Descrupción: Adelaida ha recibido una vieja mansión como herencia, pero pronto descubrirá que guarda más secretos de los que se imagina.
Personajes: Adelaida, Simón, Señora Daniels
PRIMER ACTO
Se abre el escenario mostrando una sala de estar muy antigua. Entran en ella una anciana, una muchacha vestida de manera aristócratica y un joven de lentes, también muy bien vestido.
Adelaida: Gracias por atendernos a estas horas de la noche, señora Daniels. Mi esposo y yo sabemos que no es el horario más apropiado.
Señora Daniels: Cuando me escribieron comentándome que le habían dejado a usted esta casa en herencia, sabía que podían presentarse en cualquier momento, señora Adelaida. Como ve, la hemos mantenido en muy buenas condiciones.
Adelaida: ¿Tú qué dices, Simón?
Simón (frunciendo el ceño): ¿No te parece un sitio muy tétrico?
Señora Daniels: Es una casa muy acogedora si le da la oportunidad. Además, no se fíe, que por la mañana la verán muy distinta. (Se dirige hacia la puerta). Yo los dejo para que descansen, buenas noches.
Adelaida: Buenas noches, señora Daniels. (Se vuelve a su esposo). Por ahora, esto es lo único que tenemos hasta que logres estabilizar la imprenta, tuvimos que venderlo todo.
Simón: No me lo recuerdes, por favor.
Adelaida lo abraza.
Adelaida: Ya verás que nos sentiremos dentro de poco como en un hogar.
SEGUNDO ACTO
Simón y Adelaida se encuentran leyendo en la misma sala de estar, cuando escuchan un ruido. Son golpes.
Adelaida: ¿Alguien toca a la puerta?
Simón: Iré a ver. (Se levanta y sale de escena un momento, para volver desconcertado). No es nadie.
Adelaida: Que raro.
Vuelven a escucharse los golpes.
Adelaida: ¿Qué es eso?
Simón: Parece venir de esta misma habitación.
Los dos se levantan y se ponen a buscar, mientras los golpes van incrementando en fuerza y cantidad.
Adelaida (asustada): ¿Quién está ahí?
De repente se escucha una risita muy tétrica. La pareja mira con estupefacción, como surge una sombra en la pared (siluetas detrás del escenario) que parece burlarse de ellos. Las sombras aumentan creando un siniestro juego de claroscuros en el escenario. Un reflector ilumina a los esposos, que se ven acorralados por aquellos seres que ahpra, ríen y gritan.
Adelaida: ¿Quienes son? ¿Qué es lo que quieren de nosotros?
Simón: ¡Vámonos, Adelaida! ¡Escapemos!
Los dos tratan de correr hacia la puerta pero las sombras se los impiden. Lo último que se escucha antes de que el escenario quede a oscuras, son sus gritos de terror.
TERCER ACTO
La señora Daniels entra sigilosamente en la sala de estar vacía. Mira los muebles volcados con impresión y se lleva las manos a la boca.
Señora Daniels: ¿Qué ha pasado aquí? ¿Señora Adelaida? ¿Señor Simón? ¿Están? (Los busca por todas partes) Han desaparecido, igual que la vieja tía abuela de la señora Adelaida. Pobres.
De pronto, la anciana fija su vista en un rincón, donde surge una sombra que parece estarla mirando. La señora Daniels sonríe malévolamente.
Señora Daniels: Así que también se los han llevado a ellos. Muy bien, ya encontraré a nuevos inquilinos para ustedes. Pero recuerden que tenemos un trato.
La vieja ríe de forma macabra mientras las luces del escenario se desvanecen.
FIN
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