Descripción: Basado en una leyenda boliviana. Tras pasar una noche de diversión con sus hermanos, Martín conoce a una mujer muy especial.
Personajes: Martín, Pedro, Juan, Viuda, Parroquianos
PRIMER ACTO
Martín y sus hermanos, Pedro y Juan, se encuentran trabajando en un viejo taller. Mientras sus fraternos se ríen, Martín se esfuerza por terminar de soldar una escultura.
Pedro: Anda Martín, vente con nosotros a la cantina. Ya verás que la vamos a pasar muy bien.
Martín: Muchachos, ustedes saben que tenemos mucho que hacer aquí.
Juan: Pero si es solo un rato, hombre. Además, hace mucho que no salimos de fiesta los tres como hermanos que somos.
Martín los mira dubitativo y ellos tratan de convencerlo con la mirada.
Martín: De acuerdo, pero insisto en que solo será un momento porque no quiero que se me junte el trabajo.
Los tres salen de escena, Juan y Pedro muy animados.
SEGUNDO ACTO
En una vieja cantina, los parroquianos beben y cantan. Martín se sienta solo en la barra a beber, mientras sus hermanos bailan con un par de muchachas. De pronto, una mujer muy atractiva y vestida de negro se acerca a él.
Viuda: ¿Y tú no bailas?
Martín (impresionado): No… no, si yo ni sé de eso.
Viuda: Es una lástima, te iba a pedir que me sacaras a bailar.
Martín (apenado): Pues que pena tener que decepcionarla. Además, no se vaya a enojar su esposo.
Viuda: No puede, hace mucho tiempo que murió.
Martín: Discúlpeme, que vergüenza. (Apura su cerveza de un trago). Creo que tanto beber me hace decir tonterías.
La viuda sonríe.
Viuda: Ven, vamos a bailar. Permíteme desahogar mis penas.
Lo toma de la mano y lo lleva al centro del escenario, donde bailan con otras parejas. Los hermanos de Martín le dirigen miradas pícaras.
Viuda: ¿Te gustaría acompañarme a mi casa?
Martín (sonriendo tontamente): Contigo yo iría hasta el fin del mundo.
La mujer vuelve a sonreír enigmáticamente y salen de escena tomados de la mano.
TERCER ACTO
El escenario ahora está muy oscuro y no se pueden ver más que las siluetas de dos personas, que caminan a tientas.
Martín: ¿Estás segura de que tu casa está por aquí?
Viuda: Seguro. Está muy cerca del cementerio.
Martín: Ojalá hubiera traído una vela, porque así de negra como esta la noche no veo nada.
Viuda: No te preocupes, ya vamos a llegar.
Poco a poco, las luces se van prendiendo al frente del escenario y Martín suspira aliviado. Luego se fija que han entrado en el cementerio y está al lado de una lápida. Tras él, la viuda permanece en las sombras.
Martín: Creo que nos metimos sin querer en el cementerio.
Viuda: Aquí fue donde enterraron a mi marido.
Martín voltea hacia ella y la ve acercándose, lentamente.
Martín: ¿Sabes? No veo ninguna casa cerca del camposanto. ¿Estás segura de qué…?
Martín se corta abruptamente. Ahora la viuda está a la luz y se da cuenta de que es una calavera espectral, que ríe demoníacamente. Él grita de terror y sale corriendo de escena, mientras la viuda apaga su risa poco a poco y se queda mirando al público, siniestramente.
FIN
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