Descripción: Paulo está seguro de que se encontrará con la chica de sus sueños tras verla en un tren, ¿le dará el destino la razón?
Personajes: Paulo, Fidel, Alejandra
PRIMER ACTO
Paulo, un chico joven, camina por un pasillo escolar acompañado de Fidel, su mejor amigo. Él suspira con cara de enamorado.
Paulo: La hubieras visto, Fidel. Era tan bonita. Y se sentó justo a mi lado cuando íbamos en el autobús.
Fidel: ¿Por qué no le hablaste?
Paulo: No pude… lo único que me queda para recordarla, es esta pañoleta que se le olvidó en el asiento.
Fidel: Eres un pillo sin remedio, Paulo.
Paulo: Estoy seguro de que volveré a encontrarme con ella, es una señal.
Fidel: ¿Y qué pasa si no?
Paulo: Lo haré, es mi alma gemela.
Fidel: ¿Cómo lo sabes?
Paulo le muestra su dedo índice.
Paulo: ¿Recuerda cuando me hice tatuar un ancla pequeña aquí?
Fidel: Sí, estabas loco, ¿para qué hacías eso? Sé que siempre te ha gustado el mar pero…
Paulo: ¡Vi que ella tenía el mismo tatuaje en su dedo! No sé como Fidel, pero la voy a encontrar.
SEGUNDO ACTO
En una parada de transporte, Paulo se mantiene esperando por si aparece la chica de sus sueños. Fidel llega en ese momento y le tiende un sándwich.
Fidel: Ten, para que no te de hambre esperando. ¿Todavía nada?
Paulo: Nada, no la he visto.
Fidel: Ya olvídala, hombre. Te digo que esto es ridículo, ¡habiendo tantas chicas guapas en la escuela y tú te obsesionas con una desconocida!
Paulo: ¡Es que es la chica de mis sueños! Estoy seguro, tengo un presentimiento aquí. (Se toca el pecho).
Fidel: Vale, como quieras. No digas luego que no te lo advertí.
Se va y Paulo suspira, mirando su reloj.
TERCER ACTO
Muy triste, Paulo se sienta en una banca del parque, mirando su dedo índice. Observa luego la pañoleta en su mano y suspira.
Paulo: Ya me decía mi amigo que esto del destino son puras tonterías. Probablemente nunca la vuelva a ver.
Se guarda la pañoleta en el bolsillo y se levanta de la banca, comenzando a irse. De pronto, choca con una joven que viene en sentido contrario, leyendo un libro en sus manos.
Alejandra: ¡Ay! Disculpa, no te vi.
Paulo: No hay pro… (se corta en seco, mirándola con los ojos muy abiertos). ¡Eres tú!
Alejandra: ¿Eh?
Paulo: ¡Eres tú! La muchacha que se sentó a mi lado en el tren, ¡te he estado buscando!
Alejandra: Yo… no te conozco…
Paulo se saca la pañoleta del bolsillo y se la tiende.
Alejandra: ¡Mi pañoleta!
Paulo: Te la dejaste olvidada ese día en el transporte.
Alejandra: Muchas gracias.
Paulo: Probablemente pensarás que estoy loco, pero… desde que te vi, no he parado de pensar en ti. Creo que eres mi alma gemela.
Alejandra ríe.
Paulo: ¿Crees en las señales?
Alejandra: Depende.
Paulo le muestra su dedo índice con el pequeño tatuaje y ella abre sus ojos, asombrada.
Paulo: Para mí, esta es una de ellas. ¿Aceptarías que te invite un café?
Alejandra se encoge de hombros y toma su brazo.
Alejandra: Veamos a donde nos conduce el destino.
FIN
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