Cuento enviado por Osiris Vanhart (fan del blog)
Eran las 12: 30 minutos de la madrugada del 25 de abril del año 1899 cuando Isabel Bolívar Miranda, exhalaba su última boca de aire, en lo más alto del Valle de Caracas. No alcanzó a mirar por última vez a su asesino, pero sabía quién era.
-¿Por qué haces esto?-
Sus ojos se tornaron amarillentos, su tez cálida se volvió repentinamente blanca pálida. Su vestido blanco, traído desde España, se baño en sangre extremadamente roja. Alcanzó a decir, por segunda vez, ¿por qué me haces esto? Antes de que el filo de una hoja de afeitar danzará por su garganta.
El joven que yacía a sus espaldas, dejo caer su cuerpo en el frio piso de barro. La luna estaba en su máximo esplendor. No había nadie a esa hora cerca de la colina en donde estaban. Sacó una pala de un oscuro baúl que había cerca de él y comenzó a cavar. Había asesinado a su prometida por un ataque de celos y no se dejaría atrapar por nada, ni por nadie.
-Lo siento Isabel, tú me llevaste a esto- Le dijo al cuerpo inerte de la joven de 21 años, que tendida en el suelo no dejaba de ser tan hermosa, con él la recordaba-
Las lágrimas comenzaron a deslizar por sus oscuras mejillas. Se apoderó de él un fuerte cargo de conciencia. Muy posiblemente, Isabel estuviera embarazada de su primera hija. Pero para Juan Vicente Diaz, sus celos eran más importantes que el amor. Isabel le había fallado y no había otra salida.
Al cabo de un rato termino de caber el hoyo en donde depositaria el cadáver de su ex amada, para luego marcharse. Con los brazos cansados y el traje lleno de tierra, alzo el cuerpo de Isabel al oscuro hueco en donde descansaría por toda la eternidad… o eso él creía-
Tras haber sepultado a su prometida Juan Vicente, partió a la oscuridad de Maracay, para una vez ahí, olvidar por completo a aquella canaria que había amado y asesinado.
***
-Es hora de que vayas a dormir, luego no podrás llegar temprano mañana al trabajo, Hugo-
-Roo, ha llegado el momento en que sepas que realmente te amo, con locura-
-Eso no te salvará de que te mande a acostar. Recuerda que salir de propatria, temprano es un problema-
Eran casi las 12:00 de la noche, del domingo 1 de abril del año 2013. Cuando Hugo Marquéz decidía acostarse a dormir por petición de su novia. No le gustaba la idea, de que él durmiera y que ella se mantuviera despierta.
-Tú no iras a dormir- Indagó él observando la hora en su Whatsapp
-No, yo no tengo responsabilidades mañana como tú-
Hugo lanzó su celular al borde de su cama y apagó las luces de su cuarto. Le molestó su respuesta, y por eso no se despidió. Era tremendamente egoísta consigo mismo y celoso en exceso con ella. Se arropó la mitad del cuerpo y cerro sus ojos. Pensamientos negativos abordaron su mente y materializaron escenas de infidelidad de su novia. Se cohibió de encender su celular para comprobar si aún estaba en línea. Intentó quedarse dormido. A pesar de tener encendido el aire acondicionado de su cuarto, un color extraño comenzó a recorrerle desde la punta de los dedos de sus pies. Se extendió rápidamente por sus muslos, rozó un poco sus genitales, paso por su abdomen y llegó a su cerebro. No se se preocupó por eso, sólo se acomodó de lado.
Cuando yacía dormido, una pesada nube de polvo negro se elevó encima de él. Se recostó en sus rodillas. Algo nada común comenzó a salir de ella. Primero fueron unos cabellos grasosamente oscuros, acompañados por unos brazos blancos que se abrían paso entre sus mantas. Esta espectral figura rápidamente subió hasta posicionarse a la altura de su abdomen. Con sus manos comenzó a tocar sus costillas.
Hugo, intentaba moverse, pero no podía. Entre dormido y despierto, comenzó a hablar. No podía articular ninguna palabra. Con sus manos intentó apartar lo que le estorbaba, llego a pensar, que era su gata, Cascabel.
-pad…-
-padr…-
-padre da..-
Algo estaba mal. No podía abrir sus ojos. No podía mover bien sus labios. No podía mover bien sus manos y algo cada vez más pesado presionaba su abdomen. La luz desapareció, sus ojos terminaron de cerrarse. Cayó profundamente dormido.
