Descripción: Todas las noches, Esteban escucha ruidos extraños en el piso de arriba. Él odia a su vecino sin sospechar que este oculta un macabro secreto.
Personajes: Esteban, María, Nati, Vecino
PRIMER ACTO
Es de noche, en el escenario podemos observar un dormitorio pequeño con una cama en la que duerme una pareja, María y Esteban. Todo está en silencio hasta que de repente, una serie de golpes se escuchan desde arriba. Esteban se revuelve en la cama y trata de taparse los oídos.
Esteban (en voz baja): Ahí está de nuevo… maldición.
María (bostezando): ¿Qué pasa?
Esteban: Otra vez el vecino del piso de arriba está dando de golpes, que lata.
María: Tratemos de dormir, no va a tardar mucho. Siempre lo hace a la misma hora y se calla a los pocos minutos.
Esteban: ¿Por qué lo hará? Es cierto que siempre nos despertamos a esta hora por sus ruidos. Lo curioso es que también tiene un patrón definido de golpes, escucha…
Los dos se quedan en silencio, poniendo atención a los golpecitos. Tal y como Esteban dice, se repiten en un patrón muy distintivo. Ambos se miran en la cama.
Esteban: No puedo comprender porque lo hace, ¿qué estará pasando allí arriba?
María (cansada): Déjalo, vamos a dormir, por favor.
Ambos se acomodan entre las sábanas e intentan volver a descansar.
SEGUNDO ACTO
De día, Esteban y María van volviendo del supermercado con varias bolsas en las manos. Se detienen ante la puerta de su departamento, en el pasillo.
Esteban: Te juro que estoy harto, no pude dormir bien…
Un hombre aparece al final del pasillo. Es alto, viste de gabardina y se ve intimidante.
María: Buenos días, vecino.
El hombre pasa de largo, sin responder.
Esteban: No conforme con hacer ruido toda la noche, es un grosero. Te juro que la próxima vez le voy a decir algo.
TERCER ACTO
Años después, Esteban y María se encuentran en un apartamento diferente, mucho más amplio y mejor iluminado que el que tenían antes. Él está leyendo el periódico en su sillón preferido, mientras su pequeña hija, Nati, juega con un martillo de juguete en el suelo, dando pequeños golpes. Su esposa sale de la cocina con dos tazas de café.
Esteban: Tengo que admitirlo, mi amor. Hiciste bien al cambiar la decoración de la casa, todo luce precioso.
María: ¿Verdad? El papel tapiz que teníamos me recordaba mucho a nuestro primer apartamento. Era tan pequeño y horrible, no me gustaba.
Esteban: Ni me lo recuerdes, menos mal que hace años no vivimos ahí. No quiero acordarme del vecino que vivía arriba nuestro.
María: Nati, ¿qué haces, mi cielo?
Nati: En la escuela nos enseñaron código morse y estoy dando golpecitos con mi martillo para comunicarme.
María: ¿De veras? Que interesante… Esteban, ¿te acuerdas del golpeteo que escuchábamos todas las noches en el antiguo apartamento?
Esteban: Claro que sí… ahora que lo pienso, Nati, ¿te parece familiar este sonido?
Repite el mismo patrón de golpes que solían escuchar antaño en una mesa cercana y la niña asiente con la cabeza.
Nati: ¡Claro, papá! Si ese es el mensaje que se usa para pedir auxilio.
Esteban y María palidecen y se miran asustados.
FIN
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