De nuevo una pesadilla. Con las piernas temblorosas, me levanté a tomar un vaso de agua fría. Me senté en la mesa ubicada en el centro de la sala a tomarla y a calmarme.
De un momento a otro las copas colgadas en el modular de la cocina comenzaron a caerse, tomé otro sorbo de agua y rodé los ojos fastidiado. Me levanté a limpiar ese desastre y una voz masculina me susurró a mis espaldas…
Volví a rodar los ojos, llené nuevamente el vaso de agua fría y me dirigí a la habitación de mi abuela dejándoselo en la mesita de luz.
Le di un beso en la frente y acomodé su camisón, sin tocar el trozo de cristal clavado en su cuello.
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