Descripción: Marcos está cansado del loro de su vecina, un pájaro que se la pasa gritando todo el tiempo. ¿Qué pasará cuando descubra que su mascota lo ha matado?
Personajes: Doña Amelia, Marcos
PRIMER ACTO
Marcos, un joven de entre 25 y 30 años, se encuentra sentado en su casa, tratando de escribir algo en su laptop. A su lado su perro, Samo, un labrador dorado, descansa tranquilamente en el piso.
Marcos: Tengo que entregar este reporte hoy mismo, antes de las 2. Sino, mi jefe me va a matar…
El silencio es interrumpido por un grito agudo que hace que Marcos salte de su silla.
Periquito (voz fuera de escena): ¡Tonto, tonto, tonto! ¡Ya vas a ver, ya vas a ver!
Marcos: ¡Y encima ese condenado pajarraco que no se calla! Yo no sé que tiene doña Amelia en la cabeza para soportarlo.
Periquito (voz fuera de escena): ¡Hola, hola! ¡Tonto, tonto, tonto! ¡Ahora verás!
Marcos se levanta de su asiento y se asoma a la ventana.
Marcos: ¡Ya cállate, maldito pájaro!
Periquito (voz fuera de escena): ¡Tonto, tonto y más tonto! ¡Ya vas a ver, ya vas a ver!
Marcos refunfuña y cierra la ventana.
Marcos: Te lo juro Samo, un día de estos vamos a tener que matar a ese animal. Aquí entre nos, podrías comértelo y fingir que fue un accidente, ¿no?
Marcos ríe un momento y luego sale de escena, estresado.
SEGUNDO ACTO
Marcos se encuentra ahora en la cocina, escribiendo de nuevo en su laptop con apuro.
Marcos: Mi jefe nunca se deja de joder, cada vez más y más trabajo. Si al menos así fuera con el aumento de sueldo…
Samo entra en escena llevando algo verde en la boca.
Marcos: Hey amigo, ¿qué pasa? ¿Ya tienes hambre? ¿Qué traes ahí?
Marcos se fija y palidece al ver que se trata del periquito de Doña Amelia.
Marcos: ¡Oh no! ¡Samo, ¿qué hiciste?! ¡Cuando dije que debías comerte a ese maldito pájaro no hablaba en serio!
Se lo quita de la boca con algo de esfuerzo y luego lo suelta, con asco.
Marcos (nervioso): Vamos a tener que solucionar esto, amigo.
TERCER ACTO
Vemos la casa de Doña Amelia en escena. Marcos se acerca sigilosamente a la ventana, con el cuerpo sin vida de su periquito en la mano. Mete un brazo y abre la jaula del ave, que ahora esta vacía. Luego lo coloca sobre su posadera, como si nada hubiera ocurrido.
Marcos: Listo… así cualquiera diría que el pobre bicho ha sufrido un infarto o algo. Je je…
Doña Amelia se acerca cantando y Marcos se agacha bajo la ventana. La mujer, de avanzada edad, se fija en la jaula y suelta un grito de terror.
Doña Amelia: ¡No puede ser! ¡No puede ser!
Marcos se asoma un poco por la ventana, consternado.
Doña Amelia: ¡Pero si tú estabas muerto! ¡Yo te enterré esta misma mañana en el jardín! ¡Ay, Dios mío!
Doña Amelia, mareada, intenta caminar hasta la jaula. Pero entonces se desmaya, llena de terror.
Marcos: Ay no, ya sabía yo que ese perico no iba a traer nada bueno. Pobre Doña Amelia. Pero mejor que piense que su mascota resucitó, a que se enoje conmigo.
FIN
Muy graciosa, para esos que quieren arreglar entuertos.