Descripción: Mientras viaja en el último tren de la noche, Fidel se encuentra con una misteriosa pasajera que lo hace experimentar la experiencia más aterradora de su vida.
Personajes: Fidel, Anciana, Pasajeros, Empleado
ACTO ÚNICO
Fidel, un hombre joven, se encuentra hablando por teléfono al entrar en un vagón del metro. Ahí, se encuentran sentados un hombre maduro y una chica que escucha música por sus audífonos. Y justo en la esquina, vemos a una anciana con la cabeza agachada.
Fidel: Sí, voy saliendo de la última función. Te digo que estuvo muy buena la obra de teatro, hace mucho que no veía una así… bueno, te dejo que ya estoy tomando el último tren. Llegando a casa te habló.
Fidel cuelga el teléfono y coge un asiento. Una risita aguda se escucha y entonces voltea hacia la anciana, que ha levantado la cabeza. Vemos que se encuentra muy sucia, con el pelo revuelto y ropa muy vieja. Tiene los dientes podridos y una mirada maliciosa.
Fidel, nervioso, mira a los otros pasajeros que no parecen haberse dado cuenta de nada. Intenta relajarse mirando su teléfono. La anciana sigue riendo por lo bajo.
Las puertas del metro se abren y sale la chica con audífonos, dejando a Fidel y al otro pasajero solos.
En este punto, la risa de la anciana crece hasta convertirse en una carcajada malévola. Se la ve balancéandose de una manera demente y Fidel, quien la ve de reojo, vuelve a mirar su teléfono. Luego mira al hombre maduro que está leyendo el periódico y hace un comentario en voz alta.
Fidel: ¿Qué le pasará a esa mujer?
Hombre (levantando la cabeza del periódico): ¿Disculpe?
Fidel (en voz baja): La mujer esa, pobrecita, debe estar loca. Da un poco de escalofríos, ¿no?
El hombre lo observa un momento sin entender cuando de pronto, las luces se apagan y se escucha el sonido del metro deteniéndose abruptamente.
Hombre: Caray, parece que hemos sufrido un apagón.
Fidel (nervioso): No puede ser.
Hombre: No se preocupe, seguro lo arreglan en un momento.
Las luces comienzan a parpadear y vemos que la anciana ha desaparecido de su rincón. Fidel contempla la esquina con incredulidad. La luz vuelve a desaparecer y tras otro parpadeo, la vieja aparece sentada solo a un asiento de distancia de Fidel, mirándolo con una sonrisa macabra.
Fidel grita de terror y las luces se vuelven a apagar.
El apagón se termina y cuando la luz vuelve, entra un empleado del metro al vagón.
Hombre: ¡Ayúdeme! Este chico se ha desmayado.
Los dos reaniman a Fidel, quien yace inconsciente en su asiento y se despierta sobresaltado.
Fidel: La anciana… había una anciana sucia en ese asiento. Me miraba de una manera horrible.
Hombre: ¿Pero qué dice, amigo? Si todo este tiempo solo hemos estado usted y yo en este vagón.
Fidel: ¡No, no! ¡Yo sé lo que vi!
El empleado del metro mira a Fidel, pálido.
Empleado: ¿Era una mujer de cabello largo y desgreñado, muy sucia y con la dentadura negra?
Fidel asiente con la cabeza.
Empleado: Esa mujer sufría de demencia, era una vagabunda que deambulaba por los vagones del último tren. La encontramos muerta aquí adentro la semana pasada.
FIN
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