Hacía mucha calor. Podía percibirse con facilidad en el aire una mezcla de olores en los que se encontraba el romero y también un poco de hierba mojada.
En los días anteriores a éste, existió una tormenta. Los pequeños jabalís que se llamaban Timmy y Tom recuerdan esos días como algo terrorífico, porque pasaron entonces mucho miedo. No les gustaba mucho el ruído, pero es que los truenos les hacía mucha menos gracia.
También tenían otra hermana llamada Pupita. La llamaron así, porque siempre se hace daño o le ocurre cualquier cosa. Mamá Peggy siempre le está diciendo que es un poco torpe.
– Cualquier día de éstos, nos cazará algún humano por culpa de Pupita. No deja de hacer más y más ruído casi todos los días, poniéndonos en peligro – decía Tom, que caminaba de un lado a otro a la vez que chutaba con sus pequeños colmillos algunas piedras que yacían en el suelo.
– Pero… – Timmy no sentía estar muy conforme ni de acuerdo con lo que estaba diciendo su hermano-, los truenos hacen muchísimo más ruido que Pupita y todavía no nos han descubierto por ellos, ¿a que no mamá? -.
Timmy, todavía no entendía muy bien la importancia que tenía no tener que hacer demasiado ruido en el bosque para que los cazadores no los capturasen. Era un jabalí bastante inocente y Mamá Peggy, no pudo evitar echarse a reír por el comentario que su hijo había hecho.
– Bien, pequeños míos… – murmuró Mamá Peggy entre suspiros- creo que ya va siendo la hora de irnos a dormir y descansar. La Luna ya está sobre nuestras cabezas-.
– Es verdad mamá, y hoy es muy redonda- comentó Timmy.
Todos los hermanos siguieron a Mamá Peggy en cuándo se levantó. Se dirigían hasta una cueva muy escondida del bosque, donde se sentían seguros y cubiertos. Una vez llegaron todos comenzaron a dormir pegados a su madre.
A mitad de la noche, de madrugada, Pupita no dejaba de cavilar en silencio lo que su hermano Tom había dicho de ella. Se sentía triste y también sentía mucho miedo por hacer daño a su familia. Miró cómo dormían todos y entonces tomó una decisión no muy coherente; se fue de la cueva.
Caminó y caminó sin ningún rumbo, sin tener en absoluto claro a dónde ir.
De golpe y porrazo a pesar de que el día hubiese sido soleado, por la noche comenzó a llover de nuevo como aquellos días anteriores, los truenos no tardaron tampoco en asomarse.
Seguía caminando hasta que, sin querer, Pupita resbaló en una piedra y cayó en el hoyo de unos topos.
La familia de los topos, estaban celebrando una increíble fiesta. Festejaban la lluvia, los truenos y el ruído.
– ¿Quién eres tú? -. Preguntó el topo Bigotes, padre de Uñitas y Dentolín.
– Me he perdido… -. Pupita se puso a llorar en cuánto se dio cuenta de lo que había hecho.
Había dejado a su familia porque pensaba que hacer mucho ruido y ser torpe era malo. En cambio aquí, se dio cuenta en la casa de los topos que el ruido era un motivo de celebración.
– No te preocupes -decía Bigotes-, mañana buscaremos tu casa y volverás con tu familia. Seguro que te buscarán-.
Escuchar eso a Pupita le tranquilizó, así que pasó de estar triste a sentirse orgullosa de quién era e incluso del ruido que podía estar provocando en la vida de los demás. Eso era mejor que el silencio de la pérdida.
Personaje protagonista: Pupita.
Co-protagonistas: Mamá Peggy, y los hermanos Tom y Timmy.
Personajes secundarios: Bigotes, Uñitas y Dentolín.
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