Hace muchos años, habitaba en un hermoso pueblo colonial de Puebla Don Sebastián de Torrecillas, el alguacil oficial. Era un hombre distinguido y muy poderoso que tenía por única familia a Carmen, su hija. Esta muchacha era muy bella y virtuosa, por lo que el gran temor de su padre era perderla a manos de cualquier pretendiente venido a menos.
Era demasiado celoso y se afligía de solo pensar que tendría que darla en matrimonio algún día, así que recurrió a una solución que en aquella época, era muy común: meterla a un convento. Sin preguntarle a Carmen, la internó en una institución de monjas para que en el futuro, tomara los santos votos.
De vez en cuando iba a visitarla y hacerle compañía, complaciéndose al pensar que había encontrado la manera ideal para no perder a su hija por ningún otro hombre.
Pero pasó el tiempo y a pesar del servicio religioso de Carmen, ocurrió lo que Don Sebastián más se temía. Un sujeto de gran alcurnia se enamoró de ella al estar visitando el convento y sin importarle los planes que tenía para la joven, empezó a pretenderla. Tanto así que logró convencerla de verse con el a escondidas y tuvieron una relación amorosa secreta.
A consecuencia de ello, Carmen se quedó embarazada y cuando su padre se enteró, montó en cólera. La sacó del convento para encerrarla en casa hasta el nacimiento del niño, que le fue arrebatado a su madre nada más nacer.
Temiendo la vergüenza social que supondría tener un bastardo en su familia, (pues el pretendiente de Carmen se había dado a la fuga), Don Sebastián arrojó a su nieto al río, donde murió ahogado.
Al saber esto, Carmen se volvió loca de dolor y se quitó la vida, pues no quería seguir sin su hijo. Al final, Don Sebestián tuvo que pasar solo su vejez, viviendo con el remordimiento de haber causado tanto daño. Sobre todo al darse cuenta de que el fantasma de su hija continuaba penando por la casa, pues a menudo escuchaba llantos fantasmales que no cesaban hasta pasada la medianoche.
Al morir él, la casa fue transformada en una escuela de música para jóvenes y se cuenta que hasta hoy, sigue encantada por el espíritu de la muchacha. Incluso ha habido quienes aseguran verla deambulando por los pasillos. A veces la escuchan llorando por su hijo o por el amor que perdió en aquel mal hombre.
Otras, lo que se oye es una canción de cuna y a ella jugando con alguien que emite risas infantiles. Tal vez sea el alma de su hijo que tras morir, se reencontró con su madre en otro plano. Los triste del asunto, es que ninguno de los dos ha logrado dar el paso definitivo al más allá y quien sabe si algún día puedan lograrlo. Pero al menos están juntos.
Este cuento de terror ha sido basado en una de las leyendas mexicanas más populares, sobre la pérdida y el amor eterno.
Muy buena leyenda
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