Cuenta esta leyenda de terror que allá por el año 1973, vivían en un pueblito dos jóvenes, que eran hijos de un par de hacendados muy poderosos en la región. Nada las faltaba y desde niños se habían criado juntos, creciendo entre ambos un gran amor que floreció durante la adolescencia. Cuando llegó el momento adecuado, ambos consintieron en casarse e hicieron muy felices a sus familias.
Un matrimonio era la manera ideal de arraigar la gran amistad que existía entre ellas.
Comenzaron pues con todos los preparativos de la boda. La novia tenía que buscar su vestido, por lo cual salió de la ciudad un par de días.
Justo en ese instante llegó al poblado una joven mujer, hermosa como ninguna, pero con un halo de maldad en su mirada que hacía que todos cuantos se acercaban a ella, terminaran alejándose con recelo. Y hacían bien, pues aquella desconocida era en realidad una hábil bruja, que había llegado con el único objetivo de traer tristeza y desgracia a sus habitantes.
Una tarde, mientras el prometido de la novia estaba de caza en el bosque, se encontró con esta muchacha tendida en el suelo. Ella le pidió ayuda, diciéndole que se había torcido el tobillo y no podía regresar a casa.
El muchacho la tomó en sus brazos y la llevó hasta su cabaña, un oscuro lugar donde el ambiente era sumamente lúgubre. Al instante quiso irse, más sus pies no se movían del suelo. Estaba como hipnotizado por la belleza de la mujer.
Ella sonrió malignamente e intentó seducirlo, provocando que se apartara al instante.
—No puedo quedarme —le dijo con seriedad—, estoy próximo a casarme y amo mucho a mi prometida.
Furiosa por su desplante, la bruja intentó amenazarlo para que pasara la noche con ella, más él siguió negándose.
—¡Te vas a arrepentir por haberte negado! —le advirtió la hechicera, dejándolo marchar.
El día de la boda llegó y los novios estaban radiantes. La ceremonia se llevó a cabo con total normalidad, aunque nadie se dio cuenta de la extraña mujer que vigilaba a los recién casados desde las puertas de la iglesia.
En un momento dado y aprovechando que nadie la veía, la bruja se acercó a la novia y le propuso brindar por su felicidad, dándole una copa en la que había rociado una poción mortal.
Esa misma noche, la pobre muchacha cayó desvanecida y ardiendo en fiebre, de modo que hubo que meterla en cama. Y de allí, nunca más se pudo levantar. Los días pasaron y ella se fue consumiendo sin remedio, hasta que finalmente, murió.
A la hora de prepararla para el funeral, sus familiares observaron aterrorizados como brotaban gusanos de su piel. Bajo la almohada, su esposo encontró una macabra nota que decía lo siguiente:
Ojalá y seas muy feliz con tu querida esposa.
Firmaba la hechicera. Ciego de dolor, el devastado marido fue a buscarla con su arma en la mano para matarla, más su cabaña estaba vacía.
Nunca más la volvieron a ver.
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