¿Te has preguntado alguna vez por qué llueve, y por qué en ocasiones el cielo se ilumina con relámpagos atronadores? Todo esto se remonta a una época muy antigua, en la cual el agua que cubría la Tierra era tanta, que no dejaba ver las montañas, ni los árboles. En aquellos tiempos todo estaba inundado. Y de las aguas había surgido un hombre líquido, llamado Lluvia. Él tenía la costumbre de pasear despreocupadamente por aquí y por allá, sin importarle si molestaba a alguien con sus inundaciones.
También le gustaba mucho andar de fiesta y era por todos sabido que siempre ofrecía las mejores. Lluvia no tenía ningún inconveniente en invitar a cualquier persona a formar parte de sus celebraciones, en las cuales cantaban y bailaban hasta el amanecer.
El único defecto que Lluvia poseía era el de no ser generoso, por lo cual a menudo se olvidaba de convidar alimento y bebidas a sus invitados. Pero como todos temían disgustarlo y ver sus casas más inundadas de lo que ya se encontraban, nadie le decía nada. Así que de una manera u otra, siempre terminaba saliéndose con la suya.
Un día, Lluvia conoció a Tokjuaj, quien era un guerrero muy querido por el pueblo de los Wichi. Se quedó tan impresionado con su valor y personalidad, que no dudó en invitarlo a la fiesta que organizaría por la noche.
—Con mucho gusto estaré ahí para acompañarte —le dijo Tokjuaj.
Se preparó un gran banquete para la celebración, se dispuso la música y Lluvia se arregló con su mejor traje para recibir a los invitados. Cuando Tokjuaj llegó se saludaron con alegría, más un instante después, fiel a su costumbre de no ser generoso, el anfitrión se olvidó de convidarlo para comer en el banquete.
Y esto ofendió muchísimo al guerrero.
—¿Cómo puede ser que seas tan egoísta? Creía que eras un buen hombre, pero ahora me doy cuenta de que no eres más que un farsante —le espetó Tokjuaj—, además de todo, no contento con dejar de compartir siempre estás inundando las casas de los demás. ¿Qué clase de amigo hace eso?
Sus palabras provocaron que Lluvia intentara agredirlo. Pero el héroe era mucho más fuerte y al final lo derrotó en un santiamén. Lluvia se sintió tan humillado que corrió a refugiarse en lo alto de una montaña, jurando vengarse.
Una vez ahí, reflexionó sobre lo que había hecho y muy arrepentido se dio cuenta de que Tokjuaj tenía razón. Intentando reparar sus errores, saltó hacia el cielo para liberarse y decidió que de ahora en adelante viviría allí, para no molestar a nadie. Las inundaciones se acabaron. Las aguas descendieron.
Pero de vez en cuando, Lluvia echaba de menos su antiguo hogar y cuando lloraba, sus lágrimas caían en forma de torrente a la Tierra, mojándolo todo.
Dicen que hasta ahora sigue habitando en el cielo, velando por los humanos. Y que cuando salta de una estrella a otra, el cielo se ilumina y las nubes retumban. Eso, es lo que conocemos como relámpagos.
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