Ricitos de oro se encontraba pasando por el bosque, la niña siempre acostumbraba a dar paseos a esas horas pero al parecer tomo el camino equivocado.
Mientras más se adentraba en el espeso bosque pudo divisar una cabaña a lo lejos.
— ¡Oh! es espero puedan ayudarme a regresar, ya he caminado mucho — Dijo ricitos de oro.
Al llegar a la casa procedió a tocar muy fuerte la puerta pero nadie respondió, luego comenzó a tocar mas duro por si no la habían escuchado.
— Creo que no hay nadie en casa, si entro dudo que les llegue a molestar — Dijo ricitos empujando la puerta que no tenia seguro.
Comenzó a explorar la casa hasta que llego al comedor, tres tazones de avena se encontraban servidos, su barriga comenzó a gemir, tenia mucha hambre.
— Tengo mucha hambre, dudo que les moleste si tomo un poco — Procedió a probar cada tazón.
El primero se encontraba muy caliente como para comerse en ese momento, el segundo tazón de avena estaba muy frió, pero el tercero se encontraba tibio, se tomo todo el tazón.
— Me sentare un momento para reposar la comida — Dijo ricitos tomando asiento en el sillón más grande — No me gusta este, es muy duro.
Probo el segundo sillón pero tampoco le gusto era muy blando, hasta que tomo asiento en el tercer sillón.
— Este esta perfecto, ni muy duro ni muy blando — Se recostó un momento — Me siento cansada, creo que tomare una siesta — Dijo ricitos dirigiéndose al cuarto.
Habían tres camas, una grande, una mediana y otra pequeña, ricitos decidió probar cada una de ellas, La primera era muy grande y muy dura, la tercera aun seguía siendo un poco mas grande para ella y muy blanda, pero la tercera era del tamaña adecuado y muy cómoda.
Ricitos de oro quedo dormida plácidamente.
Un rato después…..
— La avena ya debe estar en su punto papá oso — Dijo Mamá osa.
— Yo opino lo mismo Mamá osa — Agrego Papá oso.
— ¡Tengo mucha hambre! — Grito bebé oso hambriento.
Al llegar a la casa se percataron que la puerta estaba abierta.
— ¡Papá oso mira la puerta esta abierta! — Dijo mamá osa asustada.
— ¡Lo sabia teníamos que poner el seguro! — Dijo papá oso furioso.
— ¡Mira papá, alguien se ha comido toda mi avena! — Dijo bebé oso.
— ¡Alguien ha probado la nuestra papá oso! — Dijo mamá osa.
— ¡Alguien ha estado sentado en mi sillón! — Dijo bebé oso.
— ¡Y en el mio papá oso! — Dijo mama osa.
— ¿Quien habrá entrado a nuestra casa sin nuestro consentimiento? — Se pregunto papá oso.
— ¡Miren es una niña en mi cama! — Dijo bebé oso.
— ¡Oh es una pobre niña!, seguro esta perdida — Dijo mamá osa.
— Para ser una niña es bastante atrevida en entrar a nuestra casa sin nuestro permiso, comer nuestra comida, usar nuestros sillones y dormir en nuestras camas — Dijo papá oso molesto.
— No hables tan fuerte que la podrás asustar — Dijo mamá osa.
En ese momento ricitos despertó de su sueño reparador para encontrarse a tres osos frente de ella, el terror se apodero de todo su ser saltando inmediatamente de la cama.
— ¡No me coman por favor, no me coman!— Suplico ricitos de oro.
— No temas niña, ¿te has perdido? — Le pregunto mamá osa.
— Estaba dando un paseo por el bosque y me perdí, me dio mucha hambre y comí su comida, luego me sentí cansada y use sus sillones, después de dio sueño y dormí en sus camas, lo siento mucho — Dijo ricitos casi sin aliento.
— Descuida niña, no te preocupes, solo para la próxima no hagas algo así sin autorización de los dueños de una casa, ven te llevaremos a tu hogar —
Los tres osos acompañaron a ricitos fuera del bosque encaminando la a su hogar, ricitos aprendió una gran lección el día de hoy, respetar siempre la intimidad de las personas.
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