Vivo en un barrio muy agradable, en el centro de la ciudad. Por esta zona casi todas las construcciones son antiguas y el edificio en el que vivo no es la excepción. En realidad son varios, todos ellos históricos y con numerosos apartamentos de ventanas blancas, por las que es divertido mirar si vives en un piso lo bastante alto.
Como yo. A veces, cuando es de noche, me gusta acercar mi telescopio a la ventana y apuntar hacia el cielo. No consigo ver mucho con la iluminación eléctrica de las calles, pero es interesante.
Sin embargo, lo más curioso pasa en los otros apartamentos. Cuando dsvío mi telescopio y lo apunto hacia las ventanas del edificio que se alza enfrente. Puedes ver cosas realmente raras, como la mujer del segundo piso que se pone esa extraña mascarilla verde la cara, el hombre del sexto que hace ejercicio en calzoncillos y la chica del tercero que guarda fotografías de chicos en ropa interior bajo su almohada.
Solía ser divertido, antes de esa noche. Ojala esa noche no se me hubiera ocurrido mirar.
Eran aproximadamente las doce y yo no tenía sueño. Saqué el telescopio y apunté con él hacia el hacia el último piso. Había algo en la última ventana, tocando la ventana insistentemente. Entonces me paralice.
Era una figura humanoide, pero estoy seguro de que esa cosa no es un ser humano. Ninguno podría sostenerse así a semejante altura. No estaba vestido, parecía una especie de sombra, llamando sin cesar a la ventana. Y mientras intentaba descubrir que era, temblando, aquello volteó y miró directamente hacia mí.
Jamás en la vida había sentido tanto miedo. No podía despegarme del telescopio.
A través de la lente, alcancé a ver su rostro. Tenía una boca enorme que alcanzaba sus orejas, carecía de nariz y tenía dos ojos anormalmente diminutos. Era lo más monstruoso que había visto.
Aterrorizado, hice el telescopio a un lado, cerré la ventana y eché las cortinas. Luego me metí en la cama sin dejar de temblar.
Casi no pude pegar ojo en toda la noche.
Creía que se había tratado de una pesadilla a la mañana siguiente, cuando me levanté lleno de cansancio para ir a la escuela. No pude dejar de pensar en ello todo el día.
Y justo cuando me había hecho a la idea de que solamente lo había soñado, la noche volvió a caer.
No saqué el telescopio, había tenido suficiente con lo de el día anterior, fuera real o no. Me preparé para dormir y me arrebujé entre las sábanas, nervioso.
TOC, TOC, TOC.
El ruido de la ventana me dejó congelado. Sin moverme de donde estaba, supe que era eso. Estaba afuera de mi habitación.
No lo había soñado.
TOC, TOC, TOC.
El visitante volvió a tocar con insistencia. Traté de cubrir mis oídos con la almohada, pero el ruido no se detuvo nunca. Sabía que estaba dentro y no iba a dejarme en paz.
Desde entonces, no ha dejado de venir una sola noche.
Me gusto,gracias por escibirla.