Una vez que el sol se oculta y la noche extiende su manto sobre un pueblo olvidado de México, las ruinas de un gran caserón abandonado, tan temidas y respetadas por los lugareños, parecen cobrar vida como la que tuviera antaño. Una luz que parece alimentada por las llamas del mismo infierno atraviesa las derruidas ventanas, acompañando al eco fantasmal de gritos, voces y música que resuena en el interior.
Este lugar es el Casino del Diablo y aunque hoy en día parece casi olvidado, hubo una época en que se convirtió en el corazón mismo del poblado. Y ahora debe su oscura fama a una desafortunada leyenda.
Todo comenzó una noche de Año Nuevo, en la cual la gente más acaudalada del lugar y sus alrededores se reunió para celebrar un gran baile. Debido al lujo con el que había sido construido, el casino se había convertido en un punto habitual de recreación para personas de la clase alta o con mucho dinero, que a menudo apostaban, jugaban y bebían sin límites.
Linda no era una de ellos. Esta muchacha del pueblo, más bien humilde, siempre había soñado con pertenecer al círculo social de aquellos individuos. A pesar de que no tenía fortuna ni contactos influyentes, contaba con una inmensa belleza que la volvería irresistible a los ojos de cualquier sujeto acomodado.
Con este propósito en mente, Linda se puso su mejor vestido, se arregló de manera seductora y acudió al casino. Una vez allí acaparó sin esfuerzo las miradas de todos los jóvenes, que se acercaban a ella para pedirle bailar. La muchacha, orgullosa, declinaba todas sus propuestas, pensando que merecía solo al mejor hombre del lugar. Fue entonces cuando se presentó un desconocido de impresionante atractivo y vestido con ropas finas.
Linda se sintió hechizada solo con mirarlo. El extraño la invitó a bailar y ella aceptó, perdida en su mirada.
Mientras danzaban en el centro del salón, Linda se sintió flotar. De pronto sin embargo, un intenso olor a azufre le provocó un mareo. Lo siguiente de lo que se percató, fue que algo le quemaba en el brazo, por lo cual al instante se separó de su pareja experimentando un intenso dolor. Tenía la piel en carne viva.
La joven miró hacia las piernas del desconocido y se dio cuenta de que ya no eran humanas: una era de gallo, la otra de caballo. Sin saberlo había estado bailando con el mismísimo Diablo.
Apenas Linda dejó escapar un profundo grito de horror, un incendio se apoderó del casino, provocando desesperación en los invitados. Algunos lograron escapar a tiempo, otros se quedaron a perecer a merced del fuego. Para cuando el sol volvió a salir el caserón se había reducido a ruinas y los cadáveres de los infortunados estaban repartidos entre los escombros.
No encontraron el de Linda. Algunos dicen que escapó con graves quemaduras y se dedicó a deambular sin razón hasta su muerte. Otros no obstante, aseguran que se encuentra en compañía del Diablo, condenada por su ambición.
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