EN LA PLAZA O EN EL PARQUE.
GERVASIO ES UN HOMBRE DE UNOS OCHENTA Y PICO DE AÑOS, DE ANDAR LENTO Y HABLAR PAUSADO. LLEVA PUESTO UN TRAJE VIEJO PERO ACOMODADO. LE DA DE COMER A PERROS IMAGINARIOS O QUE SOLO EL VE. MIENTRAS, TARAREA “O SOLE MÍO”. CERCA SUYO HA DEJADO UNA VALIJA. Y UN ATADO DE DIARIOS VIEJOS.
MALENA, UNA MUJER DE UNOS CUARENTA AÑOS, ESTÁ SENTADA EN UN BANCO. VISTE BIEN. PARECE DORMIDA O ABSTRAÍDA, ABRAZADA A SU CARTERA, HASTA QUE ESCUCHA EL CANTO DE GERVASIO. LO OBSERVA UN TIEMPO.
MALENA: ¡Buen día!
GERVASIO: ¡Buen día!
MALENA: ¿Puedo preguntarle qué está haciendo?
GERVASIO: Mire bien que está clarito.
MALENA: Si… pero… la verdad, no entiendo.
GERVASIO REALIZA LOS MOVIMIENTOS EXAGERADAMENTE PARA VER SI MALENA ENTIENDE LOS GESTOS.
GERVASIO: ¿Qué le parece esto?
MALENA: Parece alimentar a algún animal.
GERVASIO: CELEBRANDO. ¡Bien! Exactamente.
MALENA: Y… ¿se puede saber a qué animal le da de comer?
GERVASIO: Perros… perritos de la calle… perritos que andan solos por la vida. Que no son de nadie, pero son de todo el mundo.
MALENA: Y… ¿usted se los imagina? Porque yo no veo a ninguno. GERVASIO: ¿Usted, ve la comida que les doy?
MALENA: No, tampoco veo la comida. O sea que es un acto sin sentido.
GERVASIO: O sea que yo imagino los perros y usted imagina la comida. Es decir que a veces hay que ver más allá de lo que ven los ojos. ¿Verdad? Se
dará cuenta que este acto que para usted no tiene sentido, es para mí, una forma de elevar mi alma.
MALENA: ¿Elevar su alma? Mire usted que bien. Una idea un poco… GERVASIO: ¿Loca, querrá decir?
MALENA: Bueno… rara, por lo menos. ¿No?
GERVASIO: ¿De qué manera alimenta su alma usted?
MALENA: Mmmm, ¿Que pregunta? De muchas, creo.
GERVASIO: Dígame una. Aunque sea una. Ya que se vale de tantas maneras para alimentar su alma, podrá contarme una.
MALENA: PIENSA. Bueno… rezo todas las noches.
GERVASIO: ¿Es católica?
MALENA: Si. Tengo fe en Dios.
GERVASIO: ¿Reza para pedir o para agradecer?
MALENA: Bueno… siempre para agradecer. Algunas veces también para pedir.
GERVASIO: Dijo María: “Mi alma engrandece al Señor y mi espíritu se regocija en Dios mi salvador, porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava”
MALENA: Es muy creyente parece…
GERVASIO: ¡Claro! ¿Qué otra cosa puede salvar al mundo sino es el Señor?
MALENA: No tengo tanta ilusión. Los humanos estamos haciendo mucho daño al planeta.
GERVASIO: No pierda la esperanza. Ya sabe: es lo último que se pierde. Según dice el refrán.
MALENA: Somos demasiado egoístas. ¿No le parece?
GERVASIO: Uf, ¡Si, claro!
MALENA: La gente solo quiere ser libre. De cuerpo y alma. A nadie le importa el prójimo. Los valores que había en la familia… nada… todo perdido.
GERVASIO: ¿Por eso está triste?
MALENA: No estoy triste. Le parecerá a usted.
GERVASIO: CANTA
“Malena canta el tango,
Con voz de sombra,
Malena tiene pena…”
MALENA: LO INTERRUMPE. ¿Porque sabe que me llamo Malena?
GERVASIO: Me lo dijo un perro. Uno de la calle ¡eh! Vio que los callejeros saben todo, son como los chiflados RÍE. Como uno bah.
MALENA: Usted no parece loco.
GERVASIO: Chiflado nomás.
MALENA: Pero… no me dijo como es que sabe mi nombre.
GERVASIO: Es que no sabía que se llamaba Malena. Solo canté el tango porque la vi triste.
MALENA: Qué casualidad.