***
-Por qué eres tan hermosa- decía Juan Vicente Diaz, mientras se desplazaba detrás de una joven de piel canela. –Jacinta, dígame, por qué es usted tan hermosa- Sus palabras eran acompañadas por un tono de voz de hombre de poder, era dulce, fuerte, persuadía a quien se lo propusiera.
-Niño Juan Vicente, dejé quieta, que en cualquier momento puede llegar la señorita Isabel y tendríamos un problemón-
-Te apuesto a que ella no va a llegar en mucho tiempo, Jacinta, ven aquí- Dijo Juan Vicente mientras se aproximaba al desnudo cuerpo de la hija de limpia la negra Jacinta y se fundían en un apasionado beso.
***
Hugo abrió sus ojos. El sol ya había salido. Sus manos estaban rasguñadas, sus costillas iguales. Y por ningún lado había rastro de su amiga, Cascabel.
-Qué es eso- se preguntó sin poder recordar nada de lo que había sucedido la noche anterior. De pronto sintió una mano recorrer parte de su hombro izquierdo.
***
El sol salió por la montaña en donde yacía enterrada los restos de Isabel. Todo parecía indicar que nada ni nadie había presenciado al atroz crimen perpetrado por un novio celoso. Ya había pasado más de una semana y ni un alma se había acercado a las inmediaciones de la montaña más alta del valle de Caracas.
Julia, una doña que vivía en la parte más alejada de la gran laguna de catía se acerco un peculiar mañana a donde habían matado a Julia. Llevaba consigo una gran cruz invertida colgada en el pecho, vestía telas negras que cubrían todo su cuerpo. Sus cabellos blancos colgaban de su cabeza arrugada al igual que la piel de su rostro.
Sin motivo alguno, comenzó a reírse macabramente
.Muahhh, Mauhh- un sonido gutural salía de su boca monstruosa
-muahh, mauhh. No descasarás para siembre, cazaras y vagaras por toda la eternidad en estas tierra- Gritaba la vil señora.
Se detuvo encima de donde debía estar el cuerpo de Isabel en estado de putrefacción. Se descolgó el amuleto satánico y lo sembró en el piso. Como por arte de magia, la piel de la señora Julia comenzó a caer. Su piel parecía papel que se llevaba el viento, sus cenizas se esparcieron por el aire. Una potente lluvia baño el campo del gran valle de Caracas. Una maldición se apodero del alma en pana de Isabel.
***
Hugo pasó el día dándole vueltas a su cerebro, buscando la explicación de lo que había sucedido la noche anterior. Era primera vez que experimentaba cosa tan extraña. Además esos rasguños no eran normales. Y peor aun en dónde estaba su gata.
Con sueño aún, intentó encontrar su celular. En una esquina el aparato no paraba de vibrar. Al verlo, notó que la pantalla estaba dañada. Asumió que fue producto de su rabia o producto de su gata. Vaya día.
-Hoy no será normal- se dijo en voz alta mientras caminaba un poco mareada al baño. Lavó su cara, sus dientes y prendió un cigarro sentando en la poceta.
Los recuerdos de la noche comenzaban a tocar la puerta de su memoria. Recordó que intentaba quitarse algo de encima que le presionaba mucho. Recordó que no podía articular palabra alguna y el nombre de Jesús le vino a la mente.
-¿Jesús? ¿Cuál Jesús?-
Su día transcurrió con una agresiva calma. No sucedió nada más importante. Aunque el dolor de costilla no lo dejaba en paz, y tal vez fuera imaginación de él, pero se sentía más agotado. Un dolor de cabeza martillaba constantemente su cerebro.
***
-Cuando el reloj marcen las 12, tú regresarás a buscar venganza-
-Cuando el reloj marquen las 1, no quedará nadie vivo-
-Cuando el reloj marquen las 2, regresaras a tu lugar de encierro feliz porque de energía te has alimentado y aún mal muchacho has matado-
Como por arte de magia… Oscura. Una mano comida por gusanos comenzó a salir de la tierra. Otra mano intentó salir, pero antes la tierra pesada la arrebató el dedo índice al chocar con la raíz de árbol. Como pudo, aquella infernal imagen ascendió de lo más profundo del sagrado sepulcro. Isabel había vuelto a la vida, con mucha, mucha sed de venganza.
-No habrá descanso para ti, porque en el reloj no hay hora 25-
Un gutural grito salió de la garganta de Isabel, al darse cuenta de lo que había hecho Juan Vicente
***
Un par de hombres con traje subieron a la colina más alta. Observaron todo el valle.
