Esto no es exactamente un cuento de terror, sino una aterradora experiencia de Navidad que me sucedió hace unos 4 años. En ese momento estaba embarazada de de 8 meses, tenía una enorme barriga y estaba haciendo algunas compras navideñas en el centro comercial. serían cerca de las 9 de la noche.
Al terminar mis compras salí para dirigirme hacia mi camioneta. En este centro comercial hay una carretera que rodea los locales, por lo que el estacionamiento se encuentra al otro lado del camino. Así que hay que cruzar la carretera para llegar a la zona de aparcamiento. Cuando salí de la tienda, noté a un hombre de pie en medio de la carretera. Miró hacia mí e hizo contacto visual conmigo. Miré hacia otro lado y seguí caminando.
En ese momento, pasaron junto a él dos hombres que iban al centro comercial. Él ni los miró ni les dijo nada, solo mantuvo sus ojos en mí. Noté que comenzó a caminar en mi dirección, pero continué caminando hacia mi vehículo. Luego escuché que me hablaba:
—Disculpe. ¿Me puede ayudar?
Aunque mi instinto me decía que mantuviera alejada de él, como cualquier persona sureña, tenía la tradición de ser educada con todos.
—¿Qué necesitas? —le pregunté.
Miró a su alrededor y dijo:
—¿Podrías ayudarme a encender mi auto? Creo que mi batería se descargó.
Ahora bien, puede que sea educada, pero no era estúpida. Por favor, si un tipo realmente estuviera teniendo problemas con su automóvil, ¿es probable que le pidiera ayuda a una mujer embarazada y sola en el estacionamiento, en vez de a dos hombres que acababan de pasar junto a él? Lo dudo mucho.
—Lo siento, no te puedo ayudar —le dije, caminando más deprisa.
Saqué mis llaves y me preparé para irme tan pronto como llegara a la camioneta. Él seguía tras de mí.
—¿En serio no me vas a ayudar? Solo necesito una mano.
—No. Disculpa.
Entré en la camioneta y vi que el desconocido corría hacia mí. Cerré las puertas y traté de arrancar, pero estaba temblando. Él llega al vehículo y golpeó mi ventana, gritando.
—¡Sólo necesito tu ayuda por un minuto!
—¡NO! ¡Aléjate! —le grité, molesta y aterrada.
Él tomó la manija de la puerta y trató de abrir.
—¡¡Sólo ábreme la puerta!!
Aquí es donde perdí la calma y decidí sacar mi revólver .38 Special de la guantera. Tengo licencia de portadora y sé como usarla por protección. Bajé la ventanilla, agarré el arma y apunté directo a su cara.
—No te lo voy a repetir ¡¡Aléjate de mí! —le grité.
Se quedó allí por un momento, en shock, estoy segura. Luego se dio la vuelta y corrió hasta desaparecer. No tengo idea de cuales eran sus intenciones, lo único que sé es que esa Navidad tuve que proteger a mi hijo y si algún extraño se me vuelve a acercar de esa manera, seguirá teniendo a la mano mi .38, lista para disparar.
Basado en una anécdota de Reddit, escrita por la usuaria daisyfieldky.
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