GERVASIO: ¿Vio?
MALENA: Y ya le dije que no estoy triste.
GERVASIO: No hace falta que me diga: “estoy triste”. La tristeza se ve en los ojos. Sobre todo, cuando la mirada es tan frágil como la suya.
MALENA: ¿De verdad ve en mí una mirada frágil?
GERVASIO: Por supuesto señora.
MALENA: Apenas me conoce. No puede saber cómo miran mis ojos.
GERVASIO: RÍE. Claro que sí. Conozco mucho de lo que dicen los ojos. Es que con la mirada también hablamos, señora.
MALENA: Yo no estoy triste.
GERVASIO: Decimos todo lo que pensamos, sea negativo o positivo. Vendría a ser… un lenguaje no verbal. ¿No le parece?
MALENA: Le digo que no estoy triste.
GERVASIO: ¿A usted no le parece que con la mirada enamoramos? MALENA: A veces sí.
GERVASIO: Y… ¿a usted nunca la han lastimado con la mirada? MALENA: …muchas veces.
GERVASIO: Por eso lloramos con los ojos y cuando reímos, los ojos se nos iluminan.
MALENA: Bueno… pero igual no estoy triste.
GERVASIO: Además de triste está negada y un poco terca. ¿No?
MALENA: ¿Porque mejor no sigue con sus animalitos? Y tarareando esa canción.
GERVASIO: ¿Quiere que le cante? Si usted quiere yo le canto. Pero tiene que ponerse un poco más alegre. Como la colombina.
MALENA: ¿Colombina?
GERVASIO: Si. La colombina es el personaje femenino del teatro italiano. Vendría a ser una mujer atractiva, alegre…
MALENA: Ni atractiva ni alegre… busquemos otro personaje… GERVASIO: Yo diría que tiene ambas cualidades, pero… hoy está contrariada. MALENA: Puede que tenga razón.
GERVASIO: Vio. Conozco bastante a la gente.
MALENA: Tal vez le convendría dar otra vuelta. Por ahí encuentra a alguien en mejores condiciones para su personaje.
GERVASIO: No diga eso.
MALENA: Claro, alguna mujer que tenga ganas de bailar cuando usted canta.
GERVASIO: Yo no le pedí que bailara, simplemente que demuestre alegría. Pero ya que lo menciona, podría bailar.
MALENA: No me gusta bailar. Hace tantos años que no bailo. GERVASIO: Cuando era chica bailaba, ¿O no?
MALENA: Y ¿usted que sabe?
GERVASIO: Todas las niñas bailan. El baile, el canto… la música, son parte de nuestro crecimiento. Diría que hasta ayudan a formarnos como personas. Sensibilizan, movilizan… ¿quién no se enamora con un adagio de Tomaso Albinoni?, por ejemplo. O… ¿Acaso no se le pone la piel de gallina cuando escucha a José Carreras cantando “O Sole mío”?
MALENA OBSERVA CON CIERTO ASOMBRO.
GERVASIO: RIE. Me mira así porque le suena raro. ¿No? Seguramente nunca ha escuchado esa música.
MALENA: En realidad, usted me recuerda a una persona que extraño mucho, demasiado. Es muy llamativo.
GERVASIO: No se preocupe. Todos tenemos alguien a quien extrañar, y los recuerdos se nos confunden con otras realidades… u otros personajes… como yo. Aunque yo ya ni recuerdos tengo. RIE.
MALENA: Puede ser… es raro usted. Tiene algo especial. ¿Va a cantar o no? GERVASIO: Si usted sonríe, claro que sí.
MALENA: Está bien. Sonrío. SONRÍE. Después de todo no es un costo tan alto para una canción.
GERVASIO: Tampoco se vaya a creer que canto maravilloso. Lo hago de atrevido nomás.
MALENA: No importa. Veremos. A lo mejor me sorprende. Usted tiene algo que me dice que es un buen cantor.
GERVASIO: Ni lo diga, que se puede desilusionar.
MALENA: No creo. Le tengo fe.
GERVASIO: También le tiene fe a Dios y sin embargo no cree que pueda salvar al mundo.
MALENA: Esa fe es mucho más intangible.
GERVASIO: Tiene razón. ACOMODA LA GARGANTA CON UNOS EJERCICIOS.
CANTA
Somos novios
Mantenemos un cariño limpio y puro
Como todos
Procuramos el momento más obscuro
Para hablarnos
Para darnos el más dulce de los besos
Recordar de qué color son los cerezos
Sin hacer más comentarios, somos novios
GERVASIO: OBSERVA A MALENA QUE HA QUEDADO ABSTRAÍDA E INEXPRESIVA. ¿Se emocionó…? O ¿está completamente desilusionada?
