Descripción: Un león fiero y temible se enamora de la hija de un humilde labrador, ¿podrá ganarse su mano y su corazón?
Personajes: León, Labrador, Hija
PRIMER ACTO
Un labrador se encuentra en las afueras de su casa, arando la tierra y silbando. De pronto, entra en escena un fiero león rugiendo y el labrador alza su herramienta de trabajo, amenazante.
Labrador: ¡Fuera de aquí, bestia! ¡No dejaré que me comas! ¡Te lo advierto!
León: Calma, calma querido amigo, que no he venido a comerte. Más bien vengo a hacerte una petición muy importante, que estoy seguro no podrás negarme.
Labrador: ¿Y… y cuál es?
León: Tienes que saber que estoy profundamente enamorado de tu hija, quisiera que me dieras su mano en matrimonio.
Labrador: ¿Mi… mi hija? Yo… no creo que sea posible…
El león se le acerca, enojado y en posición de amenaza.
León: ¡¿Y por qué no?!
Labrador (asustado): Es que… tienes unos colmillos muy largos y la puedes asustar.
León: ¡No puedo evitarlo!
Labrador: Ya sé que no… pero podrías casarte con ella, si aceptaras que te los quite. ¿Por qué no entras a mi casa?
El león y el labrador entran en la vivienda de este último-
SEGUNDO ACTO
Ya dentro de la casa, el león se encuentra sentado con la boca abierta, mientras el labrador ata un hilo a cada uno de sus colmillos, juntando los extremos en el picaporte de la puerta.
León: Pero no me va a doler, ¿verdad?
Labrador: ¡No, que va! ¡Si solo será un tironcito! ¿Estás listo?
León: No.
Labrador: 1… 2… 3…
El labrador cierra fuertemente la puerta, arrancando los colmillos del león, quien grita adolorido y se retuerce en el suelo.
Labrador: ¡Listo! ¿No te sientes mejor ahora que no tienes esos enormes colmillos? Así te vez menos feroz que antes.
El león se arrastra fuera de escena, gimiendo de dolor.
TERCER ACTO
El labrador vuelve a silbar fuera de su casa, cuando el león entra una vez más en escena.
León: ¿Ahora sí vas a darme la mano de tu hija?
Labrador: ¿Cómo crees? Aun eres muy peligroso con esas garras… aunque si dejas que te las saque, puede que me lo piense.
El león extiende sus matas temblando y el labrador saca unas pinzas, con las cuales extrae sus garras una por una.
León: ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¡Por favor, ya no me tortures más!
Labrador: ¡No te torturo más, pero te vas ahora mismo! ¡Nunca te casarás con mi hija!
Entra su hija en escena.
Hija: Papá, ¿qué es todo ese escándalo? (Se fija en el león). ¡Ay, ¿pero qué es esto?! Pobre criatura, es tan débil. Papá, no deberías torturarla así, ¿sabes?
La joven se agacha junto al león y acaricia su cabeza.
Hija: Pobrecito señor león, ¿tiene hambre? Entre conmigo a casa, yo cuidaré de usted.
Labrador: ¡Hija, no! ¡Es una bestia!
Hija: Tú eres la bestia, que decepción, papá. Espero que estés satisfecho porque a partir de hoy, no voy a apartarme de este león que no puede defenderse.
El león sonríe y se deja llevar por la joven al interior de la casa, mientras el labrador se cruza de brazos y patea el suelo, enfurruñado.
FIN
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