Rick era un sujeto que trabajaba como guardabosques en una reserva natural de los Estados Unidos. Tenía su casa en los límites del bosque y habitaba solo junto a su esposa. A ambos les habría gustado tener un hijo que alegrara su hogar, pues aunque aun estaban enamorados, la rutina del trabajo de Rick había vuelto sus vidas monótonas y solitarias. Sin embargo, ya eran siete años los que habían pasado desde que intentaran concebir sin ningún resultado.
Un día, la esposa salió de la casa y fue abordada por unos hombres borrachos que estaban de caza en las cercanías. Los sujetos se habrían aprovechado de ella, de no ser por un perro enorme que apareció de la nada y los ahuyentó.
A partir de ese instante la pareja decidió adoptar al animal. Aquel perrazo imponente no reemplazaba la ausencia de un hijo, pero al menos había llegado para alegrarles un poco los días. Sin mencionar que la mujer se sentía más segura con él en la caza, cuando Rick salía a hacer sus vigilancias en la reserva.
Pasó el tiempo y una tarde, el matrimonio se enteró con alegría de que estaban embarazados. Los siguientes nueve meses fueron los más felices y angustiantes para ambos. Esperaban a su hijo con mucha ilusión, pero tenían miedo de perderlo a mitad de la gestación, como ya les había ocurrido otras veces en el pasado. Afortunadamente, la espera llegó a su fin y terminaron teniendo a un chiquillo sano y precioso. El día de su nacimiento hicieron una gran fiesta y posteriormente, todos sus mimos y cuidados fueron para el bebé.
A medida que el pequeño iba creciendo, los celos del perro se hacían cada vez más evidentes. Se mostraba de mal humor todo el día, gruñía y daba menos muestras de afecto. Sus dueños no le dieron demasiada importancia, pensando que era normal que se sintiera celoso.
Cierto día, Rick se quedó solo con el animal y el niño, ya que su esposa había salido. Al recibir una llamada urgente sobre unos cazadores ilegales, tuvo que dejarlos a ambos para acudir a detenerlos. Su mujer ya le había avisado que llegaría a casa en unos minutos y él confiaba en que no sucedería nada malo.
Unos instantes más tarde, al volver a su hogar se quedó paralizado. Su perro estaba en el umbral del cuarto de bebé, con el hocico manchado de sangre. Detrás de él, la cune se encontraba revuelta y vacía.
Lleno de cólera y desesperación, Rick disparó contra el perro al darse cuenta de que había matado a su hijo.
O eso creía, hasta que el ruido provocó un llanto. Resultaba que el bebé se había caído de la cuna y ahora se encontraba detrás de ella. Allí, Rick también descubrió algo que lo dejó helado: el cuerpo destrozado de una serpiente de cascabel que se había infiltrado en el dormitorio. Su querida mascota la había matado.
El guardabosques nunca se perdonó por aquella horrible confusión y gastó todos sus ahorros para hacer enterrar al perro.
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