Descripción: Tomás y Rubén han secuestrado a la esposa de un importante empresario, pero cobrar la recompensa no será tan fácil como ellos pensaban.
Personajes: Tomás, Rubén, Doña Honorina, Don Asensio
ACTO ÚNICO
Tomás se encuentra nervioso, en una habitación bastante destartalada con un teléfono muy viejo. Camina de un lado a otro, mordiéndose las uñas y mascullando cosas.
Tomás: ¿Dónde estará? ¿Y si lo atraparon? ¡Ya decía yo que esto del secuestro no era buena idea!
Entra en escena muy apurado Rubén, su cómplice. Lleva del brazo a una mujer con una bolsa en la cabeza y trae en la mano una pistola, que sujeta con mano temblorosa.
Tomás: ¡Rubén! ¿Por qué tardaste tanto? ¡Creí que te habían atrapado!
Rubén: Es que… es que… no fue sencillo.
Doña Honorina: Ya lo creo que no, ¡por lo menos podría haber sido secuestrada por un profesional! Este pelagatos, se nota que es su primer secuestro.
Rubén: ¡Usted… usted cállese y siéntese aquí! (La obliga a sentarse en una silla). ¿Listo para hacer la llamada?
Tomás: ¿Ya?
Rubén: ¡Sí, idiota! Mientras más pronto cobremos el rescate mejor. Son Asensio Ruvalcaba tiene millones y seguramente querrá a su esposa de vuelta.
Doña Honorina: ¡Ese infeliz lo único que sabe es trabajar y manosear a su secretaria! ¡A ver si esto le enseña a apreciarme!
Los secuestradores toman el viejo teléfono y marcan el número de Don Asensio, cuya voz se escucha fuera de escena.
Don Asensio: ¿Diga?
Tomás: O-oiga cretino, ¡escúcheme con atención! Tenemos a su mujer secuestrada y más le vale hacer lo que decimos, ¡si quiere volver a verla con vida!
Don Asensio: ¡¿Quién habla?! ¿Qué clase de broma es esta?
Tomás: ¡Ninguna broma, señor! Queremos diez millones de dólares antes del viernes o… o… ¡se va a enterar!
Don Asensio: ¿Diez millones de dólares? ¡Ustedes están locos!
Rubén: ¡Pues los queremos en efectivo! Debe dejarlos en una maleta bajo el Puente Industrial… o… o…
Don Asensio (enojado): ¡¿O qué van a hacer?! ¡A mí ningún pelafustan va a venir a amenazarme por teléfono!
Rubén: Oiga señor… cálmese, nosotros solo…
Don Asensio: ¡¿Quiénes se creen que son?!
Tomás: Señor, escúchenos, nosotros solo…
Doña Honorina: Ay Dios mío, esto es peor que aquella pésima obra de teatro que fuimos a ver, estos pelagatos no saben lo que hacen.
Va hacia ellos y les quita el teléfono de las manos.
Doña Honorina: ¡Oyéme bien, imbécil! ¡Más te vale que hagas lo que te piden estos idiotas!
Don Asensio: ¡¿Honorina?!
Doña Honorina: ¡Sí, soy yo! ¡¿Qué esperas para pagar el rescate?! ¡Esta pocilga huele terrible! ¡Quiero ir a casa!
Don Asensio: ¡No voy a pagar diez millones de dólares! ¡Tu vida no vale tanto!
Doña Honorina: ¡¿Cómo te atreves, animal?! ¡Debí escuchar a mi madre cuando me advirtió que no me casara contigo!
Don Asensio: ¡Ya vas a empezar con la misma cantaleta!
Rubén: Oiga… el rescate…
Don Asensio: ¿Saben qué? ¡Quédense con esa vieja bruja!
Cuelga el teléfono.
Doña Honorina: ¡¿Asensio?! ¡¿Asensio?!
Tomás: Maldición, ¿y ahora qué hacemos?
Doña Honorina: ¡¿Cómo qué?! ¡Alguien vaya a traerme algo de beber! ¡Y limpien esta pocilga! Las cosas van a cambiar aquí de ahora en adelante.
Los secuestradores se miran asustados.
FIN
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