Descripción: Durante una fiesta de sociedad, Mr. Wiggins es invitado a un banquete de lo más selecto sin sospechar las siniestras intenciones de sus anfitriones.
Personajes: Mr. Wiggins, Mr. Radcliffe, Lady Adeleine, Invitados
PRIMER ACTO
En un salón muy elegante con chimenea, dos hombres vestidos a la usanza del siglo XIX están charlando. Los dos sostienen sendas copas de vino en la mano y hablan con modales refinados.
Mr. Wiggins: ¿Supiste acerca de la desaparición de Lord Henry? Vaya manera más extraña de esfumarse, ¡parece que como si se lo hubiera tragado la nada!
Mr. Radcliffe: Yo no lo consideraría tan extraño viniendo de él. Recuerda que es un hombre excéntrico y a veces necesita sus momentos de soledad.
Mr. Wiggins: No sé, tengo la impresión de que hay algo muy extraño en dicho asunto.
Mr. Radcliffe: ¡Bah! No hagas caso de las habladurías, mi querido Wiggins. Mejor permíteme recordarte que mañana por la noche, lady Adeleine nos espera en su casa para cenar.
Mr. Wiggins: Es verdad, me había olvidado de la invitación. ¿Dónde dices que conociste a esa mujer? Es una persona muy interesante.
Mr. Radcliffe: Créeme, estimado amigo. lady Adeleine es la persona más interesante que hayas visto. Ha viajado por todo el mundo y adquirido cultura de todas partes. Tiene unas costumbres de lo más innovadoras. Ya lo verás mañana.
SEGUNDO ACTO
Wiggins y Radcliffe se encuentran en una fiesta muy elegante, repleta de invitados que visten pomposamente. Se acerca a ambos una mujer pelirroja y con un vestido verde, de vertiginoso escote.
Lady Adeleine: ¿Están disfrutando la fiesta, caballeros?
Mr. Radcliffe: Desde luego, lady Adeleine. Permítame presentarle a mi amigo, Mr. Wiggins.
Mr. Wiggins: Es un placer.
Lady Adeleine: Encantada. Ya había escuchado hablar mucho de usted. Quizá pueda acompañarnos en uno de nuestros próximos banquetes selectos. (Le dirige una mirada maliciosa a Radcliffe, quien se la devuelve sin que el otro se de cuenta).
Mr. Wiggins: ¿Banquetes selectos?
Mr. Radcliffe: Es un evento solamente para gente especial, que lady Adeleine celebra de tanto en tanto. Habíamos pensado que sería buena idea invitarte.
Mr. Wiggins: Vaya, no sé que decir…
Lady Adeleine: Les espero entonces.
Se marcha elegantemente.
TERCER ACTO
Wiggins y Radcliffe vuelven a entrar en escena, esta vez a una habitación en la que hay una mesa muy larga y repleta de hombres que visten de esmoquin y antifaz. Lady Adeleine se encuentra a la cabecera.
Lady Adeleine: Bienvenidos, les estábamos esperando.
Radcliffe se sienta en el único asiento disponible.
Mr. Wiggins: Me temo que no queda ni un lugar para mí. ¿Qué significa esto?
Lady Adeleine: Le ruego que no se ofenda, Mr. Wiggins. Esta noche, usted es el invitado de honor. Como hace unos días lo fue Lord Henry.
Mr. Wiggins (asustado): ¿De qué habla? ¿Qué le han hecho?
Lady Adeleine: Fue un honor servirlo en la mesa. Y será un honor hacerlo con usted también.
Mr. Wiggins: ¡¿Es esto una broma?!
Mr. Radcliffe: Te dije que Lady Adeleine tenía costumbres muy particulares. Tu carne debe saber tan bien como la del pobre Lord Henry.
Los comensales se levantan de sus sillas y se dirigen a él con siniestras sonrisas, mientras una macabra música resuena de fondo.
FIN
PUTOS CANÍBALES!!!
YO HUBIERA SACADO UNA PIPA O UNA SHOTGUN