-Aquí podemos comenzar a construir la Nueva Santiago de León, Aurelio-
-El presidente Cipriano y su compadre Juan Vicente, nos quiere abocados en Maracay- Respondió un hombre mientras intentaba no llenarse los zapatos de barro
-Hay tantas leyendas de estos campos. Dicen que puedes conseguir cadáveres enterrados por aquí-
-Aún no lo sé-
-Vámonos antes de que sea demasiado tarde, Aurelio-
***
-Juan Vicente, niño Juan Vicente- Gemía una negra con un balde de agua fría en su cabeza
-Niño Juan Vicente- veni`pa ca-
-¿Qué quieres negra. Termina de llevar el agua para mi baño, y ve a buscar a tu hija. ¡RAPIDO!-
-Ok niño-
La negra deposito el último balde de agua en una gran ponchera. Se fue echando maldiciones. Pensando y extrañando a la niña Isabel, en donde estaría la bondadosa se Isabel, tan bella, hacía más de un mes que no iba a esas tierras y el niño Juan había estado intimado mucho con su hija.
Más allá en su hogar, la negra María le comunicó a su hija que el niño Juan Vicente lo esperaba para el baño.
-Tengo miedo de ir con él madre. Cuando se pone celoso, se pone muy violento. Además no creo mucha esa historia de que la niña Isabel este en España. Pasa algo raro madre-
-Bueno, mija, vaya a ver que quiere el niño-
Jacinta, la voluminosa negra encargada en complacer los deseos carnales de Juan Vicente, se demoró mucho en ir hasta el área del baño, esperando no encontrar a su somista. Cuando se aproximo al cuarto, pudo observar a Juan Vicente con los brazos cruzados. El cuerpo desnudo y la cara convertida en una masa sin forma de la ira que tenía.
-Por qué te tardaste tanto negra- le gritó. –Veni aquí, rápido. Con quién estabas, te mande a buscar hace años con tu mamá- Esto último vino acompañado con una potente cachetada en el rostro de Jacinta. –Que sea la última vez que haces esto, Jacinta, está claro- Grito.
***
-Te amo-
-Demuestra lo y dame la clave de tu facebook- Respondió Hugo algo molesto luego de que su novia pasara todo el día sin emitirle mensaje alguno.
-Qué es eso Hugo, estamos viejo para eso-
-Buenas noches-
En esta ocasión Hugo, no arrojó el celular al borde de la cama. Lo colocó en la mesita de noche. Apago la tenúe luz y se acostó a dormir. Quedo rendido rápidamente.
Cuando se aproximaban ya las 12 y tanto de la noche, una nube de polvo oscura apreció en su cuarto. Isabel. Hugo que yacía profundamente dormido, no se percató de que se acercaba a él, un alma en pena.
De la nube de polvo cayo el cuerpo de la gata de Hugo todo mordida y despedazada. Isabel, esta vez descendió en la cama y se arrastro hasta el cuerpo de Hugo.
-Padre-
-Padre-
Intentaba gesticular movimientos de boca, pero no podía. Intentaba moverse, pero no podía. Era como sí unas cadenas lo atraparán. Hugo adentro, en sus sueños, veía que estaba despierto en su cuarto, pero nada sucedía. En esta oportunidad, Isabel, le rasgo la piel de la espalda. Líneas de piel alimentaba su incesante hambre humana.
***
Tras violar repentinamente a Jacinta, Juan Vicente salió del baño y se vistió. Afuera la noche caí en todo su esplendor. La luna daba poca luz, no había antorcha cerca que iluminara el sendero de regreso a casa.
Camino a ciegas, dio con un árbol de manzanas. Intentó agarrar una, pero repetidamente escuchó
-¿Por qué lo hiciste?-
-Dime Juan Vicente, por qué lo hiciste-
Un frio de ultra tumba recorrió la espina de Juan Vicente al recordar aquella voz perteneciente a Isabel. Intentó voltearse para verla a la cara, pero fue muy tarde. Lo que quedaba de Isabel saltó encima de el y le mordió el cuello tantas veces, hasta que murió ahogado en su propia sangre. Desde entonces, Isabel pena en Caracas y en Maracay, asesinado a todos aquellos hombres celosos.
El cuento intercala el pasado y el futuro eso me agrada, buen cuento. Saludos
Gracias amigo.