Maggie no podía más con esta situación, por más que trataba de ignorar el problema, este acrecentaba cada día más; en más de una ocasión, había sorprendido a su vecina espiando a través de la ventana de su casa hacia la habitación de sus tres hijos pequeños. Los niños estaban totalmente aterrados con la presencia de aquella extraña mujer y cada que estos se asomaban por la ventana, sobre todo por las noches, la anciana estaba afuera, mirándolos con una sonrisa maliciosa.
Los niños contaban a su madre lo sucedido. Pero ella no podía hacer nada al respecto, pues no encontraba pruebas que indujeran de que la anciana estaba loca o padeciera alguna enfermedad debido a su comportamiento ilógico. Este hecho atemorizo a la madre, pues temía que la anciana un día fuera capaz de hacerle daño a alguno de sus hijos. Trato de hablar con aquella extraña mujer, fue a pedirle de una vez por todas, que dejara ese pasatiempo extraño.
Pero la anciana solo sonreía y le dijo: -tienes unos hijos encantadores-.
La anciana sonreía, esta conducta hacia dudar de su cordura. Maggie dejo en paz a la anciana, hablo con sus hijos y les dijo que no prestaran atención alguna a la pobre viejecita.
Conforme paso el tiempo, los niños fueron dejando de temer a la anciana. Acostumbrados a su continua y repentina presencia, hasta llegaron a pensar que estaba loca pero que era inofensiva. Pasarían entonces algunos años, y los niños crecieron hasta convertirse en jovencitos encantadores; Alex, Sara y Víctor eran muy felices junto a sus padres. La anciana no dejo de molestarlos hasta entonces, pero ya no les infundía miedo.
Maggie, aun joven, había dado a luz a un hermoso bebe que se convirtió en la alegría del hogar. Todos estaban felices, la llegada de Damián había cambiado todo. Pero, desde ese hermoso día, la familia empezó a ver cosas extrañas en la casa, cosas que nunca antes habían perturbado de tal manera su hogar.
Alex, el más grande de los hijos de Maggie y Carlos, vivió una experiencia anormal…
“Estaba en la cocina, fui por un vaso con agua, esa noche no podía dormir, fue entonces cuando pude ver, a una serpiente entrando por la puerta principal, solté el vaso y corrí a perseguir a la serpiente. Esta se coló por debajo de la puerta de la habitación de mis padres. Comencé a tocar con desesperación para que me abrieran, pero, mis padres no contestaban, trate de abrir la puerta, de tocar más fuerte, grite un par de veces para que me abrieran, fue entonces cuando vi salir a la serpiente, estaba totalmente oscura y brillaba, me quede pasmado, no sabía qué hacer, me miró fijamente a los ojos. Creí que me atacaría, pero la serpiente salió rápidamente deslizándose hacia la calle. Enseguida toque rápidamente la puerta y fue entonces, cuando mi padre salió, le conté todo lo que había pasado, mayor fue mi asombro, pues ellos no habían visto a la serpiente, mucho menos habían escuchado mis gritos. Me aseguraron, que todo estaba en calma y que habían caído profundamente dormidos después de haber arrullado y dormido al bebe. Atribuyeron eso al cansancio y agradecí al cielo que la serpiente, no hubiera lastimado a ninguno de nosotros. Mi padre estaba desconcertado, pues nunca antes un animal así había tenido la osadía de traspasar el campo y los sembradíos para meterse en una casa, sin temer la presencia humana”.
Después de esa extraña experiencia, los hermanos cuidaban de poner siempre un protector debajo de la puerta principal, sin embargo, una tarde, Sara vio nuevamente a la serpiente…
“no conté nada de lo sucedido hasta después de mucho tiempo, cuando fue evidente que algo malo pasaba en la casa, esa tarde mi padre y Alex se habían ido al centro del pueblo. Estaba en casa sola con Víctor, mama y Damián. Mi madre dormía con Damián en su habitación, yo estaba jugando con Víctor, cuando, vi que una serpiente se metía a la casa por un agujero en la ventana. Le dije a Víctor que se quedara quieto y Salí a buscar un trapo para espantar al animal, este se había metido a la habitación de Damián, donde también estaba mi madre, entre a la habitación, mi mama no despertaba, como pude, busque a la serpiente y la vi, cerca de la cama, la asuste con el trapo, creí que reaccionaria de forma violenta, pero salió deslizándose nuevamente hacia la calle”
Pasaron algunos días, él bebe enfermo, y su llanto solo era apaciguado de noche por el cansancio que llegaba a su pequeño cuerpo. Su desnutrición era evidente, pues el doctor lo había revisado y no encontraba explicación alguna, pues nada de lo que bebía de la leche materna lo nutria adecuadamente.