MALENA: REACCIONA. Fue como escucharlo a él. Usted me trasladó a un lugar tan lindo.
GERVASIO: Cuénteme.
MALENA: ¿Le parece?
GERVASIO: Claro. Me encantaría. Seguramente tiene algo que ver con esa persona que extraña tanto. ¿Verdad?
MALENA: Si.
GERVASIO: Vamos, cuénteme. Dígame algo de él… o de ella. PAUSA
MALENA: El fondo de su casa. Lleno de plantas frutales. Naranjas, duraznos, limones, algunas frutillas, tomates… EMOCIONADA.Y el enorme parral de uvas Moscatel. Aún puedo recordar el olor de ese lugar. Ahí jugaba yo, horas y horas armando y desarmando la casita de maderas que él me construyó. Era perfecta: un techo pintado de rojo que se levantaba y por allí ingresaban mis muñecas: Rubia y Morocha. Así las llamaba yo, porque una era rubia y la otra morocha.
RIEN.
GERVASIO: Alusivos los nombres. Para no pensar demasiado. MALENA: OFENDIDA. Bueno… yo era una niña.
GERVASIO: Perdón… no la quise ofender. Disculpe.
MALENA: Tenía las puertas pintadas de blanco al igual que las ventanas. Las paredes de marrón y un caminito de piedras desde la puerta hasta la vereda, que también estaba cubierta de piedras.
GERVASIO: Todo un artesano el señor… bah, el…
MALENA: Mi abuelo. Era mi abuelo. PAUSA. Cuidaba tanto de sus frutales y su huerta. PAUSA. Mientras jugaba lo escuchaba cantar… y era como poner melodía a las aventuras de mis muñecas. Cuando no cantaba, silbaba. Nunca escuché a nadie silbar con la dulce melodía con la que lo hacía mi abuelo.
GERVASIO: Un músico completo don José.
MALENA: SORPRENDIDA. ¿Cómo sabe…? Nunca le dije que se llamaba José GERVASIO: Si, si… dijo: “mi abuelo José”, creo.
MALENA: No, no, estoy segura que nunca lo nombré. Además, jamás lo llamaría por su nombre. Para mí era mi abuelo Pepe.
GERVASIO: Ah, claro, debe de haber dicho Pepe, y yo enseguida asocié “Pepe igual a José”. Eso debe de haber pasado.
MALENA: No sé. Estoy casi segura que nunca lo nombré, pero, en fin, no tiene importancia. A lo mejor lo adivinó… o fue casualidad. Así como con mi nombre. Vio, usted es un poco especial.
GERVASIO: RIE. Como una pizza, digamos.
MALENA: No hombre. Especial, porque sin querer,” aparentemente”, descubrió mi nombre y el de mi abuelo.
GERVASIO: Honestamente yo también me sorprendo un poco. Hasta podría decirle que pude ver con mucha certeza la casita, las muñecas y hasta la vereda con piedritas. Y, sin mentirle, en un momento pude escuchar con claridad el silbido de su abuelo.
MALENA: ¿En serio?
GERVASIO: Tal cual. Yo no sé silbar, pero podría cantarle la melodía que pude escuchar.
MALENA: Me cuesta creerle. Y me asusta un poco.
GERVASIO: No se asuste. Al contrario. Ya le dije, son recuerdos que se juntan en el aire.
MALENA: Usted no sabe cuánto significó mi abuelo en mi vida.
GERVASIO: Puedo verlo, claramente. Pero no quiero perder de mi memoria esa melodía que sonó en mis oídos.
CANTA
‘O sole mio
Sta ‘nfronte a te
‘O sole, ‘o sole mio
Sta ‘nfronte a te
Sta ‘nfronte a te
MALENA: CONFUNDIDA Y EMOCIONADA. No puedo creerlo. De verdad mi abuelo siempre cantaba esa canción. Lo he escuchado cantar miles de veces. No puedo entender cómo es que usted pudo saber de esa canción.
GERVASIO: Solo escuché esa melodía muy lejos, justo cuando usted lo describía trabajando con sus frutales. No me pregunte más nada porque no tengo otra explicación. Y además tampoco sé la letra. ¿Cuánto hace que perdió a su abuelito?
MALENA: Apenas unos meses.
GERVASIO: ¡Recién! Está muy presente en usted.
