Descripción: Delia se encuentra preocupada por su hijo, ya que cree que anda en malos pasos. Pero una importante visita le hará aprender una importante lección.
Personajes: Delia, Daniel, Camilo, Gerardo
PRIMER ACTO
Delia y Daniel, dos esposos, se encuentran sentados a la mesa, tomando un café. Ambos se ven de clase acomodada, a juzgar por sus ropas y sus maneras. Pero Delia parece preocupada.
Delia: ¡Te digo que estoy muy preocupada por Gerardito, Daniel! Desde que se le metió en la cabeza eso de ser gay, no ha dejado de decir barbaridades.
Daniel: Bueno Delia, no puedes decirme que no lo sospechabas.
Delia: ¡Por supuesto que no! ¡Eso es un pecado! Imagínate lo que irán a decir los vecinos, las damas de la iglesia…
Daniel: ¿Y no te parece que es más importante que nuestro hijo sea feliz?
Delia: Ay Daniel, ¡ya no sé que pensar! Le dije a Camilo que viniera a aconsejarme esta tarde, seguro él sabrá que hacer al respecto.
Daniel (rodando los ojos): Lo que tú digas, querida.
SEGUNDO ACTO
El timbre de la casa suena. Delia corre a abrir y se encuentra con su hermano, un joven sacerdote vestido con alzacuellos.
Delia: ¡Camilo! Que bueno que viniste, pasa. Fíjate que Gerardito se me está descarriando con su problemita. ¡No sé como hacerlo entrar en razón! Tal vez tú puedas recomendarme algo para componerlo.
Camilo: ¿Componerlo?
Ambos se sientan en la sala de estar.
Delia: Sí, hermano. Ay, ayúdame por favor. Yo no quiero que mi hijo viva en el pecado.
Camilo (sonriendo): A ver Delia, ¿por qué crees que Gerardo está viviendo en el pecado? ¿Acaso le ha hecho daño a alguien?
Delia: ¡Ay no, faltaría más! Pero pues, tú sabes…
Camilo: ¿Qué es lo que sé?
Delia: Pues que lo que hace está mal. Dios no quiere a los chicos de esa clase.
Camilo: Te equivocas, Delia. Dios nos ama a todos, sin importar lo que hagamos o quienes seamos. Estamos hechos a su imagen y semejanza y desea que seamos felices.
Delia: Ay Camilo, pero… pero es que se dicen tantas cosas…
Camilo: Comprendo que sea difícil de asimilar para ti. Pero los tiempos cambian Delia y si algo puedo decirte como sacerdote, es que Dios quiere a tu hijo con un amor incondicional, sin fijarse en sus preferencias. Y tú también deberías hacerlo, como su madre.
TERCER ACTO
Gerardo, un muchacho de lentes, entra a casa con pereza.
Gerardo: Ya llegué mamá, estuvo muy aburrida la obra de teatro. (Se da cuenta de la presencia de su tío y sonríe). ¡Tío! Que sorpresa, ¿qué haces aquí?
Camilo: Tu madre me pidió que viniera para conversar sobre ti.
Gerardo: ¿Sobre mí? ¿Por qué?
Camilo: Digamos que tu mamá necesitaba un consejo celestial.
Delia: ¿Sabes qué, hijito? (Se levanta y toma las manos de Gerardo). Puede que me cueste un poco de trabajo comprender como te sientes con respecto a otros muchachos. Pero soy tu madre y a fin de cuentas, te amo como eres. Y sé que eres un buen chico. Voy a esforzarme más por entenderte y abrir mi mente.
Gerardo: ¡Gracias mamá! Yo también te quiero.
Ambos se abrazan mientras Camilo sonríe.
FIN
que asco de obra, Dios no tolera la homosexualidad.
Esto es cualquier cosa pero definitivamente no tiene un mensaje cristiano. Claro que Dios ama a todos, solo que todos deben someterse a la voluntad de Dios no a los deseos pecaminosos de cada uno, eso es libertinaje, no libertad. La libertad va de la mano de la responsabilidad, no es muy responsable tergiversar el mensaje de amor de Cristo.