Recuerdo que David siempre fue la persona más escéptica que había conocido,de esos que nunca perdían la oportunidad de demostrar que cualquiera de las historias de fantasmas o extraterrestres no eran más que cuentos para no dormir. Al parecer el misterio se quiso vengar de sus palabras y demostrarle que lo más terrible que puede esconderse en la oscuridad de la madrugada.
Una noche, durante un viaje que todos hicimos a un perdido pueblo de Galicia, David se empeñó en salir de madrugada para comprobar si era cierta la popular leyenda de La Santa Compaña, esa procesión de muertos en busca del perdón y la liberación.
Eran las 3 de la madrugada cuando los tres menos cansados y más atrevidos del grupo salimos para pasear entre el tupido bosque gallego con un par de linternas. En cuanto nos internamos en el bosque empezamos a oir algunos sonidos, que a nosotros nos inquietaban pero David descartaba diciendo que serían animales o el viento. Pero a mi en ocasiones me parecía que el silbido del viento traía unos extraños murmullos que me helaban la sangre.
Esos murmullos fueron haciéndose más claros conforme nos adentrábamos en el bosque, y llegó un momento en el que vislumbramos una hermita al final del estrecho camino que seguíamos. Parecía abandonada, pero de ella salía una luz muy tenue cuyo origen nos era imposible identificar.
Tanto nuestro otro compañero como yo, que ya estábamos aterrorizados ante esos silbidos y murmullos que no entendíamos, decidimos volver inmediatamente. Pero David, como siempre, quiso continuar aunque fuera solo.
Volvimos a casa dejándole allí y nos quedamos dormidos, pero una extraña pesadilla me despertó y me di cuenta de que David no estaba, por lo que fui a buscarle al bosque yo solo. Eran las 6 de la mañana y el día comenzaba apenas a nacer.
Me encontré en el mismo sitio donde lo dejamos, inconsciente y blanco y frío como un témpano. Tras zarandearlo un poco y darle unos ligeros golpes en la cara para que despertase, abrió unos ojos llenos de terror y se agarró a mí desesperadamente. Intenté tranquilizarlo y cuando lo conseguí me contó la terrible historia que aquí escribo:
no asusta nada es te cuento y ni da miedo soy valiente y no meda miedo nada
Aburre un poco