol.
En aquel entonces, el gran astro rey era una estrella muy lejana cuya luz apenas y alcanzaba a calentar la Tierra. Los días eran muy cortos y la madre de Maui, Taranga, apenas tenía tiempo para completar sus quehaceres.
Así que Maui decidió lanzar su anzuelo al universo, enganchándolo al sol y volviendo a tirar de él. El astro se acercó entonces al planeta, envolviéndolo con su calor de una manera que ningún ser viviente había sentido antes. Y del lugar en donde se quedó no volvió a moverse.
A partir de entonces, los días de verano comenzaron a ser más cálidos y también más largos. Taranga y las demás personas de la isla, contaron con más horas de luz para encargarse de sus tareas, y las noches dejaron de ser tan frías y oscuras. Maui se convirtió en una leyenda que hasta el día de hoy, sigue siendo contada a través de las generaciones.
¡Sé el primero en comentar!