Una noche todo cambio, cuando Carlos, el jefe de familia, vivió una de las experiencias más traumáticas y aterradoras de todas…
“creí ver, entre sueños a una serpiente gigantesca deslizándose entre el pecho de mi esposa, creí estar teniendo una horrible pesadilla. Entonces vi a la serpiente, vi su mirada fría y penetrante, con decisión, clavo su mandíbula en el seno de mi esposa… ¡se estaba bebiendo el alimento que podía salvar la vida de mi hijo! Desperté sobresaltado solo para comprobar que ese maldito sueño era una horrible realidad, como pude tome a la serpiente entre mis manos, esta tenía la boca manchada de leche, la lleve corriendo hacia la calle en donde antes de tomar una piedra para matarla, me mordió y la solté y salió deslizándose hacia la casa de mi vecina, mi esposa se enteró de todo lo ocurrido, relaciono enseguida a la temible anciana que teníamos por vecina con los nahuales tan conocidos en aquella región y enojados, corrimos a buscarla a su casa, sin encontrarla”
Maggie y su esposo esperaron sentados a que la horrenda viejecita regresara; esperaron bajo la sombra de la noche, ocultos tras unos arbustos hasta que casi al amanecer la vieron llegar, pero, no era ya la anciana débil que recordaban, sino una mujer más fuerte, más joven, pero las facciones eran las mismas…
“cuando la vi llegar, ¡desgraciada! Venia cantando… me abalance sobre ella, le di de golpes, la grite, la insulte, le dije todo lo que se merecía, pero la mujer solo se reía y se burlaba de mí y mi familia. Como pudimos, mis esposo y yo la atrapamos y la amarramos, luego, hicimos que confesara toda la verdad…”
Todo había sido descubierto, la bruja echaba primero un hechizo sobre los padres, para después, meterse a la casa en forma de serpiente y robar la leche de su hijo. Al beberla rejuvenecía y se hacía más fuerte. Esa mañana, los dos padres llevaron a la mujer ante los tribunales, pues como era de día, su poder era débil y no podía transformarse en nada.
Los esposos regresaron a su casa sin saber que ella pronto escaparía…
“mi nombre es Horacio, trabajo en el policía municipal, llevo tres años en servicio, y pues, lo que vi esta noche, jamás la olvidaré, me tocaba hacer el rol de guardia nocturno, estaba cuidando a una prisionera que recientemente llego bajo los cargos de hechicería que la Santa Inquisición había adjudicado, seria procesada al día siguiente, la deje en el fondo del calabozo, sonriendo, me disponía a retírame, cuando le di la espalda, esta grito una plegaria corta supongo, era un lenguaje extraño, acto seguido voltee a verla, ¡estaba en llamas!, corrí a ayudarla, pero más pronto de lo que creen, el fuego se apagó, tomando la forma de un cuerpo negro y brilloso que salió volando ante mis ojos. Una enorme carcajada se oyó en todos los sucios y oscuros calabozos, no pude hacer nada para evitarlo”.
Afortunadamente, la bruja no volvió por ese lugar y al final, la familia de Maggie y Carlos volvieron a su vida normal, el pequeño Damián creció más fuerte y sano para jugar y corretear junto a sus hermanos mayores
Esta padree!! muy buen cuento migue jeje Saludos 🙂
me gusto muy cool ..kisiera subir una historia pero no se como 🙁
Muchas Gracias Nikky, puedes publicar tus cuentos a la dirección [email protected] Saludos 🙂
a oki oki gracias