Cuento enviado por: Montserrat Sánchez (fan del blog). Para leer la 1era parte de esta historia, haz clic aquí.
Sin entender lo que sucedía, completamente desolada, y sin que se le ocurriera algo más que hacer, Aura decidió volver a su casa buscando el refugio de esas paredes en las que siempre se había sentido segura. Cuando caminaba pensaba en si se trataría de una broma, pero le pareció absurdo, tanta gente no se iba a desparecer tan rápido, pensó entonces que tal vez estaba en uno de sus sueños, seguramente se había quedado dormida mientras trabajaba en el aula, si, era eso sólo tenía que despertar; se esforzó tanto en hacerlo, se concentró, cerró los ojos, los abrió lo más que podía y se esforzó por escuchar lo que según ella estaría sucediendo a su alrededor, nada funcionó, porque siempre estuvo despierta.
Una densa neblina cubría las calles haciendo borrosa la visión y el frió aumentaba, al pasar junto a una casa, donde estaban varios tanques de gas alineados de entre los cuales vio a lo que le pareció ser un rostro muy pálido asomarse escasos segundos para luego desaparecer, con la esperanza de haber encontrado a otra persona Aura le llamó pidiéndole que no se fuera y se acercó a la hilera de tanques únicamente para comprobar que ahí no había nadie además de ella. Desilusionada se sentó a recordar los momento que siguieron al extraño trueno, recordaba que al instante se vio una luz muy blanca y brillante que se mostraba ante ella, esta luz le inspiraba paz, aunque solo se limitó a mirarla, tomándola como un reflejo del rayo que habría caído, fue al apagarse esta luz que se percató de que estaba sola y el sentimiento de soledad se hizo realidad.
Continuó el camino hacia su casa, al llegar, pretendía encender la televisión con la esperanza de escuchar algo sobre lo que ocurría en el noticiero local.
En el trayecto debía pasar por un convento abandonado que se encontraba ya en ruinas; pero para su sorpresa…
Qué raro, el edificio que se levantaba en el lugar no lucía en ruinas, aparecía en la calle como uno nuevo en óptimas condiciones, sería que ¿se había equivocado de calle?, no, lo más seguro era que lo habían restaurado, que raro que no lo notara antes, tampoco parecía abandonado, las luces estaban encendidas y se escuchaban voces al interior, algunas cantaban, Aura corrió hasta la puerta y tocó esperando hablar con alguien, pero por más que tocó, esperó y gritó que le abrieran todos sus esfuerzos fueron en vano, nadie salió del lugar, finalmente se cansó y desistió de sus intentos. Ya empezaba a sentirse desesperada cuando re emprendió el camino, la angustia que sentía se hacía cada vez más grande y se alojaba en su pecho haciendo complicada la respiración. Las lámparas solares de la calle empezaron a encenderse iluminando la ciudad, haciendo más visible la soledad en que se había sumergido. Sólo entonces Aura sintió una presencia cerca que le brindaba tranquilidad, sin embargo, no veía a nadie, parecía ser una presencia invisible que la seguía sin acercarse, al voltear atrás para no ver nada, alcanzó a escuchar un leve sonido semejante a un batir de alas al viento.
Cuando estaba a la mitad del trayecto comenzó a caer una fina llovizna que fue haciéndose cada vez más intensa, y el suave viento que antes corría se transformó en fuertes ráfagas, propias de una tempestad. Al doblar en una esquina, se encontró con unas huellas de lodo en el pavimento que parecían humanas, pero a juzgar por su tamaño eran infantiles, las siguió hasta donde se perdían, la puerta de una casa, estaba abierto por lo que entrar no significó ningún problema, lo primero que encontró fue una amplia sala a cuya derecha se encontraban unas largas escaleras, las huellas atravesaban la sala y subían por las escaleras, al llegar arriba se encontró con una hilera de habitaciones todas del mismo tamaño y color que no tenían nada en particular, solo una que tenía la puerta abierta y donde seguían las huellas hasta el interior llamó su atención, entró en ella y las pisadas se perdían frente a una ventana, pero antes se desviaban a un baúl junto a la cama, el baúl también estaba abierto, y tenía una mancha en su interior como si alguien hubiera removido un objeto que llevaba mucho tiempo ahí, también estaba una linterna de mano y una botella pequeña que decidió llevar consigo.
