Este es un relato de la vida real, vivido por Lucas O Berman, yo vivo en una pequeña ciudad al norte de Uruguay, desde hace escucho tus relatos, me gustan los temas paranormales, debido a una experiencia vivida de niña, la cual no suelo contar para no despertar viejas heridas. Nací en el año 1930 en Colombia, de 4 hermanos yo soy la menor, mi familia era judía, mi vida era considerada un infierno, pues conocí a los peores monstros que podían existir.
En los tiempos donde intervinieron los nazis, muchas familias fueron separadas entre esas la mía, nosotros vivíamos en una comunidad judía, donde mi madre se desempeñaba como costurera y mi padre como zapatero. En esos días se vivía con miedo y hambre, hasta el momento en que los nazis enviaron familias a los campos de concentración, en estos sitios las mismas realizaban trabajos fuertes o simplemente morían en las cámaras de gas.
Cuando recuerdo esos días, lo primero que se viene a mi mente es el hecho de estar en un camión de ganado, rodeada de olores fuertes, las personas que con nosotros viajaban tenían miedo. Aunque aceptaban el destino que les fuera asignado, sin considerar que podían morir, al llegar y bajar de los vagones, la gente fue dividida para desempeñar distintas actividades laborales, otras personas eran llevadas a la cámara de gas, donde morían un día después de trabajo.
Mi familia fue separada, mis hermanos y mi padre fueron llevados a otro lugar para trabajar, luego morían en la cámara de gas, en este sitio hacia mucho frio y lo único que se lograba observar era el humo de las chimeneas de los crematorios. Ese era el lugar donde cremaban a los difuntos, mi madre, mi hermana y yo fuimos llevadas a otra área, en esta nos despojaron de nuestra ropa.
Luego nos llevaron a un pasillo donde un grupo de nazis nos raparon todo el cabello y bello del cuerpo, seguidamente nos bañaron con agua fría, nos dieron ropa harapienta para que nos vistiéramos. Para terminar nos tatuaron un número en el brazo. Cuando anocheció nos reunieron a todos en un patio, el aspecto de mi madre al igual que el de todas las mujeres que allí estaban era de dolor y desesperanza. Se nos asignó un barracón, en este habían tres hileras de literas de tres pisos, era un lugar muy pequeño, no había espacio ni para sentarse, el dormir era demasiado incomodo, el aspecto de otras mujeres que tenían más tiempo allí daba miedo, estaban desnutridas.
En el barracón conocí a una niña llamada aneska, ella era la única sobreviviente de su familia, sus piernas eran huesitos, había perdido una parte de sus labios, debido al maltrato de los guardias. Días después los mismos se llevaron a un grupo de mujeres entre esas mi madre, ese fue el último día que la vi, mi hermana fue asignada en el área médica. Su personalidad fue cambiando con los días, se estaba volviendo una persona insensible, debido a que ella tenía un contacto directo con la muerte, mi hermana se encargaba de arrastrar personas muertas en las carretas, algunas de las mismas aún seguían con vida.
Mi labor era en el área de la cocina, lavando los platos donde comían los oficiales, en ciertas ocasiones corría con suerte, los mismos dejaban plátanos, que yo comía desesperadamente. La comida de nosotros era, una porción de pan con un trozo de queso lleno de gusanos.
Al pasar los días mi amiga aneska fue enfermando, le empezaron a salir unas llagas en la piel y a tener fiebre. Un día de revisión ella no se pudo levantar, el guardia se sorprendió al no verla en el patio, entro la reviso y salió, al rato llego con más personas que vestían batas blancas, entre todos la llevaron al área médica, sentí un alivio porque imagine que la curarían. Cuando regrese para dormir ella aún no estaba, decidí esperarla para compartirle unas galletas con mermelada que había conseguido.
Al amanecer no la vi, imagine que seguía en el área médica. Una noche, me despertó un viento helado el cual me hizo temblar. Luego me pareció escuchar una voz infantil que me llamaba, al prestar atención a la misma, entendí que esta era aneska, me levante y asome por una ventana, afuera todo estaba solo, únicamente se observaba la luz del alambrado. Pero un momento después, ahí estaba aneska, su rostro era difícil de observar, con algunos gestos me indicaba que tenía hambre. Entre y tome un trozo de pan con una papa, salí a dársela pero ya no estaba, con susurros la llame, pero no apareció.
Luego empezaron a ladrar los perros, decidí dejar la comida debajo de una piedra y entrar corriendo. Al día siguiente, fui a ver si había comido, pero todo estaba allí, el pan solo tenía un mordisco y la papa estaba intacta, no entendí que había sucedido. La noche siguiente volví a hacer lo mismo, esa noche sentí la presencia de alguien al lado de la cama, al voltear era aneska, me sorprendí al verla acostada a mi lado. Pero ella solo repetía en voz baja, tanque, tanque, no entendía lo que sucedía, solo le dije que se durmiera.
Una revisión de sorpresa se realizado al amanecer, esta era para revisar quienes tenían pertenencias de contra bando entre sus cosas. Al terminar la supervisión murieron 14 personas, a las cuales se les encontraron objetos robados. Ese día llevamos los cuerpos en carretas hasta donde serían cremados, al llegar a ese lugar me sorprendió ver las botas de aneska entre los cuerpos.
Corrí a ver si era ella, sorprendida estaba allí muerta, empecé a llorar hasta que mi hermana llego con más cuerpos y me dijo, ¡No llores, esa infeliz lleva días muerta, debido a una fuerte fiebre!, entonces no entendía que sucedía, si días antes yo la había visto y escuchado.
Esa noche volví a sentir frio, mire la puerta que estaba entre abierta y allí estaba aneska, me acerque a donde estaba y ella solo empezó a caminar por un tramo entre los barracones hasta desaparecer. Al pasar los días, me acostumbre a la rutina, cada vez estaba más delgada, mi hermana había muerto también.
Un día me dirigía al almacén, cuando de repente escuche una voz, al voltear era aneska, pensé que venía a llevarme con ella. Pero en ese momento escuche que venía unos carros, pensé que eran del ejército nazi, pero no, eran del soviético. Al parar uno de ellos se me acerco y me dijo algo en un lenguaje extraño, solo que sé que entendí ¡eres libre!.
Tiempo después el destino me llevo a vivir a Uruguay, todavía despierto por las noches, asustada, debido a todo lo que había ocurrido, de igual manera ciento que me acompaña el recuerdo de aneska.
¡Sé el primero en comentar!