El cuadro del diablo asomándose por la ventana, es una obra de arte antiquísima, es una pintura realizada por un supuesto artista esquizofrénico. El cuadro se realizó hace doscientos años, así que su valor en el mercado actual de excentricidades y curiosidades es incalculable.
Esta imagen es la de una pobre cabaña enmohecida, que se encuentra ubicada dentro de las entrañas de un raquítico bosque, la cual aparte de deteriorada y ennegrecida, está a punto de desplomarse, sobre una ventana de marco de madera podrida, que está a la izquierda de la puerta de entrada, puede observarse una silueta cornuda, con el brillo de dos puntos escarlatas mirándonos, si uno se acerca con detenimiento, puede apreciar las facciones aterradoras y demacradas del ser, es el diablo mismo.
El cuadro cuenta su historia misma, mitad realidad mitad fantasía, imposible determinarlo. Fue concebido en el año de 1804, un año después de que Inglaterra le declarara la guerra a Francia por añejos asuntos políticos y diplomáticos, su autor, precisamente de origen francés, deja dudas acerca de su identidad. Se dice, era un hombre que se encargaba de pintar cuadros al emperador Napoleón, y este mismo le pidió a manera de broma, dibujar algo aterrador para él, dando como resultado la imagen plasmada, tal fue la dedicación y tiempo que le dedicó a la obra, que el hombre se obsesionó causándole severos desajustes mentales. Decían que la figura que con tanto esmero retrató, se le aparecía de vez en vez, asomándose por las ventanas de su gótica residencia en Marsella; es que fueron tantas sus ganas de complacer a Napoleón que enloqueció. Otras de las versiones manejadas es que el cuadro fue pintado por un tal Donatien Voltá, un hombre de creencias obscuras que acostumbraba a hablar de demonios y ritos ocultos, la gente del pueblo, en extremo conservadora lo asesinó crucificándole en una cruz invertida, pensaban que estaba poseído, lo cierto era que padecía esquizofrenia; dentro de su humilde morada (que es la que está pintada en el cuadro) sustrajeron el cuadro, que aún conserva las costras secas de su negra sangre.
Con tales suposiciones, el cuadro se cotizó, pasó a las manos de un empresario adinerado y aficionado al arte gótico (William Lebrun), que pagó a un hombre que juró habérselo robado de la misma cabaña maldita, en una cantidad sumamente elevada. Ambos murieron, primero el infortunado ladrón, las causas de su muerte nunca fueron reveladas por la policía local francesa, solo se mencionó como un crimen de sectas. El empresario murió de un infarto al miocardio en la sala de su casa, mirando con ojos desorbitados al cuadro mencionado, todos estos sucesos acaecieron en el año de 1813.
Pasaron tres años más sin noticias de la pintura, se supo que estaba resguardada en un santuario francés, pero precisamente en 1816 dicho santuario fue consumido por las llamas, muriendo los clérigos y franciscanos que habitaban ahí; se salvaron algunas obras materiales, más ninguna vida humana resistió la acometida del fuego.
Una vez más, se perdió la pista del cuadro por alrededor de diez años, en 1829, reapareció en una subasta de Londres, Sir Arlein lweird pujó una cantidad superior a las quince mil libras esterlinas, el excéntrico londinense tenía una colección de cuadros de diversas épocas de la historia, y esta al tratarse de una pieza rara, llamó poderosamente su atención, no duró ni una semana en la propiedad de Arlein, se deshizo de la pintura al externar que el ambiente de su hogar cambió desde que el cuadro entró a su domicilio, no le importó perder el dinero, el cuadro terminó en una galería de arte en el sur de Inglaterra.
Y así el cuadro vagó de museo en museo por veinte años, solo se sabía de los relatos de veladores, quienes informaban de ruidos extraños en el recinto a partir de la llegada de la obra, sonidos imposibles de describir e improbablemente emitidos por cuerdas vocales humanas. Todos coincidían en sentirse abrumados por la pieza, siempre omitiendo pasar por enfrente de la pintura.
Para 1853 el cuadro fue robado del museo de las artes modernas en Bromwich, permaneciendo en paradero desconocido hasta el 1879, que estaba en posesión de una mujer divorciada, ella comentó en el interrogatorio, que fue un regalo que le hizo un hombre a quien socorrió después de darle alojo y alimento al perderlo todo, a excepción de ese paisaje plasmado en lienzo. La mujer de nombre Dora o Dorian Miller, aceptó más por compromiso que por gusto, pues sintió un súbito escalofrío al ver los trazos perturbadores de un macho cabrío asomándose por la ventana, jamás lo colgó en las paredes de su hogar, lo tenía arrumbado. La dama comentó que durante las noches escuchaba pequeños golpes sobre los cristales de la ventana de su habitación, asustada, relacionaba los sucesos con la llegada del cuadro. La mujer optó por tirarlo a la basura, seguramente fue recogido por un pordiosero o alguien en busca de arte en los contenedores de basura.
