Descripción: El pueblo de Damián atraviesa por una grave sequía, pero una señal del cielo podría devolverles a sus habitantes la esperanza.
Personajes: Damián, Servando, Doña Lucero, María, Ángel
PRIMER ACTO
Servando y Doña Lucero, dos personas vestidas como campesinos, se encuentran en mitad del escenario mirando hacia arriba, como si buscaran algo. Detrás de ellos, la escenografía muestra una tierra árida y estéril. No ha llovido en días.
Doña Lucero: ¿Nada, verdad? No se ve ni una sola nube.
Servando: Y yo que pensaba que pronto iba a llover. Si no cae agua pronto, no sé que va a pasar con estas tierras. Hace tanto tiempo que no se puede cosechar nada y los alimentos se están acabando.
Doña Lucero: Hay que tener fe, seguro que pronto cae algo.
Servando: ¡Bah! Yo ya perdí toda la fe.
Salen del escenario y entran Damián, un joven, acompañado de María, una niña.
María: ¿Escuchaste eso, Damián? Don Servando está muy preocupado.
Damián: ¿Y cómo no? Si no ha llovido en tanto tiempo, ¿qué estará pasando?
María: Debemos hacer como Doña Lucero dice, no hay que perder la fe, ¿verdad?
Damián suspira.
Damián: No lo sé, María… por lo pronto, yo me voy a cazar unos conejos. A este paso será lo único que podremos comer.
SEGUNDO ACTO
Damián entra en el escenario con una escopeta bajo el brazo. Ve que en el centro del escenario hay tres cruces y frunce el ceño.
Damián: Que raro, ¿cuándo apareció esto aquí?
Un muchacho vestido de blanco entra en escena desde el otro lado.
Ángel: Acércate, Damián.
Damián: ¿Cómo sabes mi nombre?
Ángel (sonriendo): Estás pisando suelo sagrado, hace mucho tiempo, unas personas cristianas que ayudaban a la comunidad colocaron estas cruces aquí, para agradecerle a Dios por todas las bendiciones que les había dado. Pero ahora parece ser que los lugareños se han olvidado de eso: de vivir cada día dando gracias por lo que tenemos.
Damián: Es que todos están muy preocupados, hace tanto que no llueve. Algunos piensan que nos vamos a morir de hambre y sed.
Ángel: No te preocupes, eso no sucederá. Tú puedes hacer un milagro si tan solo tienes algo de fe.
Damián: ¿Yo? Pero yo solo soy un campesino insignificante.
Ángel: No digas eso, todos los seres humanos son valiosos. ¿Confías en mí?
Damián: Sí… no sé quien eres, pero creo que sí.
Ángel: Entonces ven y ponte a orar conmigo. Vamos a pedir juntos por todas las personas de tu pueblo, para que vuelvan a tener abundancia y esperanza en Dios.
Ambos se arrodillan frente a las cruces y comienzan a rezar.
TERCER ACTO
De vuelta en el pueblo, Servando y Doña Lucero se impresionan al ver caer unas gotas de agua.
Servando: ¡Imposible! Pero si está lloviendo.
Doña Lucero: ¡Bendito sea Dios! Le dije que había que conservar la esperanza.
Damián entra en el escenario con una sonrisa y María corre hacia él.
María: ¡Mira Damián, mira! ¡Está lloviendo!
Damián; Lo sé, María. Parece que lo único que le faltaba a nuestro pueblo era un poco de fe y confianza. Y mucho agradecimiento.
María: ¿Agradecimiento?
Damián: Sí, por las cosas buenas que Dios nos da cada día.
FIN
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