Rusia es conocida a nivel internacional por sus famosas muñecas matrioshka, su ballet, su vodka y el frío de sus paisajes. No obstante, el país también cuenta con un lado oscuro inspirado por los mitos urbanos y folclóricos que forman parte de su cultura. Algunos de ellos son tan escalofriantes, que hasta el día de hoy siguen aterrorizando a las nuevas generaciones.
A continuación, te mostramos seis leyendas rusas de terror sumamente macabras, que harán que no vuelvas a ver a los rusos de la misma manera.
La monstruosa Baba Yagá
Baba Yagá es quizá el personaje más famoso de Rusia, pues aparece tanto en cuentos de hadas como en historias de miedo. Es representada como una mujer anciana, de larga nariz azul y cabellos blancos, con dos hileras afiladas de dientes de acero, con los que puede descuartizar a sus víctimas a mordidas. Vive en una casa que puede moverse sola, gracias a las dos enormes patas de gallo que le crecen por debajo y cuya valla se encuentra rodeada de cráneos humanos. Cuando sale, va volando sobre una enorme palangana con la escoba en la mano.
La bruja Baba Yagá es muy temida por los rusos debido a su naturaleza cruel. De ella, se dice que busca a niños para robarlos y devorarlos, algo que también hace con los viajeros que se cruzan en su camino.
Tradicionalmente se cree que custodia las Aguas de la Vida y la Muerte, líquido que tiene la capacidad de sanar a los heridos y resucitar a los muertos.
A pesar de sus macabros antecedentes, en algunas historias, Baba Yagá se muestra dispuesta a ayudar a los humanos, siempre y cuando le entreguen algo a cambio. Algunos trabajan para ella, limpiando su casa y cuidando de sus caballos. Otros, le llevan rosas azules, con las que puede preparar un té que le permite rejuvenecer.
Los fantasmas de la Casa Ipatiév
Durante la Revolución Rusa a principios del siglo XX, la familia del zar Nicolás II, de la dinastía de los Romanov, fue arrestada por los bolcheviques y trasladada a Ekaterimburgo, donde fueron retenidos en la Casa Ipátiev, residencia que había pertenecido a un rico comerciante. Nicolás y su esposa, la zarina Alejandra, tenían cinco hijos: Olga, Tatiana, María, Anastasia y el pequeño Alexis, que solo llegó a cumplir trece años de edad.
El 17 de julio de 1918, los Romanov fueron conducidos al sótano del lugar y asesinados. Un grupo de hombres les disparó sin piedad y remató a las chicas con bayonetazos. Desde este sangriento crimen, se dijo que la Casa Ipátiev estaba maldita por los espíritus de los zares.
Durante los años 70 la construcción fue demolida y el acceso restringido por las autoridades. Hoy se ha convertido en un museo, en el que de vez en cuando, se escuchan voces y ruidos extraños.
El coleccionista de órganos
Hubo una época en la que el terror colectivo era una constante entre la gente de Moscú y otras ciudades rusas, y no era para menos. En ese tiempo, existía el rumor de que había un hombre que salía por las noches para secuestrar personas, a las cuales torturaba con lujo de violencia y les quitaba los órganos. Usualmente, los afectados conservaban la vida y se despertaban desorientados en algún sitio desconocido, solo para descubrir que tenían una cicatriz en alguna parte del cuerpo. Otras no corrían con la misma suerte y jamás regresaban a casa.
Se dice que el coleccionista; como apodaron a aquel maldito maniático, gustaba de guardar los órganos robados en frascos de vidrio para conformar su macabra colección. Otros afirman que lo más probable, fuera que tuviera contactos en el mercado negro para venderlos.
Fuera como fuere, no se sabe si realmente existió el susodicho. Aunque todavía hay quienes prefieren no salir de casa por las noches.
Los fantasmas del teatro Pushkin
En 1914, el famoso actor y director Alexandr Taírov inauguró el teatro Pushkin, una de las construcciones más emblemáticas de Moscú en honor a un gran poeta. Para 1950, se planeó una serie de reformas para ampliarlo y fue así como algunas de sus alas empezaron a levantarse sobre lo que era el cementerio de Juan el Apóstol.