Tal parecía que alguien entró en la habitación, abrió el baúl, sacó el objeto de forma irregular y por alguna razón que no era adivinable por la escena, saltó por la ventana, Aura se asomó esperando ver a alguien en el jardín, pero estaba desierto. Al darse la vuelta vio que había una pequeña mesa sobre la cual estaba una fotografía, era la niña que encontró en las escaleras de la escuela ( en ese momento recordó el misterio que la rodeaba y que la encontró justo ese día después de que llevaba una semana ausente, abrió el cajón de dónde sacó una nota del periódico que leyó con horror, la nota narraba la muerte de una niña por un accidente provocado con una pelota, se trataba de la misma niña de la escuela y la fecha era de una semana atrás.
Pero, ¿es que acaso se encontró con un fantasma?, ella no creía en lo paranormal, pero ahora no tenía duda, lo que pasaba aquel día no correspondía a nada que hubiera vivido antes y no parecía estar al alcance de la ciencia. De nuevo bajó las escaleras y salió de la casa, no quiso averiguar más por temor a encontrarse con algo más impactante, ahora solo deseaba llegar a su hogar, se sentía al borde de la locura.
En la calle encontró un autobús estacionado, el cuál hubiera pasado desapercibido de no ser porque se parecía demasiado al que tomaba de niña para ir a la escuela y que terminó calcinado en un accidente sin víctimas.
Mientras caminaba, repasaba en su memoria todo lo que había comido y bebido desde la noche anterior, con la esperanza de encontrar algo que le estuviera causando alucinaciones, pero no, para su pesar nada le parecía sospechoso.
Cuando finalmente estuvo en su morada, se dirigió al televisor y lo encendió pero no había señal, ninguna imagen aparecía en él, solo un color gris cubría la pantalla. Salió al patio desde donde divisó por primera vez unas casas antiguas, al final de una loma, parecían muy antiguas y sintió la curiosidad de saber en qué fecha fueron construidas, así que se encaminó hasta ellas, mientras subía escuchó pasos a su espalda, se volvió esperando no ver nada, pero esta vez sí había alguien, la niña de la escuela y del periódico estaba siguiéndola cargando una muy antigua cámara, la saludo con más entusiasmo que en la mañana, Aura a quien a esas alturas casi nada podía sorprender, la tomó de la mano y llegaron juntas al caserío donde estaba sentada una anciana, al llegar se enteró que no se trataba de casa antiguas, sino de tumbas viejísimas.
La niña trató de calmarla, le dijo que no temiera, que volvieran a su casa donde quería mostrarle algo y así entendería todo lo que pasaba, sin más opción, Aura aceptó. La niña la llevó hasta su cama y le recordó que por la noche sintió algo moverse en sus pies, le señaló en su cama un pequeño animal llamado gusano de la muerte, cuyo veneno llega a ser mortal. Ahora todo tenía explicación para Aura, el gusano le picó durante la noche, como no le tomó importancia, el veneno se fue propagando por su cuerpo matándola lentamente, hasta que finalmente la vida se le escapó por completo en el salón de clases, el trueno que escuchó se debió al momento en que las puertas del otro mundo se abrieron para recibirla, la niña le explicó que por tratarse de una muerte inesperada, se encontraba al igual que ella atrapada en esa especie de dimensión en medio del camino, le extendió la cámara que llevaba, le dijo que pertenecía a su abuela y que llevaba muchos años guardada en un baúl, pero que ahora la había sacado porque escuchó alguna vez que podía utilizarla para observar el mundo de los muertos, ahora quería hacer todo lo contrario, ver el mundo de los vivos.
Para su fortuna funcionó, usándola en conjunto con la televisión, Aura vio el salón de clases, en él estaban varias personas entre ellas su amiga Ana, rodeando su cuerpo inerte.
La niña le explicó que no había visto a nadie porque no era consciente de su situación, pero no estaban solas, si se asomaba a la puerta lo podría comprobar, Aura lo hizo, ahí afuera estaban muchas de las personas fallecidas de forma repentina, estaba atónita, impactada, pero no estaba sola.
Autor: Montserrat Sánchez
País: México
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