El Barrio de San Benito en Potosí, Bolivia, es una de las comunidades mineras más reconocidas en este famoso poblado. Hace muchos años, ocurrió aquí un hecho tan macabro y sangriento, que a día de hoy sigue grabado con fuerza en las mentes de los lugareños.
Cuentan que tiempo atrás, vivía en El Barrio una jovencita guapa pero muy pobre, llamada María. Ella se había enamorado de Rufino, un joven que no tenía nada que ofrecerle, excepto su amor desinteresado. A pesar de que lo amaba, a la muchacha le aterraba vivir en la pobreza, por lo cual no se decidía a poner fecha para la boda.
Al ver la aflicción de su amada, Rufino decidió viajar a la Argentina para buscar fortuna y ofrecerle las comodidades que ella anhelaba.
—Cuando vuelve, seré un hombre tan rico que no habrá ningún problema para casarnos. Hasta entonces, espérame María, que te prometo que volveré.
María le aseguró a su vez que le iba a estar aguardando. Sin embargo pasaron los meses, luego, más de un año, y ya no recibía noticias de su prometido.
Para entonces, la chica había logrado llamar la atención de un hombre muy rico, pero poco atractivo y mucho más viejo que ella. El inesperado pretendiente la perseguía todos los días para convencerla de ser su esposa. Y aunque a María le despertaba repugnancia el solo hecho de pensar en besarlo, finalmente accedió, cegada por la desesperación de no saber nada de Rufino y el odio a la pobreza.
El día de la boda, María se encontraba preparándose para irse a la iglesia. Ya tenía puesto su vestido blanco de novia, así como las flores que llevaría ante el altar. Ahora se miraba en el espejo con los ojos cargados de tristeza.
Pensaba en Rufino y en lo que habría podido ser si tan solo hubiera regresado.
De pronto escuchó que alguien entraba en la habitación. Se dio la vuelta y se quedó inmóvil al ver al susodicho, mirándola fijamente, con un hacha en las manos. María experimentó una mezcla de miedo, felicidad y confusión que no le dejó moverse de donde estaba.
—¿Rufino?
El joven levantó su hacha sin decir una palabra y la decapitó limpiamente, haciendo que su traje nupcial se manchara de sangre. Luego huyó y nunca más lo volvieron a ver en Potosí. Todos en la comunidad se quedaron imputados al descubrir el horrible crimen.
Años después, el lugar del siniestro fue demolido y sobre él se construyó un colegio. Una noche, la portera encargada de vigilar el lugar se quejó aterrorizada, afirmando haber visto a una mujer vestida de novia, sin cabeza, deambulando por los pasillos del edificio. Tuvieron que darle la razón cuando algunos profesores y alumnos, confesaron ser testigos de la misma macabra aparición en ocasiones.
Es el alma de María, que sigue penando por haber traicionado a su único amor. A veces se la oye llorar cuando se pone el sol. Otras, parece estar desesperada por encontrar su cabeza.
¡Sé el primero en comentar!