MALENA: Tal vez sea él despidiéndose.
GERVASIO: No tenga dudas. Me conmovió la manera con que recordó aquel lugar, y sobre todo al parral de uvas.
MALENA: Cuidaba mucho de sus uvas Moscatel. Según él, los mejores vinos eran los hechos con esas uvas. ¡Las negras! Decía. RIE. Insistía en que su extrema dulzura, era una inevitable atracción para las moscas, y por eso antiguamente, se las comenzó a llamar Moscatel. No sé qué tendría de cierto, pero él lo describía como muy real. PAUSA. No hace mucho tiempo me dijo: “algún día vas a tomar de mi propio vino”. Me reí. Le hice muchas bromas con eso, y el insistió: “de verdad, Manina”, me decía Manina. “de verdad te digo. Y te va a gustar. Con estas uvas se puede hacer un gran vino. Pero todo tiene su proceso, y sobre todo tiempo”.
GERVASIO: Cosecha, despalillado, estrujado, fermentación y crianza… o envejecimiento.
MALENA: Exacto. Por lo que veo usted entiende bastante de vinos.
GERVASIO: Digamos que lo que más me gusta es tomarlo. Bueno, también verlo envejecer.
MALENA: Amé ese parral, amé esas uvas tan dulces. Al final del verano era un placer jugar bajo esa sombra rozagante. Los rayos de sol que atravesaban los racimos y se colaban entre las hojas hacían de aquel, un lugar maravilloso en el que me pasaba tardes enteras.
PAUSA. GERVASIO ACARICIA ALGÚN PERRITO IMAGINARIO. GERVASIO: Manina. ¿Puedo tutearla?
MALENA: Si, por supuesto.
GERVASIO: Me siento algo incómodo tratándola de usted.
MALENA: Bueno, tuteémonos mutuamente entonces.
GERVASIO: Claro. ¿Por qué no?
MALENA: Pero no sé su nombre. Y tampoco tengo las cualidades que tiene usted como para adivinarlo. RIEN.
GERVASIO: Gervasio es mi nombre.
MALENA: Qué bonito.
GERVASIO: ¿Lo dice en serio? Porque yo no creo que sea muy bonito. MALENA: Créame que es bonito. Importante. No común.
GERVASIO: Bueno, ahí lo describió mejor: no común. Para nada común. MALENA: Que no sea común no significa que no sea bonito. GERVASIO: Y, pero… cuando casi nadie se lo pone a sus hijos…
MALENA: Tonterías. La gente bautiza a sus hijos con nombres que solo están de moda. Ni siquiera piensan si a ellos les gustará una vez que sean grandes. ¡Si se usa, está bien!
GERVASIO: Malena es muy lindo.
MALENA: Me encanta mi nombre. Siempre me gustó. Incluso cuando era niña. PAUSA
GERVASIO: Que lindo sería poder revivir aquellos años bajo la parra. ¿Verdad?
MALENA: Si se pudiera yo lo habría hecho mil veces ya.
GERVASIO: Podemos hacer el intento.
MALENA: Imposible. No me vas a decir ahora que tienes una máquina en la valija, capaz de transportarnos al pasado.
GERVASIO: Algo así. O parecido.
MALENA: ¡Qué gracioso!
GERVASIO: No es una máquina, pero es algo cuyas propiedades tienen la capacidad de lograr algo… similar.
MALENA: A ver: si lo que te has propuesto hoy es encontrar a alguien para asustar o crearle variadas dudas, ya lo lograste. No hace falta más nada. Además, hemos hablado mucho de mí y nada de ti. Lo único que sé, hasta ahora, es tu nombre. Ni siquiera de dónde vienes ni qué haces de tu vida.
GERVASIO: De mi vida ya no hago más nada. Estoy demasiado viejo. Y, además, cansado.
MALENA: Creo que no te sientes tan viejo. Y, aun así, tendrás una familia. Tuviste una vida también. Algo para contar habrá.
GERVASIO: Hoy solo espero.
MALENA: ¿Solo esperas? No entiendo. ¿Qué esperas? O en todo caso: ¿a quién esperas?
GERVASIO: Espero lo único que se puede esperar a mi edad, y en este momento de mi vida.
MALENA: DUDA. ¿La muerte?
GERVASIO: ¿Cómo?
MALENA: CONFUNDIDA. Digo, por tus palabras parecieras decir que solo esperas la muerte.
GERVASIO: No Malena. Acaso, ¿Se puede esperar a la muerte? PAUSA. Ella siempre es una sorpresa. Aunque quieras esperarla, siempre te sorprenderá.
