Muchas veces no creemos que algo diferente y anormal sea verdad, o cuando te cuentan algo diferente a tu realidad y no crees y solo piensas está persona está mal de la cabeza, sin embargo cuando vives ese momento la forma de ver la vida cambia y no sabes que es real o que es fantasía .
Bueno, lo que les voy a contar fue algo que me sucedió más o menos hace 11 años, y sé que muchos pensarán que lo que voy a contar no puede ser verdad pero no digo mentiras.
Un día salí temprano de estudiar, siempre tenía la costumbre de salir de la escuela e ir a jugar billar o fútbol, pero esa vez, no sé por que, pero el cuerpo me pesaba y está muy mareado. Me despedí de mis amigos y me fui a casa. Al llegar me recosté en mi cama y me dormí. No pasó ni un minuto cuando sentí que una persona me llamaba que fuera. Medio dormido, me senté en la cama y solo escuché cuando me decía:
—Ven, estoy aquí, ven, estoy aquí, tranquilo…
Era la voz de un hombre. Me di cuenta de que provenía de la parte de atrás de la casa, lo raro era que no había nadie, pues mis hermanos y mi madre estaban trabajando. Y la voz una y otra vez me llamaba, diciendo:
—Ven, estoy aquí, ven, estoy aquí, tranquilo…
Extrañado, decidí ir donde un amigo me pare pero no fui capaz de ir a la puerta principal, era como si algo no me dejara y tampoco podía hablar; por más que tratará de decir algo, gritar, nada.
En ese momento escuché un ruido, como si estuvieran caminando en zapatillas, sonaba muy suave y lento. Miré la puerta de atrás y camine hasta ella sin poder detenerme, era como si mi cuerpo lo controlará alguien más. Mi mano tocó la chapa y abrí la puerta despacio; mi otra mano quedó tocando la perilla, ya no podía mover ninguna parte de mi cuerpo. Al mirar hacia el patio, me percaté de que algo se movía en la esquina de la zanja y ví a una persona que venía caminando con lentitud. Los pasos eran cada vez más fuertes y cada vez estaba más cerca de mí.
Era un hombre alto y delgado, se le veía un traje de corbata el cual era blanco, muy blanco tanto que parecía como si irradiara. Tenía un sombrero el cual le llegaba hasta la parte de las cejas. No le ví la cara. En ese instante era tal el sonido de sus pasos, que mi cuerpo temblaba y no podía moverlo. Trataba de pedir auxilio pero no me salía la voz. Cuando llegó frente a mí, solo podía verlo fijamente, no era capaz de mirar a otro lugar. Él movió una de sus manos. yo parpadeé…
Su cara, de la nariz hacia arriba, era negra, tanto que solo se apreciaba un vacío demasiado oscuro. Bajé la mirada y me sonrió. Cuando cerrar la puerta para poder sacarlo él desapareció. Me faltaba poco para cerrar y en un parpadeo había vuelto, llegó tan rápido que pensé que le partiría la cabeza con la puerta. Sonrió de nuevo y dijo:
—Dame tu alma.
No sé cómo, pero pude hablar y me negué.
—¡No, no, no!
Luego sentí un golpe en el pecho que me empujó muy duro, cuando estaba por tocar el suelo desperté en mi cama. Al parecer todo había sido un sueño.
Estuve muchos días sin poder estar solo en la casa, desde ese entonces siempre esperaba a que estuviera alguien de mi familia para entrar cuando volvía del colegio.

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