En la ciudad mexicana de San Luis Potosí, justo en plano Centro Histórico, se halla ubicada la sucursal del Banco Nacional de México, un edificio de estilo contemporáneo en el que abundan las experiencias escalofriantes. No son pocos los empleados de este lugar tan peculiar, que han afirmado que se escuchan ruidos extraños y ocurren todo tipo de cosas misteriosas.
A veces, ellos podían oír claramente golpes como si alguien estuviera teniendo una riña. Otras, escuchaban como si alguien vaciara monedas en algún sitio. Y así, los sucesos se repetían sobre todo de noche, cuando el silencio era absoluto y quedaban pocas personas en el banco.
Esta situación tiene su origen en una leyenda llamada “La Casa Macabra”, que explica tales sonidos y hechos perturbadores.
Mucho antes de que se construyera la sucursal bancaria, ocupaba ese sitio un tugurio conocido como “La Linterna Roja”, el cual llegó a acumular muy mala reputación. Aquí se deban cita mujeres de la vida galante y hombres con asuntos turbios, para beber y dedicarse al lenocinio. Si bien era común que la gente se emborrachara, el bar comenzó a llenarse de asesinatos y desapariciones.
Mauro Lara, propietario del lugar, aprovechaba las riñas entre sus clientes para robarles y luego enterrar ahí mismo a los fallecidos. De esta manera, el cantinero llegó a acumular una fortuna considerable, que ocultó tras algún punto en las paredes de la casa.
Con el tiempo, Mauro también pereció a manos de una mujer de la mala vida, quien fue llevada a la cárcel para pagar su delito. A él, sin sospechar de sus propias fechorías, lo enterraron como cristiano en el panteón.
La casa pues quedó abandonada por largo tiempo, hasta que se derribó para construir una bella mansión de arquitectura más reciente, conocida como la Residencia Almanza. Sus ocupantes sin embargo, no se quedaron mucho tiempo, asustados como estaban por los sonidos de monedas cayendo y arrastrar de cadenas que no se podían explicar.
La casa de los Almanza fue convertida en lo que hoy es el Banco Nacional de México en San Luis Potosí, y dicen que hasta el momento, los ruidos no han cesado. Se dice que el alma de Mauro Lara sigue penando en el que alguna vez fue su hogar, desesperado por recuperar su oro enterrado.
No ha faltado quienes, en afán de investigar, intentaran en el pasado encontrar el tesoro del cantinero, sin éxito.
En la actualidad, son más los trabajadores que antes de irse a casa, se confunden al escuchar como si alguien estuviera contando dinero, escuchan susurros a sus espaldas solo para descubrir que no hay nadie con ellos o ven pasar una sombra por el rabillo del ojo. El tipo de cosas a las que no se atribuye mucha importancia.
Si alguna vez visitas esta ciudad y te acercas a hablar con alguno de los veladores del banco, probablemente tengan una o dos experiencias interesantes que contarte. O tal vez no, si son de los que prefieren callar para no ser tomados por locos.
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