MALENA: Y ¿Entonces?
GERVASIO: Eres joven, tal vez un día veas que hay un tiempo en el que ya no importa el pasado… tampoco el futuro… y quizá tampoco importe el presente.
MALENA: Me cuesta entenderte. Por momentos…
GERVASIO: Está bien. No hace falte que me entiendas. A veces los viejos somos raros. Pienso que la piel que envejece, esconde lo vivido. A lo mejor con la intención de suavizar el peso de los años, o de permitirnos disfrutar el camino más largo, sin la pesadumbre de la historia. ¿No?
MALENA: Habrás tenido una vida muy triste. ¿Dolorosa?
GERVASIO: No lo sé. Habrá peores seguramente.
MALENA: Sigo sin saber absolutamente nada de ti. Y estoy sintiendo que no tienes ganas de contarme nada. ¡Hombre misterioso!
GERVASIO: RIE. Somos complicados los humanos, querida amiga. He oído decir que hay que vivir el presente, toda mi vida. Y ahora que tenemos la posibilidad de hacerlo estamos hablando de nuestra historia y nuestro pasado solo por el hecho de saber algo más el uno del otro. ¿Hace falta? ¿Podría cambiar algo entre nosotros saber cómo ha sido nuestra vida? ¿Se modificaría este momento?
MALENA: Seguramente no. Pero…
GERVASIO: Entonces vayamos a lo importante.
MALENA: ¿Y qué sería lo importante?
GERVASIO: ¿Olvidaste que íbamos a hacer el intento?
MALENA: Ah, es verdad. Me ibas a mostrar algo que me transportaría al pasado… pero… acabas de decir que no es importante saber cómo ha sido nuestra vida pasada. Por lo tanto, no cambiara nada volver a aquel momento.
GERVASIO: No para mí, por supuesto. Pero si lo logramos podría ser muy lindo para ti. Y es lo que importa.
MALENA: Por lo menos, es intrigante. Quiero saber qué es lo que tienes ahí. No puedo imaginar que cosa podría trasladarme al pasado.
GERVASIO: Puedo asegurarte que es mucho más sencillo de lo que piensas. Además, no soy tan sofisticado con mi valija. Te garantizo que no se trata de ningún artefacto electrónico de esos que usan ahora, ni nada que se le parezca.
MALENA: ¡Que suspenso! PAUSA. No te interesa saber quién soy, que hago, a qué me dedico. Pareciera que lo único que importa es mi pasado. ¿No?
GERVASIO: Soy viejo ya. Hace rato entendí que se conoce más sin preguntar. Cuando uno pregunta la gente cuenta lo que quiere contar. En cambio, me has contado de tu vida mucho más de lo que hubiera querido saber yo. Sé de tu infancia feliz, sé de tu abuelito, sé de tu casita y de tus muñecas. Sé del parral de uvas Moscatel. Y sé de tu tristeza.
MALENA: Te dije que no estoy triste.
GERVASIO: También sé que eres muy terca y que te cuesta reconocer algunos sentimientos.
MALENA: Bueno, no tengo el mejor de los días, pero tampoco quiero hablar de ello. Es mejor vivir el momento como dijiste antes.
GERVASIO: ¿Es el amor?
MALENA: ¿Qué cosa…? Ya te dije, no quiero hablar de eso.
GERVASIO SE QUEDA OBSERVANDOLA EN SILENCIO. SU MIRADA, PARA MALENA, ES COMO UNA CARICIA TIERNA EN EL CORAZÓN.
MALENA: Está bien… algo tiene que ver con el amor… o el desamor. GERVASIO: Así está mejor.
MALENA: ¡No! Nada está mejor. Todo está mal.
GERVASIO: Hablar de eso es importante. Si uno se lo queda guardado, ensucia el alma.
MALENA: No sirve de nada que te lo cuente, cuando ni siquiera sé qué voy a hacer de mi vida.
GERVASIO: Por algo hay que empezar. PAUSA. A tu abuelo Pepe: ¿Le contabas tus cosas?
MALENA: Todo.
GERVASIO: Sin pretender faltarle el respeto: podemos hacer que, por un instante, estás con él.
MALENA: Ojalá pudiera. Aunque no sé si sería capaz de contarle estas cosas hoy.
GERVASIO: El amor a veces duele. Es como ese amigo íntimo que cuando está te hace muy feliz y el día que se va te deja arruinado.
MALENA: A veces es confuso.
