En el Norte de México existen historias tenebrosas, que han provocado curiosidad y miedo entre la gente por décadas. El estado de Monterrey es uno de los lugares donde más abundan los cuentos de crímenes y aparecidos.
Hoy vas a conocer 3 leyendas de terror en Monterrey que te pondrán los pelos de punta.
La Catedral
La siguiente historia transcurre en una casa muy antigua de la capital, ubicada entre las calles de Ocampo (actualmente Raymundo Jardón) y Diego de Montemayor (actualmente Calle de la Presa). Justo detrás de esta construcción se alzaba la Iglesia Catedral.
La vivienda era habitada por un hombre conocido como Don Fermín, quien al morir, fue velado por su familia en la propia casa, como se acostumbraba en los tiempos de antes. Colocaron su cuerpo en un ataúd y encendieron algunos cirios para rezar por su alma. Muchos de sus conocidos llevaron comida al velorio, pan y café para degustar por la noche.
A las doce de la noche sonaron las campanas de la catedral y un viento helado sopló sobresaltando a los presentes, seguido por el ladrido lejano y escalofriante de unos perros.
A medida que tañían las campanas, el sonido de los perros iba acercándose, enfrascados en una rabiosa pelea que ponía nerviosa a la gente. De pronto, los animales entraron en la casa mordiendo, aullando y atacándose entre ellos, tirándolo todo y provocando que los asistentes gritaran de terror. El ataúd cayó al suelo y los cirios se apagaron, inundando en penumbra el lugar.
Finalmente, los perros se marcharon pero cuando alguien volvió a encender una vela, se hizo un macabro descubrimiento: ¡el cuerpo de Fermín ya no estaba en su caja!
Por más que lo buscaron, no apareció por ningún lado de la casa, era como si se hubiera marchado con los perros. Nadie supo jamás que fue de él.
Dice la gente que vive por esos lares, que a veces de noche se puede escuchar de nuevo el ladrido de los perros y que de vez en cuando, se aparece un hombre mayor vestido de negro, que dice llamarse Fermín y que siempre pregunta donde está su casa antes de desaparecer inexplicablemente.
Los niños desobedientes del Topo Chico
El Topo Chico es uno de los municipios más conocidos en Monterrey y en él se cuenta una macabra leyenda, que hasta hoy permanece intacta en la memoria de sus habitantes. Los hechos ocurrieron por allá del año de 1949. Cerca del cerro del Topo vivían tres niños que acostumbraban jugar siempre juntos, dos hermanos y un primo que eran sumamente inquietos.
Al provenir de familias tan pobres, sus padres les permitían jugar afuera para distraerse. Lo que mas les gustaba era dar largos paseos por la montaña.
Un día pidieron permiso a sus padres para salir muy temprano. Pero las horas pasaron y cuando anocheció y los niños no volvieron a casa, sus padres se preocuparon de sobremanera. Intentaron buscarlos en las alrededores esa noche y a la mañana siguiente, más no había ni rastro de los pequeños. Pronto la búsqueda se extendió a municipios más lejanos, Saltillo, Reynosa, Laredo… Nadie sabía dares razón de lo que había ocurrido con los niños.
Unos días más tarde, uno de los padres de los chicos se enterró de una noticia terrible leyendo el periódico. Las autoridades habían localizado los restos humanos de tres pequeños, en el cañón del Cerro del Topo. Justo donde les encantaba subir. La chamarra de gamuza que llevaba puesta uno de ellos, había sido de ayuda para confirmar sus identidades.
Un adolescente que pastoreaba sus ovejas había hecho el escalofriante hallazgo, quedándose tan conmocionado al ver los cuerpos, que terminó muriendo al cabo de un tiempo breve.
¿Cómo habían terminado los pobres chiquillos en ese lugar? ¿Cuál fue la causa de su muerte? Esas son preguntas que siguen sin respuesta.
Se dice hace mucho tiempo, ese lugar era utilizado como campo de entrenamiento para el ejército, por lo que accidentalmente algunos soldados habrían dejado granadas sueltas. Probablemente los niños, al encontrarlas, las activaran sin saber del peligro y murieran al instante.
Las personas del Topo Chico cuentan que por las noches, cerca del cerro todavía se escuchan sus risas infantiles, seguidas por el impactante ruido de explosiones y disparos.
La casa de Arramberri
Conocida como una de las casas más embrujadas de México, la propiedad de la calle José Silvestre Aramberri hoy se ha transformado en un sitio en ruinas al que pocos se atreven a entrar. Décadas atrás se la conocía como la residencia de los Lozano Montemayor, una familia acomodada y con la mejor reputación en la ciudad.
Pero el 5 de abril de 1933, ocurrió un hecho espantoso entre las paredes que conmocionaría a la sociedad del estado. El señor Lozano Montemayor volvía del trabajo para saludar a su esposa y su hija, cuando se encontró con sus cuerpos sin vida, en medio de un charco de sangre. Su familia había sido asesinada mientras él estaba ausente.
Cuando las autoridades se presentaron para investigar el caso, concluyeron que el crimen había sido cometido por alguien a quien conocían. La puerta no había sido forzada. De pronto, el loro de la familia vio a los policías y se puso a gritar como loco:
—¡No me mates, Gabriel! ¡No me mates, Gabriel!
Al darse cuenta de que el animal había sido testigo, los oficiales comenzaron la búsqueda de una persona cercana a los Lozano Montemayor que respondiera a ese nombre. El culpable resultó ser Gabriel, sobrino de la señora Florinda de Lozano, quien confesó haber matado a su tía y su pequeña prima junto con dos secuaces, para robar un cofre lleno de monedas de plata y joyas.
La casa de Arramberi fue abandonada tras los espeluznantes sucesos.
Cuentan los vecinos que en la planta baja de la mansión, se puede ver la pintura de una mujer desfigurada. Se dice que es el alma de Florinda, que sigue deambulando por ahí.
Y tú, ¿has escuchado hablar de otras leyendas de terror en Monterrey?
La historia de los niños en el Cerro del Topo, es Real.
Eran mis futuros Tíos….