Era un jueves normal, las luces prendidas, el inmenso frío de la ciudad, era como cualquier día, excepto por esa sombra y el espeluznante de que alguien más estaba ahí. Te veía, te olía, tenía que actuar como si nada pasara enfrente de los niños. Lo peor era cuando habla con mi esposo de esto, se ponía raro, se quedaba callado y me veía fijamente, después tomaba una actitud pasivo-agresiva, me agarraba y me decía que nunca lo volviera a mencionar. Le daba miedo y lo entendía a mí también me daba miedo.
Esa noche me quede sola, mi marido y mis hijos fueron a casa de su tía pero yo no me sentía bien. Aunque él había insistido en que fuera yo solo me quería quedar en casa, leer un libro y disfrutar de la lluvia.
Todo habría marchado bien si no hubiera escuchado a una persona tras de mí, susurrando cosas que no entendía. Me quedé dormida y cuando desperté, creí que estaba en un sitio público, pues escuché a varias personas susurrando. En el momento en que abrí los ojos, todos callaron, hubo un largo silencio incómodo y después me volví a dormir.
Cuando mi marido y los niños llegaron yo ya me estaba volviendo loca….
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