GERVASIO: ¿Te engaño?
MALENA: No.
GERVASIO: Tranquiliza…
MALENA: Fui yo…
GERVASIO: No tranquiliza tanto…
MALENA: ENOJADA. ¿Por qué siempre tiene que ser la mujer la engañada? GERVASIO: No quise decir eso.
MALENA: Es lo que me hace más vulnerable. Más débil ante la realidad. Quiero hablarlo, quiero acabar con esto, quiero ser yo quien cierre una etapa. Y sin embargo me siento tan culpable, tan rota, casi delincuente.
GERVASIO: ¿Por haber sido infiel?
MALENA: Y también por no tener el coraje suficiente para enfrentar y decir las cosas. Son años juntos y todo da miedo. Empezar de nuevo… sola…
GERVASIO: ¿Sola?
MALENA: Si, sola. Con una vez, suficiente.
GERVASIO: Si estás tan segura.
MALENA: Y… en realidad nunca se sabe, pero creo que no volvería a estar en pareja. Me casé muy joven, tuve a mis hijos, los crie, viví una vida de “matrimonio feliz”, puede decirse. Pasaron cosas en el medio, maravillosas y horribles. Como debe pasar en la mayoría de los matrimonios. Tuvimos momentos de mucho amor, en donde todo estaba bien. Todo era compartido y disfrutado en familia. Y tuvimos momentos en los que solo había oscuridad. Ese diálogo que teníamos tan lindo, se fue diluyendo. De pronto me pregunté: ¿Dónde quedaron los momentos de tanta pasión? Y aún no encuentro respuesta. Todo lo bello de la pareja se fue debilitando. Nos fuimos consumiendo y apagando como una vela.
GERVASIO: Se puede volver a encender…
MALENA: Mi abuelito no diría eso.
GERVASIO: Ah…
MALENA: Diría que cuando la vela se consumió ya es imposible volver a encenderla.
GERVASIO: Es verdad. Pero el amor no es tan solo una vela. Podría revivir, aún de las cenizas.
MALENA: No es mi caso. Y creo que tampoco el de mi marido. Estoy segura de que ambos sabemos que es una historia difícil de recomponer. Ya lo intentamos y no funcionó. Ahora, con otra piedra en el zapato, sería imposible. Por eso sé que tengo que tomar la decisión, pero me cuesta tanto…
GERVASIO: Cuando la decisión es tan difícil de tomar es probable que el amor aún no se haya terminado. Es seguro que cuando pasaron tantos años juntos aún se quieren. Pero también es cierto que el tiempo también genera vacíos que parecen imposibles de llenar.
MALENA: Nuestros hijos aún son tan…
GERVASIO: Claro… la idea inicial de una familia, hogar, hijos, ya se concretó y ahí se genera el vacío más importante.
MALENA: Tampoco son tan niños, pero no me gustaría que sufran por vernos separados.
GERVASIO: Ese miedo es el peor de los todos los miedos. Pero también debe ser feo para ellos ver a sus padres juntos, pero jugando en equipos diferentes. ¿Podría decirse así no? RIE.
MALENA: Es original la definición…
GERVASIO: Se genera esa confusión de “para que lado patear”. ¿No?
MALENA: Creo que sí. Te gustan las comparaciones con el futbol.
GERVASIO: Sea como sea, me parece que, si vas en busca de otra oportunidad, debería ser planteando las verdades, para comenzar una nueva relación.
MALENA: ¿…?
GERVASIO: Digo… una relación diferente.
MALENA: ¿Con mi marido?
GERVASIO: Claro, ¿por qué no?
MALENA: Porque acabo de decir que ya no me interesaría comenzar una nueva relación.
GERVASIO: Bueno, sería nueva… pero no tan nueva. Digamos que solo se cambiarían algunos jugadores. Algo así como la columna vertebral del equipo. Digamos el dos, el cinco y el nueve.
MALENA: En mi caso habría que cambiar todos los jugadores, creo.
GERVASIO: Y bueno, no es común, pero si es necesario… también se puede cambiar los jugadores de posición, como hizo Pizzuti en Racing. Los iba cambiando de lugar en la cancha, y así logró que el “equipo” funcionara mejor. Al “Coco” Basile, que era volante, lo puso de seis. ¡Una locura! Pero claro… lo tenía a Perfumito al lado… ¿Mira que dos? A lo mejor acomodando algunas piezas…
MALENA: ¿No era que no recordabas nada de tu pasado?
