Durante los años 80, se dice que habitaba en Bahía de la Paz una joven muy bella, a quien le encantaba salir de fiesta y divertirse por las noches. Su casa estaba muy cerca del malecón costero, por lo cual excusas no le faltaban para disfrutar de la vida nocturna. Siempre había una fiesta a la cual ir, o una discoteca en la cual bailar hasta que se hiciera de madrugada.
Una noche, la muchacha se maquilló cuidadosamente, se puso un vestido que acentuaba cada una de las formas de su cuerpo y unos altos zapatos de tacón, que resonaban al caminar ella por la calle. No le importó salir tan tarde de casa, ni irse sola hasta el club más famoso de la bahía.
Ahí bailó y se convirtió en la reina del lugar. Los jóvenes, impresionados por su personalidad y belleza, la sacaban a bailar y le invitaban un cóctel tras otro.
Antes del amanecer, la chica salió de aquel sitio riendo, con sus altos tacones haciendo ruido al andar y muy satisfecha por su éxito durante la velada. Era joven, hermosa y se sentía imparable. Lamentablemente, su estado no le permitió darse cuenta del peligro que corría.
Todavía estaba oscuro cuando, al pasar por una calle oculta, unos tipos se percataron de su presencia y comenzaron a seguirla, siempre alertados por el ruido de sus zapatos.
No fue sino hasta un par de manzanas más adelante, que la muchacha se dio cuenta de que tenía compañía. Los sujetos comenzaron a silbarle y a gritarle todo tipo de vulgaridades que la ponían nerviosa. Asustada, quiso correr, pero la altura de sus zapatillas hizo que tropezara y quedara tendida en medio de la acera, donde la alcanzaron sus perseguidores.
La acorralaron contra un callejón.
Allí, la joven trató de zafarse de sus manos, de los golpes y acosos que los delincuentes le profirieron por el simple hecho de andar sola de noche, hasta que el sol salió para ahuyentarlos.
Lamentablemente la chica había muerto. La agresión de sus atacantes había sido extrema.
Desde entonces, se dice que el alma de la Taconuda ronda el lugar, para vengarse de los hombres que tienen malas intenciones. Muchos han sido los que han visto pasar por esa misma calle, a una jovencita de silueta atractiva a la que no se le ve el rostro, pero que puede distinguirse fácilmente por los elegantes zapatos de tacón que lleva y el ruido que hace al caminar.
Algunos cometen el error de ir tras ella, ya sea porque quieren aprovecharse de su soledad o porque de verdad se preocupan, y desean acompañarla a casa. Es inútil porque al doblar la esquina por la que ella ha desaparecido, lo único que encuentran son sus tacones en el piso y al lado, los huesos humanos de lo que alguna vez fue su cuerpo terrenal.
Esto continuará sucediendo, hasta que la pobre muchacha pueda descansar en paz. Sigue buscando a los tipos que la mataron, para cobrarles en vida su brutal asesinato.
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