Cuento enviado por Brenda Carpio (fan del blog)
-¿Te gusta el arte?
-¿A quién no?, me encanta. Tienes unos cuadros muy hermosos aquí. ¿Los hiciste tú?
-Sí, gracias.Mariana estaba asombrada por las pinturas de Carlos, tan reales, tan explícitas.
Todas eran mujeres pintadas, inmortalizadas.
-Te puedo pintar a ti, si deseas.
-Ser inmortalizada es el sueño de toda mujer. Hazlo. Píntame.
Carlos se dirigió hacia su taller y tomó el lienzo que necesitaría para su obra de arte, de 1×1.5m. Lo puso en posición para que pueda trabajar y alistó todo el material para que el resultado sea perfecto, como con todas sus pinturas anteriores.
Regresó a la sala con el fin de avisar a Mariana que todo estaba listo para su transformación infinita. ¡Qué cuerpo!, pensó. Mariana estaba desnuda, quería entregarse al arte como aquellos mortales que se entregan a Lucifer. Se dirigieron al taller, un mundo completamente nuevo para ella.
-Te contaré un secreto, dijo Carlos en un tono pretencioso, yo fabrico mis propios lienzos, pinturas y pinceles.
-¡Qué lujo!, dijo Mariana asombrada. ¿Te puedo contar un secreto ahora?
-Carlos asintió con la cabeza-
-Tengo infinitas ganas de cogerte. Pienso que podría ser de mucha inspiración para los dos, de paso que pierdo la poca vergüenza que me queda.
Carlos enseguida sintió como la excitación gobernaba su cuerpo, besó a Mariana con mucha pasión pero antes memorizó su mirada y la expresión de una mujer suplicando por sexo.
Él definitivamente quería estar dentro de ella, hacerla suya, y no solo de una manera sexual y superficial. Carlos quería más, quería su cuerpo y alma, sus pensamientos y sentidos.
-Te penetraré y desde ese momento serás mía, infinita en el tiempo, dijo Carlos con la mirada de león hambriento.
A Mariana le encantaba la idea de ser deseada por un hombre como Carlos, quien disfrutaba del arte. Para ella Carlos era un genio, un ser fuera de lo normal.
-Recuérdame siempre, Carlos.
-De eso no hay duda, Mariana. Estás a punto de presenciar el mejor acto de tu vida, al fin serás inmortal.
Carlos ató a Mariana a una rueda para dominarla, la cual permitía tenerla de cabeza en cuanto se necesitara. La penetró y le susurró al oído: -Nos encontraremos de nuevo, allá, en el ultramundo.
Acto seguido, un orgasmo exquisito en un mar de sangre. La puso de cabeza -para facilitar el drenaje-, y colocó un recipiente en donde recuperaría el ingrediente clave de su propia fabricación.
Él utilizaba la sangre de sus víctimas como pintura, agregaba pigmentos de diferentes colores para así crear trazos sobre el lienzo, con la ayuda de pinceles hechos de cabelleras dóciles.
Ella no murió, se transformó.
Desde ese momento, acompañaba a Carlos todas las noches, se convirtió en su compañera sexual.
La inmortalizó.“Genios, pocos”.
Algo sensual jajaja pero cool, buen cuento.
Gracias 😀
genial… (=