GERVASIO: SEÑALANDO EL ATADO DE DIARIOS VIEJOS. Son los diarios que he guardado los que me mantienen informado.
MALENA: ¿Informado…?
GERVASIO: Bueno… digamos… me cuentan un poquito de lo que ha pasado en la vida.
MALENA: ¡Qué suerte!
GERVASIO: Bueno… aquel Racing se caracterizó precisamente por cambiar constantemente la posición de los jugadores. ¡Y tuvo mucho éxito eh! Ganó varias copas. El equipo de la triple corona, decía el mundo entero. Teniendo en cuenta esta visión habría que cambiar algunas cositas nada más.
MALENA: Así parece fácil.
GERVASIO: No, claro que no es fácil. Pero ¿hay algo fácil cuando se trata de reconstruir una relación? Mira que en ese momento la Academia se iba al descenso y Pizzuti con Basile y Perfumito…
MALENA: ¡Bueno basta! Es mi matrimonio, no un equipo de fútbol. Si se tratara de un partido no estaría como estoy.
GERVASIO: ¿Cómo estás?
MALENA: Con ganas de enojarme y romper todo.
GERVASIO: Una vez Indira Gandhi dijo: “el amor tolera, jamás se irrita y nunca toma venganza”.
MALENA: ¿Entonces qué hago?
GERVASIO: La respuesta a esa pregunta es tuya solamente. Yo puedo decirte que no pienses en tus hijos, piensa en ti, en tu felicidad y en lo que quieres para tu vida. No solo para un momento, sino para cada momento de tu vida.
MALENA: Ahora sí me recuerdas mucho a mi abuelito.
GERVASIO: También debes pensar en la persona que está a tu lado.
MALENA: Cuando digo “nunca más”, también me refiero a que sería muy difícil volver a encontrar a otra persona como él.
GERVASIO: ¿Tu marido…?
MALENA: Es un gran padre. Y, por un tiempo, fue muy compañero conmigo. Creo que la rutina nos agotó. Esas horas del día que son siempre lo mismo. Cada uno con sus cosas, sus problemas, que siempre son problemas. ¡Qué
difícil es sobrellevar nuestras preocupaciones, sin involucrar al resto de la familia! En alguna época los fines de semana eran exclusivos de la familia. Después ya no. ¿Por qué? ¡¿Por qué tuvo que ser así?! PAUSA. Hace un
tiempo, estábamos de vacaciones, lejos de casa, en el sur, Neuquén. Paseábamos a orillas del lago. Nos sentamos en unas rocas y mientras tiraba piedras al agua me dijo: “¿Amor, y si nos venimos a vivir al sur? ¡Mira lo que es esto! Un paraíso.” Creí que hablaba en broma y me reí. Entonces insistió: “De verdad te digo, vendemos la casa, y compramos algo acá. Mi trabajo lo puedo hacer acá, igual que allá.” Es radiólogo. Le dije que no me parecía, que los chicos tenían su escuela, sus amigos, sus actividades, y sería un cambio demasiado grande en este momento de sus vidas. Pareció no importarle lo que yo decía, y siguió hablando de todo lo que haríamos allí. Hasta que lo corté preguntándole a dónde quería llegar con todo este planteo. Me dijo: “quiero que volvamos a ser felices”. No esperaba esa respuesta. Ni me la imaginaba. Pero intuía que era algo de lo que pasaba entre nosotros. Siguió tirando piedras al agua. Yo no supe que decir. No podía siquiera mirarlo a los ojos.
GERVASIO: Y ¿entonces?
MALENA: Me agarró de la mano y volvimos a caminar. Nunca más hablamos del tema. Creo que hicimos lo que pudimos para recomponer la relación, pero sin hablarlo demasiado.
PAUSA. GERVASIO DA ALGUNAS VUELTAS EN EL LUGAR COMO SI ESTUVIESE BUSCANDO ALGO. ALIMENTA A ALGÚN PERRO IMAGINARIO, LO ACARICIA.
GERVASIO: SIN MIRAR A MALENA. Yo no puedo recordar nada de mi pasado, y sin embargo eso no me apena. A lo mejor a ti te sirve de ayuda.
MALENA: No entiendo. ¿Por qué me serviría de ayuda?
GERVASIO: CONTINUA CON SUS PERRITOS IMAGINARIOS. ¿No te dice nada que un viejo como yo no recuerde nada de su vida? Son un montón de años los que he vivido, y aun así es como si no hubiese pasado nada. Y no creo que haya tenido una vida tan vacía. ¿No te parece?
