La encontraron en un mercado de pulgas a la vuelta de su casa y pensaron que podía venirles de maravilla en su hogar. Cuando John y Mandy vieron aquella litera desgastada, pero en buen estado y a tan excelente precio, no dudaron ni un segundo en adquirirla para sus hijas.
Nancy y Lisa eran pequeñas todavía, pero no cabían más dentro de la cama para bebés que por mucho tiempo habían compartido. Cosas de dormir en la misma habitación.
Así que aquella misma tarde, después de comprar la litera nueva, la montaron y le colocaron sábanas rosas para las niñas.
Aunque desde el primer momento las niñas se mostraron recelosas de dormir ahí, terminaron convenciéndolas y las arroparon. Esa sería la primera de muchas noches extrañas en la casa del matrimonio.
Al día siguiente de traer la litera a casa, las niñas se despertaron adoloridas y sintiéndose mal.
—Será cosa de que se acostumbren —dijo John, no queriendo darle demasiada importancia—, ya se habituarán con el paso del tiempo.
Pero pasaron los días y las pequeñas en vez de dormir mejor, comenzaron a enfermarse a una velocidad vertiginosa y a manifestar problemas físicos. A menudo se quejaban de que les dolían todos los huesos y por si fuera poco, sufrían horribles pesadillas.
—Yo creo que algo anda mal con esa litera, desde que la trajimos a casa han estado ocurriendo cosas extrañas —dijo Mandy—. Además no sé porque, pero tengo el presentimiento de que hay algo malo en su habitación.
Lo que decía era absolutamente verdad, pues hace días que notaban como las puertas se cerraban y se abrían sin que nadie interviniera, escuchaban susurros extraños en la noche, la radio cambiaba de frecuencia sola y lo peor, habían llegado a encontrar cuervos muertos en la puerta principal.
El colmo del asunto ocurrió una noche, en la que creyeron ver la silueta de una mujer sentada a orillas de la condenada litera. Aquello terminó de una vez por todas de destrozarles los nervios.
Tras ver que la situación había empeorado demasiado, John estuvo de acuerdo en llamar a un pastor para que acudiera a bendecir la casa.
Cuando el religioso llegó, lo primero que hizo fue rezar para alejar las malas energías del lugar. Sin embargo había algo en el ambiente que lo incomodaba de sobremanera.
Pidió ver la habitación de las niñas y hacia allá se dirigieron. Tan pronto como el reverendo vio la litera, supo que una presencia mala habitaba en el lugar y recomendó a John y a Mandy que la quemaran.
Entre los tres la llevaron al sótano y ocasionaron un pequeño incendio, que destruyó por completo el mueble. Rápidamente apagaron las llamas antes de que se extendieran al resto de la casa, creyendo escuchar los lamentos furiosos de una voz femenina.
Desde entonces se acabaron todos sus problemas.
Al investigar un poco más, Mandy y John se enteraron de que la litera había pertenecido a una mujer que practicaba la magia negra.
Nunca más volvieron a comprar muebles baratos.
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