Al enterarse de esta profanación, Alisa Koonen, viuda de Taírov, lanzó una maldición sobre el lugar, que a partir de entonces fue escenario de diversas desgracias y protagonizó varios escándalos. Muchos actores y puestas en escena fracasaron rotundamente al presentarse aquí. La gente fue dejando de asistir progresivamente, ya que se sentía incómoda por el ambiente que se respiraba en el interior. Los asistentes afirmaban que en medio de las obras, podían escucharse lamentos y fallidos sobrenaturales, venidos de no sabían donde.
Se aseguraba que eran los espíritus de los muertos enterrados en el cementerio, quienes se habían apoderado del teatro, al ver interrumpido su descanso.
Esta situación continuó hasta 1991, cuando se llamó a un sacerdote para bendecir el edificio. Cuentan que en aquella ocasión, testigos vieron como una mariposa de impresionantes colores entraba por una ventana, revoloteaba encima de sus cabezas y desaparecía al instante. Dicen que fue una señal del cielo.
Desde la bendición del teatro Pushkin, este volvió a recobrar su gloria de antaño y los fenómenos paranormales cesaron por completo.
Sgroya, la dama de las nieves
En Rusia, el invierno es mucho más crudo que en otras partes del mundo y cada vez que nevaba, la gente recordaba la historia de la doncella de las nieves, una misteriosa mujer que aparece solo durante esta estación para amenazar a los hombres.
Cuenta la leyenda que hace muchos años, vivía en una aldea Sgroya, una joven de gran belleza que tenía varios pretendientes. Ella terminó enamorándose de un apuesto muchacho, con el que vivió un apasionado romance. No obstante, cuando estaban a punto de casarse, la pobre descubrió que él la había estado engañando con otra todo ese tiempo.
Llena de cólera, Sgroya juró que se las pagaría, salió de su casa en medio de una tormenta de nieve y se convirtió en un espíritu vengativo, con un inmenso odio hacia el género masculino y las infidelidades.
Desde entonces se dedica a seducir a los hombres para quitarles la vida.
Acostumbra aparecer en los caminos solitarios para cazar a los tipos viciosos y traidores, quienes se quedan profundamente impresionados por su hermosa. Aprovechando el trance, la mujer les hace señas para que se acerquen, algo que los infelices no pueden evitar. Una vez que tiene a su víctima cerca, la doncella le besa en los labios y se convierte en un carámbano de hielo, congelándole hasta morir.
La gente de los pueblos pequeños y las zonas rurales le tiene un gran temor y respeto; normalmente, se cree que cuando una nevada cae con fuerza, es que Sgroya está acechando y se siente furiosa.
La novia fantasma
Un muchacho judío de pueblo que estaba a punto de casarse, viajó con su mejor amigo al pueblo en el que vivía su prometida. En el camino, los jóvenes se toparon con una rama pequeña que sobresalía del suelo, la cual se parecía muchísimo a un dedo humano. El novio, jugando, sacó el anillo que era para su novia y lo colocó en la rama. Acto seguido, él y su acompañante ensayaron los votos nupciales y bailaron como si ya estuvieran en la fiesta.
En ese instante la tierra se movió, revelando el cadáver de una mujer que llevaba un vestido blanco de bodas. Era una joven que había muerto hace mucho tiempo, justo antes de contraer matrimonio.
La difunta se levantó de su tumba, ante los ojos horrorizados de los muchachos y con voz espectral, empezó a demandar sus derechos como esposa.
Los amigos escaparon al pueblo, donde le contaron al rabino todo lo que había sucedido y como la novia fantasma los estaba siguiendo. Mientras tanto la prometida del novio, al enterarse de lo que había ocurrido, rompió en llanto y le suplicó al rabino que hiciera algo por ayudar a su amado.
-Dado que el anillo se entregó y los votos fueron pronunciados, el matrimonio es válido -fue lo que él respondió-. Sin embargo, también es verdad que los muertos no pueden reclamar a los vivos.
Al saber esto, la novia fantasma liberó un aullido de dolor. Siempre había sido su ilusión casarse cuando estaba viva y formar su propia familia. Al verla llorar, la otra muchacha se apiadó de ella y le prometió que iba a vivir su sueño. Haría muy feliz a su prometido y los hijos que tuviera con él, serían hijos de las dos, por compartir el mismo marido.
La difunta le dio un abrazo y accedió a volver a la tumba, tras desearles toda la felicidad del mundo.
Curiosamente, fue esta leyenda la que inspiró al cineasta Tim Burton para realizar su película animada The corpse bride.
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