¿Crees que las coincidencias existen?
Vaya pregunta extraña, ¿no es así? Yo tampoco me la había hecho hasta este momento. Verás, hay algunas cosas que debería explicar.
Ayer hace un año, mi hija desapareció. Jamás recibimos ninguna nota o llamada de rescate, no hubo restos que recuperar o ninguna otra evidencia que ayudara a esclarecer algún crimen. Además de su propia ausencia, la situación se veía limpia.
Tenía solo catorce años cuando se esfumó, sin dejar huella.
Se llamaba Emily. Ahora puedo hablar en pasado con horrible seguridad. Es una horrible bendición que ha supuesto un precio espantoso para todos nosotros.
Desde el momento en el que Emily desapareció, la incertidumbre nos empujó a un estado perpetuo de ansiedad. Cada llamada, cada reportaje en la televisión o noticia en el periódico sobre «esa chica que había desaparecido misteriosamente», nos sumía en un terror puro e inexplicable.
Entonces recibí ese correo, justo ayer. Era de un remitente desconocido y decía saber la verdad sobre lo que había sucedido con mi hija.
Contenía lo siguiente:
Asunto: Pido disculpas por lo que hice
¿Qué tal, señora Stanfield?
No pienso decirle mi nombre, pues no es importante. Lo que de verdad importa fue lo que hice y lo arrepentido que me siento por eso.
Verá, yo maté a Emily y desgraciadamente, no fui rápido, ni piadoso. Murió de forma lenta y terrible.
Yo la amé por años, de un modo que podríamos considerar como inapropiado. Me dolía saber que ella no podría corresponderme, y eso que antes le había hecho insinuaciones. No obstante, estas nunca fueron de su agrado. Emily me tenía asco, lo que me hacía sentir furioso y humillado.
¿Sabe lo difícil que es cargar con una fantasía como la mía, señora Stanfield?
Fue por ello que tuve que hacer algo al respecto. No fue complicado convencer a Emily de que fuera a aquella vieja cabaña conmigo. Cuando cerré la puerta y vio la pistola que llevaba, no gritó. Debo admitir que aquello me decepcionó algo.
Usé unas pinzas, un cuchillo, un martillo y un taladro. Había tanta sangre… Emily demoró horas en morir, pero fue una chica fuerte. Debe sentirse orgullosa de ella, señora Stanfield.
Al final, tomé su cuerpo, lo corté en pedazos pequeños y los quemé en el bosque.
Siento mucho lo que le hice a Emily. No espero que me perdone, pero tal vez cerrar este capítulo le permita seguir adelante.
Le ofrezco mis más honestas disculpas.
…
Lloré un mar de lágrimas tras leer ese correo. No por la confesión del asesino, sino porque creí que aquello era una broma de mal gusto. Decidí callar y no mortificar más a mi familia.
El caso es que esta mañana, oí un disparo en la habitación de Joseph, mi hijo. Para cuando mi marido y yo forzamos su puerta, era muy tarde. Él había obtenido un arma por su cuenta y se había disparado en la cabeza.
Así que te lo vuelvo a preguntar, ¿crees que las coincidencias existen?
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