Enviado por Alejandro Mansilla Del Portal
La primera vez que le sorprendí moverse casi me muero del susto. Giraba la cabeza lentamente, deteniéndose de golpe en cuanto me vio. Ya me habían advertido de este cuarto, pero fue el único al que mi economía pudo acceder. Sin embargo, jamás oí ningún ruido extraño, ningún quejido siniestro o presencia amenazadora; el único defecto de esta habitación es que el maniquí se mueve.
Se trata apenas de un torso con cabeza. No habla ni emite sonido. Pero de cuando en vez, de manera totalmente arbitraria, como buscando algo o a alguien,
mueve de un lado a otro la cabeza.
Solía esconderme en el armario para observar el fenómeno, sólo entonces se movía. Se me ocurrió captarlo en video con mi celular, mas fue inútil, sus movimientos no logran ser captados por ninguno de estos aparatos. Traje a uno que otro conocido para que me sirviese de testigo, pero nuevamente fue en vano, el maniquí únicamente se mueve cuando estoy sólo y no le estoy mirando.
Con el pasar del tiempo mi temor fue siendo reemplazado por la curiosidad. Regreso del trabajo y me paso horas intentando comunicarme con ella (es femenino). Quiero saber qué hace aquí, por qué y desde cuándo se mueve, a quién busca con la mirada y por qué se detiene en cuanto nota que la estoy observando.
La he llamado Lily, y aunque no me responde cuando le hablo, sé muy bien que me oye. Le he cubierto el torso con una chompa que dejó olvidada una antigua novia, la única que tuve. Y la cabeza con una peluca blanca que alude al siglo XVIII, que usaba ella cuando era actriz. Por cierto, qué habrá sido de su vida.
Ayer durante la madrugada intenté besarla. Traté de ser lo más sutil posible, ya no quiero cometer los mismos errores que tuve con Mía. Pero se negó a mover los labios. ¡Maldita! Sólo se queda ahí, quieta, completamente indiferente a cualquier cosa que yo haga. ¡Se burla de mí!
En mi trabajo soy el que más destaca. La semana pasada rompí el récord y vendí quince planes en menos de dos horas. Me gusta hablar con otras personas, oír diferentes tipos de voces y acentos. Pero me gusta más hablarle a Lily.
Les confesaré algo, pero no lo comenten, es un poco vergonzoso para mí. Desde que enterré a Mía no había vuelto a llorar. Y creía que jamás volvería a hacerlo. Pero la semana pasada que llegué del trabajo, noté horrorizado que el auricular del teléfono colgaba desde la cómoda hasta casi rozar el suelo. En seguida lo supe, ella trataba de pedir auxilio. ¿Tanto miedo me tiene? ¿Por qué? Ya no le he vuelto a golpear. Entonces lloré. Lloré como un bebé al que despojan de su juguete preferido. Lloré porque siempre traté de ser bueno con ella. Y lo fui. Dios sabe que lo fui. Pero si hay una sóla cosa que no tolero es que me abandonen.
El reloj marca las tres menos un cuarto de la madrugada. No puedo dormir. Prefiero quedarme de pie, aquí dentro del armario, esperando paciente a que ella se mueva. Sé que quiere hablarme, lo que pasa es que es tímida. Así que esperaré, y esperaré, y esperaré, y esperaré, quieto, sin moverme, estático como un maniquí.
Muy buen principio… me atrapó… el desenlace, poco claro…
concuerdo con el otro comentario es bastante atrapante en un inicio pero es muy poco claro el desenlace pero le da un toque que me gusta
me gusto mucho tu inicio de la historia ,,, creo que tenias para mas en el desenlace pero en general es un buen trabajo.