La pintura del diablo asomado por la ventana, volvió a aparecer seis años más tarde en una tienda de artes en Leeds, se exhibía ahí como atracción, se cobraba por verla y se le retaba a la gente a verla fijamente por más de tres minutos. Después se perdería el rastro de ella nuevamente.
Para pasados los 1900 aparecería la imagen en un hogar de los Estados Unidos, una familia norteamericana poseía el cuadro que colgó en las paredes de su comedor, el jefe de familia enloquecería a las semanas de obtenerla, matando a su esposa e hijos de siete y seis años respectivamente; el criado que sobrevivió al ataque, relató que el endemoniado amo utilizó un hacha para llevar a cabo la masacre, cuando las autoridades llegaron al domicilio, el hombre ya se había suicidado con veneno casero para matar arañas.
No se supo más del cuadro, volvió a aparecer en la frontera sur de EEUU, del lado mexicano, la revolución y los hombres de Villa habían saqueado pueblos norteamericanos, una caballero acaudalado cambió dinero y municiones por la extraña pintura, la identidad de su nuevo dueño tampoco es clara, solo se sabe que su apellido era MonteAlba, el cuadro atrajo el morbo de su comprador, quien conocía la historia del cuadro, retuvo la obra por muchos años, hasta que perdió su fortuna y enloqueció a causa de múltiples y bizarras alucinaciones.
Y como en muchos lapsos de la historia, el lienzo se volvió a perder, nadie supo de él, rumores acerca de su locación iban y venían, incluso se dudaba de su autenticidad, se convirtió en un tesoro extraviado, la gente hablaba de la obra como si fuera un fantasma, la misma iglesia desmentía su existir. Ojala eso fuera cierto, al cumplirse 200 años de su primera adquisición ha vuelto a Francia, y para ser más precisos, ante un Lebrun, es por eso que relato la historia del lienzo.
La pintura llegó a mí hace una semana, el museo de artes de Sanit Etien me llamó para comunicarme un hecho sorprendente, en un cateo a barcos piratas en las costas del reino de Mónaco, fueron incautados diversos objetos robados, desde joyas, obras de arte plásticas y pinturas; envuelto en papel manila, se encontraba el cuadro del diablo, sin lugar a dudas los criminales no tenían idea del objeto que poseían. El Departamento de Cultura Francés, conociendo de mis investigaciones acerca del lienzo, optó por entregármelo por un periodo de treinta días, con el fin de completar los estudios acerca de tan misteriosa obra. El mismo cuadro que mi ancestro había comprado hace doscientos años, estaba de vuelta.
No supe cómo reaccionar ante la imagen, el verla me petrificó, el cuadro que había perseguido por años, ahora se presentaba enfrente de mis narices. Después del horror vino a mí una sensación de atracción y asombro, analizaba la pintura, me seducía, apreciaba las líneas y trazos que de ella emanaban, me perdía en la silueta satánica que me observaba. Aun conociendo los horrores que padecieron los antiguos dueños de la obra, el sentimiento de admiración eclipsó en mí cualquier duda, me sentí complacido en obtenerla y continuar con los estudios de mi investigación. Cierto es, que es aterradora, pero también cierto es, que es atrapante.
Ahora mismo permanezco sentado en el sillón individual de mi sala, he colgado el cuadro en mis blancas paredes, sus colores obscuros y deprimentes me transmiten angustia; escucho ruidos en la ventana del comedor, sé que alguien la golpea sin cesar, algo o alguien quiere que pose mi mirada a través del cristal, los impactos se tornan violentos, no paran, no se interrumpen, pero mi mirada está concentrada en el cuadro, observo la cabaña vieja de maderos podridos, está rodeada por los troncos de muchos árboles petrificados y finamente pintados. Y en esa espeluznante y profunda ventana, con marco de maderos ennegrecidos y aberrantes, debería estar un macho cabrío, solo que ahora, ese espacio del obscuro del cuadro… está vacío.
Da mucho miedo y al final uno como que se queda buscando la imagen. Excelente relato y me gustan estas historias porque aparte del miedo se narra un hecho con la posibilidad de que pueda existir y además con muchos detalles históricos y artísticos muy bien presentados. Felicitaciones que historia tan buena.
Que tal David? me alegra leer tus comentarios y hayas valorado esos detalles, encantado de que te haya gustado, espero te des tiempo de leer mis otras historias, un cordial saludo.
Voy a buscarlos pues me ha gustado mucho esta página e historias como la que escribiste.
Me encanto me imagino una obra de aryr de ese tipo y la historia es atrapante 10 estrellas
Gracias, encantado de que te haya gustado la historia del cuadro, un fuerte abrazo!
Genial sentí escalofríos en mi espalda
La historia fue soprendente ay termina