Hace muchos años en el poblado de Teziutlán, ubicado en el estado mexicano de Puebla, vivía una muchacha muy bonita que tenía un corazón muy negro. Habitaba en una casa minúscula con su madre, quien se esforzaba por mantenerla y hacer de ella una chica de bien, pero todo era en vano. La joven estaba muy malcriada y se vivía todo el tiempo insultándola, robándole y escapándose por ahí.
La buena mujer por más que rezaba, no veía ningún cambio en su hija y comenzaba a perder la fe de que algún día, ella pudiera ser buena.
Una noche, en el poblado celebraron un baile al que la muchacha quería ir, contra la voluntad de su madre. Discutieron tan fuerte que la chica recibió una bofetada y, furiosa contra su progenitora, se marchó de casa jurando que se iba a ir para siempre con el primer hombre que se le cruzara en el camino.
Se encaminó al baila, pasando por el Puente Viejo del Barrio de la Gloria, cuando de pronto apareció ante ella un hombre muy alto y apuesto, todo vestido de negro y a la usanza de los charros. Montaba en un caballo majestuoso y también oscuro.
El desconocido le tendió una mano a la chica, invitándola a ir al baile con él, cosa que ella aceptó encantada. Allí bailaron y rieron, y la joven se enamoró locamente del charro. Cuando este le pidió que fuera su novia, ella le respondió que sí sin pensar en las consecuencias y apenas salieron del evento, montaron en el caballo y el hombre la condujo hasta una cueva lúgubre.
A la muchacha se le hizo extraño que la llevara a un lugar como ese, pero encandilada como estaba, hizo caso a su orden de no hacer preguntas y entró en la gruta.
El charro la besó y ella le prometió que sería suya para siempre.
—¿Me lo juras de verdad? —preguntó él, con una sonrisa malvada.
—Sí, yo te amo, te amo con todo mi ser.
El charro soltó una carcajada malévola y dejó ver uno de sus pies. Cuando ella lo miró, creyó que se desmayaría ahí mismo: había una enorme pezuña de cabra en lugar de un pie humano. Fue así como comprendió que su novio no era tal, sino el mismo diablo.
Llena de pavor y con el corazón roto, la chica intentó salir, pero el maligno la tomó por el cabello y la llevó de vuelta a sus aposentos, donde pasaron la noche.
Por la mañana, la joven fue encontrada malherida en las cercanías de la cueva y llevada a casa de su madre, quien la recibió muy preocupada. Curó sus heridas, pero por más que intentó sonsacarle lo que había sucedido la noche anterior, no hubo manera de saber la verdad. Eso sí, a partir de entonces no volvió a ser grosera con su madre y se convirtió en una muchacha ejemplar.
Este cuento de terror es uno de los más populares en México, y dicen que sucedió de verdad.
Pues quizás el final debiera ser otro para continuar la serie, por ejemplo que la muchacha engendró un diablito y empezó a hacer de las suyas, etc.