Los amantes de apuestas son capaces de dar la vida por el propio juego. Aunque ellos estén dispuestos a perderla, Richard en el fondo no quería ni si quiera pensar en la derrota. A él le encantaba estar en un casino de las vegas cada fin de semana, parece que le iba muy bien y tenía una suerte para predecir las probabilidades en los juegos de dados, porque atinaba lo suficiente como para vivir muy bien de ello.
Una noche mientras se enfrentaba a varios jugadores con el famoso juego de dos dados, el era demasiado suertudo, pues le había tocado esa noche un sabroso premio de 50.000 dólares en la mesa. Parece que era odiado y admirado por muchos de los que le observaban jugar, todo cambiaría cuando una noche luego de ese viernes se iría a otro Casino para probar suerte.
En una de las mesas un hombre con dientes de oro le hizo una apuesta exquisita, el hombre le ofreció los dientes de oro, que en total eran 32 dientes. No supo ni como perdió la dentadura, pero a Richard no le importaba, el sólo quería ganar dinero de la manera que se le presentase. Además, esa noche parecía una apuesta fácil, el hombre impuso las reglas y le pareció algo sospechoso que todo estuviese a su favor.
El juego consiste en tirar un par de dados y si cae un doble elegido por el jugador, el contrincante pierde. El hombre de los dientes de oro le concedió 32 oportunidades, pero ¿Las oportunidades del hombre de la dentadura costosa? Es allí donde un terrible detalle le ha puesto los pelos de punta a Richard. El hombre quería que le concediese 20 oportunidades, pero no quería dinero precisamente, quería los dedos que tenía en ambas manos y pies, 20 en total.
Era algo arriesgado, tampoco era algo que implicaba la vida, pero si era algo bizarro. Sin embargo, esos dientes valían una fortuna cada uno y quería conseguirlos pase lo que pase. El hombre de los dientes de oro le ha dicho que empiece con 12 oportunidades primero, para luego empezar a la par. El juego estaba a punto de empezar, cuando otro detalle asustó más a Richard.
El hombre de los dientes de oro se mete la mano al bolsillo y saca un montón de cosas muy pequeñas, entre las que se encontraba un dedo en hielo, como si se lo hubiese ganado en una apuesta reciente, 3 tréboles de 4 hojas arrugados, varias monedas y dos dados de oro. El hombre miró fijamente a Richard y le dijo en voz baja “Si quieres ganar con estos dados debes tirar”.
Pero Richard lo miró con cara de burla, tomó el par de dados y se los devolvió, diciéndole que no por miedo los tiraba, sino por no darle el gusto de concederle tantas peticiones. El hombre lo miró fijamente, sonrió como si estuviese seguro de su victoria y los guardó en el bolsillo. El juego estaba a punto de comenzar, Richard toma sus dados y lanza la primera vez.
Sin embargo, es su primer intento fallido, un uno y un seis. Con tan sólo un par será capaz de ganarse uno de sus dientes de oro. Al menos tiene la oportunidad de ganarse uno de ellos si tira esas 32 veces, conociéndolo bien estaba seguro de llevarse más de la mitad de la dentadura del hombre. Richard tira la segunda vez, pero falla de nuevo.
Entusiasmado y con 9 oportunidades más tira los dados, pero sin suerte alguna. Al parecer no era su día de suerte, una racha invicta de toda la vida parecía que se iba a convertir en su peor pesadilla. Las otras 7 veces que tiró tampoco acertó ninguna. Estaba desesperado por lo que estaba pasando, curioso le dijo al hombre si podía usar los dados de oro para tirar la ronda a par, pero el hombre puso una condición que le puso aún más los pelos de punta.
-Si tiras de mis dados más de la mitad de la dentadura me quitarás, pero te aseguro que también todos los dedos los perderás.
Ante los aciertos del hombre y el poco nivel de juego que estaba teniendo Richard decide aceptar. Tira su primera oportunidad y un doble seis le hace sonreír. El hombre de los dientes de oro lo mira y sonríe a la vez que le dice
-Eres el primer hombre que acepta mi reto de tirar con mis dados, serán los últimos que tires
Richard sonríe y le replica:
-¿Te daría miedo tirar con los dados normales?
– Si tiro de los dados y acierto más de 5 números pares con los dados normales deberás perder una de tus extremidades.
Richard se aterroriza aún más, parece que se ve acorralado en el juego por un maestro de la astucia, un cínico que sólo quiere convertir su cuerpo en un ser que no podrá tirar dados ni con los pies. Ocultando su terror, Richard decide dejar las cosas como estaban antes y continuar el juego tirando ambos con los dados de oro.
En el primer intento ambos aciertan, el hombre de los dientes de oro sonríe y saca un cuchillo, Richard se asusta porque cree que la masacre empezará ahora mismo. Pero en realidad el lleva este cuchillo a su boca para sacarse el primer diente, perdiendo mucha sangre e incluso manchando la mesa. Richard aterrorizado le dice que no continúe con el juego, al parecer la apuesta iba enserio y al hombre de los dientes de oro no le agradó para nada su retirada repentina.
-Soy un hombre de palabra, también un hombre generoso, por ello te regalaré el diente que perdí y mis dados de oro. Si lo llegas a vender tu vida perderás, si juegas con otros dados aparte de estos tu dentadura caerá. Mantén este pacto y tu vida se mantendrá. Richard con miedo aceptó y luego de ello se libró de algo realmente trágico.
Semanas después Richard siguió usando sus dados en casa de apuestas, haciendo caso omiso a lo que dijo el hombre. Pero empezó a tener una mala racha que llevó hasta la ruina. Luego de verse en quiebra y con las deudas al cuello, decide vender los valiosos dados junto al diente que le obsequio el hombre para montar un negocio.
Al siguiente día cuando fue a preparar sus nuevos planes de vida, mientras estaba cepillándose notó que sus dientes se estaban empezando a caer uno por uno en ese mismo instante. El pánico de Richard fue tan fuerte que terminó muriendo de un infarto.
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