Guanajuato, preciosa ciudad tradicional de México, es un lugar lleno de encanto en su Centro Histórico. De ello dan fe sus calles empedradas y hermosas construcciones coloniales, repletas de escalinatas y callejuelas que convierten el lugar en un auténtico laberinto. Existe entre ellos un callejón muy famoso, en el que ya se ha hecho tradición que las parejas se detengan para darse un beso de amor.
Dicen que quienes tienen la dicha de besarse aquí, disfrutarán de un romance para toda la vida.
La historia del Callejón del Beso se remonta a muchos años atrás, en la época de la colonia. Vivía por aquel tiempo en Guanajuato, una bella muchacha llamada Carmen, cuyo padre era un hombre violento y muy poco tolerante. No dejaba que su hija tuviera ningún pretendiente y en vez de dejarla disfrutar su vida, quería mantenerla encerrada para que cuidara de él en su vejez.
Solo la dejaba salir de casa para asistir a misa los domingos, acompañada de su nana, una vieja señora que la amaba como si fuera su propia madre.
En una de estas salidas, Carmen atrajó la atención de Don Luis, un galante caballero que se quedó prendado de su belleza y la siguió hasta su domicilio. A partir de entonces y a escondidas, comenzó a dedicarle serenatas que poco a poco fueron enamorando a la muchacha. Tiempo después empezaron a intercambiar cartas en secreto, con la complicidad de la nana, hasta que el tiempo separados se hizo insoportable.
La casa de Carmen daba a un callejón muy angosto, en el cual el balcón de su dormitorio se rozaba con el de la residencia de enfrente. Don Luis, al notar esto, compró aquella casa para así poder vivir cerca de su amada. Una noche se asomó al balcón y toco a la ventana de la joven.
Carmen se sorprendió y alegro de verlo afuera, y corrió a su terraza para pasar la noche juntos.
Desde entonces, cada noche se encontraban ahí y compartían un beso profundo, a espalda del padre de la chica. Pero este, al ver a su hija comportándose tan extraño durante el día, comenzó a sospechar y resolvió espiarla a la hora de dormir.
Cual fue la sorpresa del hombre al ver que Carmen salía a su balcón y se rendía entre los brazos de aquel desconocido.
Lleno de cólera, buscó un puñal afilado y entró intempestivamente en la habitación de la muchacha, apartándola bruscamente de Don Luis y hundiendo la daga en su pecho. Carmen emitió un alarido de pánico y dolor y se desplomó en el balcón, donde su amado la recogió con lágrimas en los ojos. Y así, sosteniendo su cuerpo su vida, se inclinó para besar una última vez esos labios pálidos y fríos.
Desde ese entonces, se dice que algunas noches se puede ver el espíritu de los dos enamorados, que regresan una y otra vez al lugar en el que solían reunirse para revivir su amor. A pesar del paso del tiempo, sus sentimientos nunca morirán.
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