Mi familia era muy unida, muy amorosa, y siempre me trataban de una manera muy especial, casi nunca me miraban a los ojos o siquiera a la cara, pero eso a mi no me importaba, solo me sentia amada.
Era un primero de Septiembre cuando mi familia decidió que nos mudaríamos de casa, ya que en donde estábamos sucedían cosas muy extrañas, como platos que se caían, ruidos extraños en la madrugada y en ocasiones, azotaban las puertas de los cuartos. Yo era la única que podía ver que era a causa de un ser muy feo, me daba mucho miedo y siempre me decía que acabaría con mi familia.
Pasaron dos meses en nuestra nueva casa, y yo vivía feliz porque el patio era enorme y tenía un columpio, un poco viejo pero me encantaba jugar en él, al igual que me divertía corriendo por los pasillos y jugando con la regadera del baño. Era muy divertido, pero a mi mami y a mi hermana no les gustaba y siempre me decían: —Por favor, ve tranquila y descansa. Yo hacía caso pero como nunca me daba sueño en la madrugada, me ponía a jugar. Nunca entendí porque mi mami regaló todos mis juguetes y solo guardo mi muñeca favorita.
Un día, a mi casa llegó el Pastor de la Iglesia a la que me llevaban cuando era bebé, la verdad yo me asusté un poco cuanto abrió la Biblia y comenzó a decir que saliera todo espíritu malo de mi casa. Yo le decía que no lo hiciera, que me daba miedo, él era el único que me miraba a los ojos cuando yo le hablaba. Le dijo a mi mama: —Dile algo, que ella esta aquí y te escucha, es una niña hermosa. Mi mami comenzó a llorar y con sus ojos cerrados decía que me amaba y que la perdonara, yo no entendía. Fui y la abracé fuerte, le dije al oido: —Mamá, yo también te amo y te perdono. Luego escuché a mi mamá contarle al Pastor, que yo hace cuatro meses salí a jugar a la calle, mientras ella bebía con sus amigas. Me atropelló un auto y mi muerte fue instantánea, en ese momento lo entendí todo, ¿tú también?
Autora: Yulii Ramirez (Colombia)
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