MALENA: No lo creo. Y me parece que lo que quieres decir es que a veces hay que olvidar las cosas que nos han pasado para volver a empezar. Pero… no sé si eso se puede hacer… no lo creo posible.
GERVASIO: Tal vez. SEÑALANDO SU VALIJA. Entonces es tiempo de hacer el intento.
MALENA: Si, es mejor. Me volvió la intriga. Necesito saber de qué se trata.
GERVASIO VA A LA VALIJA Y LA ABRE. HAY EN ELLA UNA BOTELLA DE VINO TINTO SIN ETIQUETA, Y UNA COPA ENVUELTA EN UNA SERVILLETA BLANCA. TODO ESTÁ MUY ORDENADO EN LA VALIJA, COMO QUE ES LO ÚNICO QUE HAY EN ELLA. DESENVUELVE LA COPA Y CON LA SERVILLETA VA HACIA MALENA.
GERVASIO: Necesito vendarte los ojos por un momento. Para que el secreto tenga mejor efecto. Solo por un momento.
MALENA: ¿En serio? Honestamente, me da un poco de miedo. GERVASIO: Tranquila, es un instante.
MALENA: Está bien.
GERVASIO, CON CIERTA DIFICULTAD EN SUS BRAZOS, BENDA LOS OJOS A MALENA CON LA SERVILLETA.
GERVASIO: Quédate aquí.
GERVASIO ABRE LA BOTELLA, TOMA LA COPA Y SIRVE UN POCO DE VINO EN ELLA. SE DIRIGE A MALENA Y LE ACERCA EL VINO A SU NARIZ PARA QUE PUEDA SENTIR EL AROMA.
GERVASIO: Huele lento y profundo.
MALENA INSPIRA PROFUNDO.
MALENA: Vino.
GERVASIO INCLINA LA COPA PARA QUE EL VINO EXHALE MAS AROMA.
GERVASIO: Ahora sentirás un aroma diferente, pero tienes que hacerlo suave, y visualizar lo que el vino te enseña. Sostén la copa y sigue con los ojos cerrados.
GERVASIO RETIRA LA SERVILLETA Y MALENA QUE PERMANECE CON LOS OJOS CERRADOS, HACE UNA INHALACION PROFUNDA Y MUY SUAVE. ES EVIDENTE QUE ESTÁ MUY EMOCIONADA.
MALENA: TRAS UN LARGO SILENCIO Y SIN ABRIR LOS OJOS. Es muy hermoso.
GERVASIO: Indira Gandhi, también dijo: “La inspiración divina llega cuando más negro es el horizonte”.
MALENA: ¿Puedo beber?
GERVASIO: Claro. Pero primero siéntate. Luego bebe tranquila.
MALENA: SE SIENTA AYUDADA POR GERVASIO. Tu aún no me dijiste qué es lo que esperas. Mejor dicho, me dijiste que no es a la muerte a quien estás esperando.
GERVASIO: Tal vez estoy esperando lo que viene después… MALENA: ¿Ya puedo abrir los ojos?
GERVASIO: COLOCA LA COPA EN LA MANO DE MALENA. Mejor bebe el vino, tranquila y con los ojos cerrados. El aroma y el sabor seguramente te harán ver muchas cosas de una manera diferente.
MALENA BEBE UN SORBO DE VINO Y SE QUEDA EN SILENCIO. DE A POCO IRA ADOPTANDO LA MISMA POSICIÓN QUE TENÍA AL COMIENZO, A LA VEZ QUE GERVASIO LE RETIRA LA COPA DE LA MANO. BEBE LO QUE QUEDA EN ELLA, LA ENVUELVE CON LA SERVILLETA, TAPA LA BOTELLA Y VUELVE A GUARDAR TODO EN LA VALIJA. COMIENZA A TARAREAR “O SOLE MÍO” AL TIEMPO QUE VA DESAPARECIENDO Y, DE LEJOS COMIENZA A ESCUCHARSE LA VOZ DE JOSE CARRERAS Y EL
TEMA “O SOLE MÍO”. MALENA, QUE PARECE DORMIDA, ESCUCHA Y REACCIONA. SE ENCUENTRA SOLA. MIRA A SU ALREDEDOR, SE SIENTE CONFUNDIDA. DE PRONTO NOTA EL SABOR QUE HAY EN SU BOCA Y CON UNA LEVE SONRISA MIRA AL CIELO
MALENA: Es un vino delicioso.
LA LUZ SE VA CON LA MUSICA DE FONDO
De Guillermo Gallego
Argentina
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